Carlos Melchor ¡Cuánto tenemos que agradecerte!

Elsa Osaba Bailo*
Carlos Melchor ¡Cuánto tenemos que agradecerte!

 

He perdido un amigo. Se nos fue Carlos Melchor. Ese que andaba con pesada cámara al hombro en las manifestaciones, en ese Ateneo (cuando había debates) en tiempos de Carlos París (otro irreemplazable), grabando con paciencia e interés cientos de reuniones, asambleas. Ese que cargaba con sus bolsas y trípode para entrevistar a personas que le causaban admiración, en tantos sitios con la militancia de nuestra Memoria. Si, tu militancia amable, pero crítico, socarrón, cáustico Si, se ha ido y tengo que repetirlo para creerlo. Se nos ha ido. Lo he perdido.

Y ¿Quién fue Carlos Melchor? El segundo hijo de padres comunistas e ilustres. A veces conseguíamos esa complicidad de vidas similares, atípicas del común de la gente. De espacios con cultura diferente, de lengua extranjera a la doméstica, familiar. Vivencias para estar de paso. Nunca con suelo fijo bajo los pies. Ante cafés, lejos de indiscreciones nos contábamos nuestros exilios, nuestras heridas traumáticas de ser hijos del Exilio nuestro y de no saber a quién pertenecemos. ¿Cuál es nuestro suelo, nuestra nacionalidad?.

Su progenitor: Federico Melchor se alistó muy pronto al Partido Comunista, en 1931, más tarde en la Joven Guardia Roja. Compaginó la militancia con el periodismo. Escribía en “El Clarín”, del ala más izquierdista del PSOE, que dirigía Largo Caballero. Dirigió con Carrillo el PCE. Se exilió en Francia. Durante la IIª GM, recorrió varios países americanos relacionado con el periodismo. Con la militante catalana Victoria Pujolar Amat tuvieron cuatro hijos, uno de ellos Carlos. Su madre, por la que sintió pasión, era intelectual, pintora, artista hasta el final de su longevidad. Pero, sobre todo resistente, militante en España y en el extranjero. Exiliada en Francia, entró clandestinamente en España, fue detenida en Barcelona, torturada salvajemente por los hermanos Quer en la famosa cárcel de las Corts. En un traslado, en la Estación de Francia, entre multitud de gente, maletas, hatillos, cestos- eran aquellos tiempos-principios de los 40, en que, otra vez, media España huía hacia Francia empujados por el hambre y el franquismo- consiguió huir entre la muchedumbre. “Única mujer en España, en conseguirlo”, recalcabas con fuerza y admiración.

En mis viajes a Barcelona, siempre fotografiaba la placa de “Estación de Francia” y se la enviaba. Un gesto cómplice, que le agradaba. Por mi parte de respeto y cariño.

Fundaron su familia en los alrededores de París, en los ” bidonvilles” (chabolas), sin luz eléctrica ni agua, contaba Carlos mirándome a los ojos. Y todo por ¡coherencia política! En año 1960, se fueron a la Rumanía de Ceaucescu y allí sus padres trabajaron en Radio España Independiente o sea, eran voz, información de noticias antifascistas. Era ese más allá de las fronteras de la famosa “La Pirenaica”. Carlos, no lo vivió de un modo cómodo. Sus padres regresaron a París. Organizaron el Congreso del PCE en Praga y largos etc. Jordi Solé Turá recordaba a su padre, Federico, en sus “Memorias” como una persona de vasta cultura, burlón, pausado, que analizaba las situaciones políticas de un modo sagaz.

Narrar quienes fueron tus padres, es entremezclar como fue su infancia, ese recorrer con ellos distintos países era también moldear la personalidad de los niños. La militancia tiene un precio, pero queda al menos, esa cultura frente a una España entonces, muy cerrada… Te he perdido amigo. Ya no tendré cafés contigo para reírnos de la Vida, de contar nostalgias, de decepciones ideológicas.

Recuerdas cuando te preguntaba: “¿Cómo es que Jorge y tú siendo hermanos tenéis apellidos diferentes?” Y la respuesta esperpéntica: “Porque en Francia al no usar más que un apellido, nos repartimos los cuatro apellidos de nuestros padres entre los cuatro hermanos”
Admiraba un montón a su hermano Jorge, gran realizador en Francia. Me envió documentales suyos del Mayo 68. El último que hicisteis juntos sobre “Victoria Pujolat” que tanta emoción le produjo. Si, estaba muy unido a Jorge, ese hermano mayor que se quedó en Francia.

Regresaron tus padres a esa España, que en esos momentos buscaba otra identidad. Este país fracturado por el franquismo y con una monarquía impuesta. ¡Ay! cuántas preguntas me han quedado por hacerte.

Esos momentos intensos para él en que compartía emocionado algún detalle sobre sus hijas. Te miraba y pensaba que eras un hombre muy feminista. Sentías un respeto inmenso hacia la mujer. No era postizo. Era algo que fluía con naturalidad.

Sentías pasión por Ana Messuti a quien entrevistaste varias veces. Cómo te dolió el no poder estar en su Homenaje. Prestó imágenes de su autoría, a José Luis Galán que lo proyecto en ese acto, nombrándote, y al día siguiente me lo comentaste todo orgulloso.

¡¡¡Cuánto tenemos que agradecerte, Carlos!!!

Bastantes amigos comunes, nos comentábamos tu ausencia, tu no querer ya estar. Se echan en falta las buenas personas, los mejores amigos. Y te has ido discreto como siempre. No sabes cuánto perdemos.

Hace un tiempo, que no nos hemos visto. Te has encerrado en ti mismo. Nos quedaba el teléfono, el WhatsApp donde te reñía por negarte a quedar al último café a pie de tu casa. Te echo en falta.

Tú, que fuiste el sustituto de cámara en ristre del famoso Manuel de Cos, cuando con sus 90 y pico de años le imposibilitaron ir a las manis de la Transición o las fiestas del PCE, a sus congresos a los Picos de Europa… y voló. Tú te plantaste y cogiste el testigo. Las manis ya no son iguales. Sabíamos que Carlos Melchor con generosidad, enviaba a las pocas horas sus grabaciones.

¡¡¡Cuantos recuerdos hemos trenzado juntos, Carlos!!!

Y esos tiempos que no volverán porque se nos van los mejores amigos. Pero, tenemos que dar las “gracias a la vida, por haberte conocido”.

Nos quedan tus vídeos, tus hijas. Descansa en paz

* Elsa Osaba forma parte de la Querella Argentina por el Exilio y la Deportación.
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