Cándido Gálvez: «Al reclutar a Garzón los lobistas de «Acento» intentaron cubrir todo el espectro político del Regimen del 78

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«La decisión de Garzón era congruente con su auténtico perfil ideológico, que nada tiene que ver con su falsa condición de «comunista»

En «Acento», la empresa lobista que reclutó a Alberto Garzón, están incluidos un número de exministros procedentes del PSOE y del PP. El objetivo de esta empresa al intentar incorporar a Garzón era cubrir todo el espectro de influencias, de relaciones políticas y financieras con una intención claramente crematística. Es decir, de ganar dinero a dos tajos, utilizando las relaciones de todo tipo que sus integrantes habían logrado acumular a lo largo de sus biografías como políticos institucionales.

     Hoy tenemos el placer de  entrevistar a Cándido Galvez, un entrañable colaborador de [Img #77967]

Canarias Semanal y experto en temas político-sociales. Esta conversación se produce en medio del marco de una noticia que ha sacudido el panorama político español: la transición de Alberto Garzón, exministro, excoordinador general de Izquierda Unida y diputado del Parlamento español, hacia el sector privado, específicamente su incorporación a la consultora lobista  «Acento».

     CS – ¿Podrías comenzar explicándonos cuál es el contexto en el que el exministro Alberto Garzón toma   esta decisión? 

    CÁNDIDO GÁLVEZ: Por supuesto. Alberto Garzón, ha sido, sin duda, una figura prominente en la política española, con una trayectoria de varios años en Izquierda Unida y en el gobierno de coalición con el PSOE.

    Personalmente, debo reconocer que nunca supe adivinar cuáles podrían ser los méritos políticos del señor Garzón para que se viera situado en los cargos de responsabilidad que desempeñó. Pero, en fin, en este país hay gustos para todo.

    Con todo respeto debo decir que Garzón  siempre me pareció un pésimo orador y  peor comunicador. En los años que estuvo teniendo frecuentes apariciones  públicas en los medios de comunicacion, la verdad es que jamás pude apreciar la más minima brizna de brillantez o de claridad ideológica en sus razonamientos políticos. Más bien, me sucedia todo lo contrario.

   El año pasado este joven aspirante a lobbista anunció su intención de retirarse de la política activa. Confieso que en mi caso, y en el de otros muchos conocidos míos, ese anuncio significó un alivio al evitarnos con su decisión el sufrimiento  de tener que escucharlo hablar «en nombre de los comunistas».

    Su justificación para tomar esa decisión parecia estar determinada, segun dijo, por su deseo de dedicar más tiempo a su familia, tras el desgaste que le había  ocasionado su  actividad política.

     No obstante, su reciente unión a la empresa lobista «Acento» nos dejó a no pocos patidifusos, dado el contraste entre la naturaleza de esta «consultora lobista y las durísimas críticas que el propio Garzón había hecho reiteradamente a la práctica de las llamadas «puertas giratorias».

     Personalmente su decision me pareció una gigantesca torpeza. Pero en mi opinión, fue muy congruente con su auténtico perfil ideológico, que no tiene nada que ver, desde luego, con el que él mismo nos había sugerido en su abracadabrante librito «Porque soy comunista». 

 

    CS: ¿Qué es exactamente la empresa «Acento» y por qué la decisión de Garzón ha generado tanto revuelo?

  CÁNDIDO GÁLVEZ: «Acento» es una consultora fundada por figuras que han ocupado un papel destacado en las instituciones del Régimen nacido de la Constitución de 1978. Esa empresa, en la que estaban incluidos un número de destacados exministros procedentes del PSOE y del PP, pretendía cubrir todo un amplio espectro de influencias, de relaciones políticas y financieras con una intención claramente crematística. Es decir, de ganar dinero a dos tajos, utilizando las relaciones de todo tipo que habían logrado acumular a lo largo de su ejercicio como políticos institucionales. Con el reclutamiento de Alberto Garzón  la empresa no trató de hacer otra cosa que dampliar el espectro de sus relaciones, consolidarlo y proyectar aún más la influencia que ya habían logrado. 

    La consultoría lobbysta «Acento» está especializada en la asesoría estratégica, comunicación y lobby. Trabajan para  para mejorar la imagen y los negocios de las grandes empresas y de los gobiernos que formen parte de su clientela, aprovechando los «nexos» que habian  acumulado mientras ejercieron como ministros, subsecretarios o diputados. Garzon entró en esa empresa justo para  ampliar esos nexos, ni mas ni menos.

    La indignación que ha suscitado estriba en que este muchacho, que ademas se permitía alardear de «ser comunista» como quien es socio del Fútbol Club Barcelona,  en reiteradas ocasiones  había criticado la práctica de pasar del sector público al privado para beneficiarse de conexiones políticas, y ahora pretendia  intentar seguir el mismo camino que tan duramente habia criticado.

     La verdad es que el «caso Garzón» no es una novedad en la «izquierda» de pacotilla de nuestros días. Tiene precedentes. Pablo Iglesias, por ejemplo, reprochó en sus primeros tiempos a aquellos políticos que una vez ocupaban la poltrona, cambiaban de barrio y se instalaban en «casoplones» bien acomodados y mejor ubicados. Y ya puedes ver lo que terminó sucediendo con él mismo. Convocó una especie de referendum en su propia organización para que  revalidaran su decisión de comprar su propio «casoplón», amenazando con que si el referendum salía negativo, dimitiría.  De manera que el joven Garzón no hacía otra cosa que seguir los pasos de sus iguales.

    CS: ¿Cuál ha sido la reacción pública y política a este movimiento?

CÁNDIDO GÁLVEZ: La reacción ha sido merecidamente fulminante y fuertemente negativa en multiples sectores de la izquierda sociologica de nuestro país, especialmente entre aquellos que ingenuamente habían visto en Garzón a un defensor de los intereses de clase trabajadora y a un crítico de las desigualdades generadas por el Régimen político y económico existente. La percepción de hipocresía y de abandonar los principios que decía defender, ha dominado en las polémicas, exacerbadas además por su intento de justificarlas a través de un comunicado que muchos han considerado  una vergüenza.

      Sin embargo, hay un aspecto de este bochornoso escándalo que no se ha tratado y que, sin duda, tendrá repercusiones duraderas, como ya las tuvo en su dia el «casoplón» de Iglesias. Me refiero a la generalizada decepción que este hecho ha  provocado en aquellos sectores sociales más jóvenes, que en el curso de los últimos años habian ido descubriendo políticamente la estafa que  había supuesto la «transición»  y el Régimen político resultante de esa misma operación politica.

    Una parte importante de esa generación había ido logrando avanzar algunos pasos, en medio del vacío ideológico que habia dominado  en este país durante las últimas cuatro décadas. Por ello, los efectos del «ejemplo» que han dado ambos personajes es políticamente devastador, como muy pronto, seguro, comenzaremos a visualizar. La responsabilidad contraida por estos dos personajes es infinita.

   CS: Hagamos una breve digresión sobre el tema. Profundizando en el papel de las consultoras y los lobbys en la política, ¿podrías explicarnos más sobre cómo funcionan estas entidades y cual es su impacto?

    CÁNDIDO GÁLVEZ:: Las consultoras y lobbies juegan un papel muy significativo en la intersección entre el sector privado y el público. Ofrecen asesoramiento estratégicogestión de comunicación y relaciones públicas influencia directa en la formulación de políticas y legislaciones a través del lobby a las grandes empresas. Su trabajo incluye desde la asesoría en regulaciones hasta la promoción de intereses de empresas y gobiernos, lo que plantea preguntas importantísimas sobre la influencia corporativa en las decisiones que toman los Parlamentos y, en concreto, el Europarlamento.

    CS: ¿Cómo se compara «Acento» con prácticas similares en otros contextos, como la Unión Europea?

    CÁNDIDO GÁLVEZ: En la Unión Europea, especialmente en Bruselas, la actividad de lobby es un componente crítico del proceso legislativo, con las actuaciones de miles de lobbistas representando una amplia gama de intereses. Téngase en cuenta que en Bruselas existe la friolera de más de 25.000 lobistas dedicados exclusivamente a servirle la pasta gansa a las grandes multinacionales, a determinados Gobiernos y a los intereses privados. La «transición» de políticos al lobby, no es exclusiva de España. Lo que ocurre es que en el caso de Garzón lo que  ha llamado la atencion es la ironía que suscita su supuesta condicion de «comunista» y el potencial conflicto ético en contraste con sus posturas previas. 

    CS: Volviendo a Garzón, ¿qué futuro político crees que le espera después de esta controversia?

    CÁNDIDO GÁLVEZ: En un país como el nuestro, donde la desmemoria funciona de manera tan arrolladora, el futuro político de Garzón es impredecible. ¡Vaya usted a saber! Dentro de unos años, a lo peor, entre la desmemoria colectiva, combinada con el tratamiento comunicacional que los medios le aplican a estos casos, lo mismo sucede que nos olvidamos de esta rocambolesca pirueta  garzoniana, y este personaje  reaparezca, cual Ave Fenix, en cualquier otra actividad pública hoy inimaginable. Yo él, no perderia las esperanzas.

     Pero ahora en serio. Lo que a Garzón eticamente le correspondería hacer ahora es una valoración  autocrítica, en la que nos explicara hilo por pabilo los motivos que tuvo para tomar la errática decisión de compartir mesa y mantel con dos representantes, tan genuinos como funestos, del bipartidismo monárquico. 

     CS: Por último, ¿crees que  el «caso Garzón» podría influir en el debate sobre la regulación de los lobis en España?

   CÁNDIDO GÁLVEZ: Bueno, mira, a estas alturas uno tiende a ser bastante  pesimista en este tipo de cosas, porque detrás de ellas se encuentran fortísimos y poderosos intereses económicos y, también, politicos. Sin embargo, cada vez que surgen este tipo de controversias se genera un renovado interés acerca de cómo se regulan las actividades de los lobbys y las transiciones de la política al sector privado. Lo que el establishment suele hacer es pasar una mano de pintura enmascarante sobre la superficie de sus deterioradas  fachadas, que el  escándalo ha dejado al descubierto. Tal vez,  el «caso de Garzón» pueda servir como un catalizador para el debate y, potencialmente, para algunas reformillas de escasa monta. Pero no vale hacerse ilusiones. Para que realmente en nuestro país las cosas cambien tienen que producirse  acontecimientos de mucha mayor envergadura.

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