Fuente: https://mpr21.info/cambio-de-tercio-las-portavoces-de-la-otan-sacan-la-bandera-blanca/ mpr21
Llega el reflujo de la marea. Cada vez son más las voces que en occidente sugieren el inicio de conversaciones de paz en Ucrania, lo que indica que los campos de batalla ayudan a poner las cosas en su sitio… a costa de muchos fracasos, cada uno de los cuales ha costado muchas vidas.
Algunos creían Rusia se arrugaría con las sanciones y recularía rápidamente. Otros que bastaba con enviar armas y dinero al gobierno de Kiev. Todos ellos coincidían en menospreciar a Rusia.
La semana pasada el New York Times publicó un titular a toda página que ilustra el reflujo. Incluye una crítica a la expansión de la OTAN hacia el este. El periódico recuerda que, en 1997, 50 expertos estadounidenses en política exterior advirtieron a Clinton de que la ampliación de la OTAN era un “error político de proporciones históricas”. Lamentablemente, Clinton optó por ignorar la advertencia.
Al New York Times le falta recordar otros incumplimientos: el de los Acuerdos de Minsk, los ocho años de guerra en el Donbas o el incumplimiento del pacto sobre las exportaciones de cereales. No obstante, el periódico califica ahora la guerra como un “desastre sin paliativos” e insta a Biden a “poner fin rápidamente a la guerra mediante la diplomacia, sobre todo teniendo en cuenta los peligros de una escalada militar que podría descontrolarse”.
Por su parte, el candidato presidencial estadounidense, Ron DeSantis, se apuntó ayer al cambio de tercio y habló de lo que quiere y de lo que no quiere. Quiere una solución a la Guerra de Ucrania y no quiere ni una escalada ni que sus tropas participen en una guerra contra Rusia.
Hay que entender, pues, que en una escalada militar Estados Unidos no tendría nada que ganar, pues de lo contrario lo que pedirían es exactamente lo contrario: la escalada. En otras palabras, Rusia siempre ganaría una guerra a la OTAN, con escalada o sin ella.
El llamamiento a la negociación hubiera sido bienvenido durante cualquiera de los 450 días anteriores de guerra, sobre todo en abril del año pasado. Sin embargo, ha sido necesario el descalabro de la OTAN para que alcance los titulares de un periódico como el New York Times. Tambien ha sido necesario comprobar que Ucrania no ha sido capaz, al menos hasta la fecha, de iniciar su “ofensiva de primavera”.
En abril del año pasado Ucrania y Rusia negociaban la paz bajo los auspicios de Turquía y hubieran podido evitar el derramamiento de sangre que luego se ha producido. En nombre de la OTAN, Boris Johnson sabotéo aquellas negociaciones. Le prometió a Zelensky personalmente que las potencias occidentales estaban por la guerra a largo plazo y que le apoyarían en la recuperación de todo el antiguo territorio ucraniano, con una única condición: que no negociara con Rusia. Por eso Ucrania se lanzó a una aventura imposible que ha pagado con mucha sangre y mucho esfuerzo.
Como es característico, Johnson no cumplió su promesa y, una vez que dimitió de su cargo de Primer Ministro, cambió el discurso y se pronunció a favor de que Rusia se retire sólo de los territorios invadidos desde febrero del año pasado. Por lo tanto, incluso para las potencias occidentales, no puede haber retorno a las fronteras anteriores a 2014, o sea, que están resignados a que Rusia se apodere de Crimea de manera defintiva.
Desde abril del año pasado Zelensky intenta que los países occidentales cumplan las promesas de Johnson. Pero no es posible porque ningún arma occidental puede impedir la derrota. Las guerras no dependen sólo de armas y ahora el New York Times pide que se detengan los envíos. Los suministros ya no tienen ningún sentido militar ni político.
La OTAN ha entregado a Ucrania 600 sistemas de armas diferentes, lo cual -más que una ayuda- es una fuente de continuos problemas. Por ejemplo, los diferentes cañones de 105 milímetros enviados por Reino Unido, Francia, Alemania y Estados Unidos utilizan proyectiles diferentes. Cada vez que las pérdidas obligan a Ucrania a reestructurar sus unidades militares, las tropas tienen que aprender a manejar armas y equipos que nunca antes habían utilizado.
A pesar de la entrega por parte de Estados Unidos de al menos seis tipos de misiles antiaéreos -Stinger, NASAMS, Hawk, Rim-7, Avenger y al menos una batería de misiles Patriot-, un documento del Pentágono ha revelado que los sistemas antiaéreos SS-300 y Buk de fabricación rusa siguen constituyendo casi el 90 por cien de las defensas aéreas de Ucrania.
Los países de la OTAN han buscado en sus arsenales de armas todos los misiles que pueden proporcionar para estos sistemas, pero Ucrania casi ha agotado estas reservas, dejando a sus fuerzas a merced de los ataques aéreos rusos.
Si quieres la paz, preparáte para la guerra
Son muchos los que han reconocido públicamente, incluido Biden, que la guerra debe terminar con un acuerdo negociado. Pero esa no es la cuestión, sino algo mucho más concreto: en qué condiciones se va a sentar en la mesa de negociaciones cada uno de los bandos. La Casa blanca ha insistido en que envían armas a Ucrania para ponerla en la posición más fuerte posible, que es el único lenguaje que entienden: negociar la derrota del adversario. El pasado otoño el general Mark Milley, Jefe del Estado Mayor Conjunto de Estados Unidos, sugirió públicamente que había llegado el momento de negociar desde una posición de fuerza. “Cuando se presente la oportunidad de negociar, cuando se pueda alcanzar la paz, aprovechémosla”, dijo.
Cada nuevo sistema de armas suministrado debería, pues, reforzar la posición de Ucrania en la mesa de negociaciones. Pero no es así, como reconocen los documentos filtrados del Pentágono. La ofensiva de primavera prevista por Ucrania, ya aplazada hasta el verano, se topará con defensas rusas cada vez más poderosas.
Uno de los documentos del Pentágono reconoce que “es probable que las persistentes deficiencias de Ucrania en materia de entrenamiento y suministro de municiones ralenticen el progreso y agraven las pérdidas durante la ofensiva”. Si finalmente se produce, lo que la ofensiva va a poner de manifiesto no es la fuerza sino la debilidad de Ucrania.
¿Cómo puede una ofensiva ucraniana con importantes pérdidas reforzar la posición de Ucrania en una mesa de negociaciones? Si la ofensiva revela que ni siquiera las enormes cantidades de ayuda militar occidental han logrado dar a Ucrania superioridad militar o reducir sus pérdidas a un nivel sostenible, podría dejar a Ucrania en una posición negociadora mucho más débil.