La condena a los presos políticos saharauis no es de cárcel. Es una condena a muerte. Una muerte provocada para una agonía lenta. Les van destruyendo a base de indefensión, de tortura, de aislamiento, de bazofia, de suciedad, de tristeza, de humillación. Si caen enfermos, no les curan, y así se van deteriorando hasta extinguirse.
Hoy, hemos dedicado nuestra concentración de los lunes a Mohamed Lamine Haddi, periodista, preso político saharaui en una cárcel marroquí, condenado a muerte por sus carceleros.
Le pedimos al ministro que se involucre en evitar esa barbarie.
Sólo es una persona en medio de tanto crimen institucional y tanta desolación en el mundo. Pero tiene cara y nombre y apellido. Es un ejemplo concreto de que no podemos o no queremos o no sabemos hacer nada frente a un asesinato anunciado por el Poder.
Excmo. Sr. ministro de Asuntos Exteriores,
Unión Europea y Cooperación
Plaza de la Provincia
28012 – Madrid
Madrid, 6 de diciembre de 2024
Asunto: Haddi, gravísimo y sin asistencia médica
Excmo. Sr. ministro,
El médico de la prisión de Tifelt 2 (Marruecos) bajó por fin a la celda de Mohamed Lamine Haddi a examinarle el oído, alertado por la alta fiebre y los dolores terribles. De la infección en el oído de Haddi ya ha sido Vd. informado en varias ocasiones. Haddi lleva 7 años arrastrando esa infección a raíz de los golpes recibidos durante las sesiones de tortura. Durante todo este tiempo no ha recibido atención médica. Tampoco Vd. parece haberse preocupado por su dolencia.
El médico ha comprobado la gravedad de la infección, que puede causar otras complicaciones. De hecho su diagnóstico es que Haddi sufre sepsis y un grave tumor, que él no puede tratar. La vida de Haddi está en peligro. Hay que llevarlo al hospital. Pero no es ese un trámite automático en manos del médico. Es Haddi quien ha tenido que presentar una solicitud ante la Administración penitenciaria, que ha condicionado su traslado a que se vistiera con el uniforme asignado a los asesinos. Haddi se ha negado, como se han negado otros presos políticos saharauis, por la sencilla razón de que no es un criminal, es una víctima.
La Administración penitenciaria marroquí, aun sabiendo la gravedad del estado de salud de Haddi diagnosticada por un médico, se dedica a humillarle y a no prestarle la atención sanitaria urgente que necesita.
Para añadir barbarie a la barbarie, la Administración de la prisión ha amenazado a Haddi con represalias -¿más?- si contaba a su familia o a organizaciones de derechos humanos que le estaban negando su traslado al hospital.
Marruecos lleva años prolongando su agonía, sólo para que sufra y para escarmiento de todos. Y está llegando al final. Es angustioso ver cómo se están llevando la vida de un hombre a sangre fría.
Sr. ministro, ¿se le ocurre algo que pueda Vd. hacer por intentar salvarle la vida? Evite esta nueva complicidad.
No hace falta recordarle por qué tiene Vd. esa obligación.
Cristina Martínez Benítez de Lugo
Participante en el Movimiento por los Presos Políticos Saharauis
–