Canadá organiza un montaje para que India cumpla con las sanciones a Rusia

mpr21                                                                                                                             Redacción

 

Canadá es el típico vasallo de Estados Unidos, un país con buena imagen internacional de marca que cumple con servilismo cada papel que Washington le encomienda. Lo hizo en 2018 cuando secuestró a una directiva de Huawei durante tres años y ahora pasa a la carga contra India.

Como por casualidad, la tormenta estalló unos días antes de la cumbre Brics en Rusia que ha comenzado esta mañana. El primer ministro canadiense, Justin Trudeau, afirmó que India estaba llevando a cabo un programa de asesinatos contra ciudadanos canadienses.

El gobierno de India ha denunciado las acusaciones como absurdas. Nueva Delhi afirma que el gobierno de Trudeau está siguiendo un plan político.

No es la primera vez que los dos países se enfrentan en el último año, pero parece ser el altercado más grave hasta ahora. Las acusaciones de Canadá son extraordinarias y potencialmente dañinas para la imagen internacional del dirigente indio Narendra Modi.

El FBI trabajó con la policía canadiense en la preparación del montaje, que ha provocado expulsiones mutuas de varios diplomáticos.

Los ciudadanos canadienses supuestamente buscados por India son principalmente refugiados de la comunidad sij. El 18 de junio del año pasado, un dirigente sij en Vancouver fue asesinado a tiros en lo que parecía ser un asesinato por encargo. Cuatro hombres fueron acusados ​​del asesinato de Darheep Singh Nijjar, que era presidente del templo sij. Tres de los acusados ​​tienen nombres sijs.

Canadá tiene el mayor número de sijs que viven fuera de su provincia natal de Punjab. También hay un gran número de ellos viviendo en Estados Unidos y Reino Unido.

Los expatriados sijs han estado haciendo campaña por un nuevo estado independiente en el norte de Punjab llamado Khalistan. Por supuesto, el gobierno indio está disgustado con el movimiento que socava la integridad nacional de India.

Durante los años setenta y ochenta, hubo una guerra entre el gobierno indio y los separatistas punjabíes. Miles de personas fueron asesinadas y muchos sijs se exiliaron para escapar de la represión. En la actualidad, no hay un movimiento fuerte en el Punjab por la independencia, pero el gobierno indio vigila de cerca a los dirigentes sijs en las comunidades de refugiados.

Canadá alega que los agentes de inteligencia del estado indio utilizan la cobertura de los consulados en Ottawa, Toronto y Vancouver para llevar a cabo vigilancias y organizar los asesinatos políticos de los sijs.

Trudeau ha puesto el dedo acusador sobre los más altos niveles del gobierno indio. Eso implica a Narendra Modi y su círculo de dirigentes de la inteligencia de Nueva Delhi.

Además, el gobierno de Trudeau y la Policía Montada de Canadá han acusado a las oficinas consulares indias de estar implicadas en el crimen organizado para llevar a cabo asesinatos y extorsiones.

Las actividades del gobierno indio son asombrosas, sobre todo porque se las atribuyen a un país que Occidente considera amigo. En torno a la época del asesinato en Vancouver el pasado mes de junio, Biden recibió en la Casa Blanca al presidente indio Modi en una recepción de Estado excepcionalmente suntuosa con la que pocos otros dirigentes han tenido el privilegio de contar. Las relaciones de India con Canadá y Estados Unidos se deterioraron posteriormente, después de que Trudeau lanzara sus acusaciones a principios de este año y las repitiera en los últimos días.

Si el espionaje indio es responsable de los atentados, la política de Nueva Delhi no es coherente, y menos hacia Canadá, que no es más que una extensión de Estados Unidos. Además, ahora la cuestión del Punjab Khalistan no es una amenaza grave para India.

Algo huele a podrido. Canadá no ha aportado pruebas que respalden sus acusaciones. No se han producido otros asesinatos de dirigentes sijs desde el tiroteo de Vancouver pero, según lo cuenta Trudeau, parece que los sicarios indios campan a sus anchas por Canadá.

Lo más probable es lo más retorcido: los cuatro acusados ​​del asesinato de Vancouver confesaron a la fuerza, o fueron engañados, o sobornados para implicar al gobierno indio.

El 16 de octubre el New York Times informó que el FBI proporcionó información a sus homólogos canadienses para renovar las acusaciones contra India. El Washington Post también ha sido uno de los principales intoxicadores de fuentes procedentes de la inteligencia estadounidenses sobre la “represión transnacional” de India.

Washington ha estado presionando a Nueva Delhi para que cumpla con las sanciones económicas occidentales contra Rusia por la Guerra de Ucrania. El Primer Ministro Modi ha rechazado las demandas de Washington y, de hecho, India está comprando cantidades récord de petróleo ruso.

El otro factor es la cumbre de los Brics que ha comenzado esta mañana en Kazán. Varios países, entre ellos Turquía, miembro de la OTAN, y los países productores de petróleo del Golfo Pérsico, tienen previsto unirse al grupo. Los medios occidentales ya no ocultan la importancia de los Brics como un contrapeso importante a la dominación occidental.

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