El Sudamericano
CEMEES | Febrero 2025
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Recientemente volví a leer otro artículo en el diario The New York Times [1] , firmado por la corresponsal del periódico en Beijing, Vivian Wang, y una vez más, me doy cuenta de que viven en la misma cámara de eco que tan moralistamente critican en los demás. Es fácil señalar a otros desde un pedestal; lo difícil es reconocer el sesgo y la visión unilateral del mundo que uno mismo consciente o inconscientemente toma.
El artículo se centra en argumentar que en China no hay suficiente innovación por una cuestión política, en palabras más llanas, no hay nuevas invenciones y descubrimientos científicos porque el control del Partido Comunista no permite que las personas destaquen. Sin embargo, no presenta evidencias para esto y su hilo argumentativo es muy débil. Veamos algunos párrafos concretos.
Tomemos primero su narrativa sobre China, la tecnología y la inteligencia artificial. Si aplicara su propia lógica, fácilmente podría darle la vuelta a uno de sus párrafos y decir para el caso norteamericano:
«Fuera de las aulas, los graduados también deben enfrentar obstáculos como una cultura corporativa agotadora y los caprichos políticos del sistema estadounidense. Bajo su actual líder, Donald Trump, el sistema ha enfatizado el control en lugar del crecimiento económico y ha estado dispuesto a cooptar las empresas tecnológicas que considera demasiado influyentes, como, por ejemplo, OpenAI o Tesla.»
¿Suena familiar? Solo cambié algunas palabras y apliqué su razonamiento a su propio gobierno. Sin presentar evidencia se puede cambiar algunas palabras y aplicar las afirmaciones a la potencia de enfrente.
Una de las suposiciones centrales en el artículo de esta periodista es que el sistema liberal estadounidense es el fin de la historia. El modelo definitivo. ¿Pero dónde está la evidencia? En ninguna parte. Es pura ideología envuelta en una falsa objetividad.
Y luego viene la ridiculez:
«DeepSeek ha logrado evadir muchas de esas presiones [políticas], en parte porque ha mantenido un perfil bajo y su fundador declaró su compromiso con la exploración intelectual, en lugar de obtener ganancias rápidas. Sin embargo, queda por ver cuánto tiempo podrá seguir haciéndolo.»
¿Así que ahora, para estos periodistas liberales, mantener un perfil bajo es malo? ¿Que una empresa elija la exploración intelectual en lugar de la maximización de ganancias es un problema? Lo que realmente quiere decir es que las empresas deben secuestrar el debate público, presionar a los legisladores y controlar a los funcionarios políticos, exactamente como hacen sus amos tecnológicos en EE.UU. Sin darse cuenta, la periodista revela su sesgo ideológico y visión del mundo naturalizando la explotación y acumulación capitalista.
Hablemos de la audacia de su crítica. La escritora, sutilmente, reprende a DeepSeek por perseguir objetivos intelectuales en lugar del todopoderoso motivo de lucro. ¿Qué tipo de disparate distópico es este? ¡Qué horror que China no adopte completamente el despiadado modelo explotador del capitalismo estadounidense, que depreda los recursos del mundo, explota a los trabajadores y canaliza toda la riqueza hacia la cúspide de la pirámide social! ¡Imperdonable!
Lo cierto es que China, un país de economía agraria hace cuatro décadas, está dejando al descubierto al emperador desnudo, pero esta periodista está demasiado adoctrinada para ver la realidad. En lugar de analizar el cambio de poder global, repite los mismos puntos de siempre para mantener sus privilegios dentro del establishment mediático occidental.
Nadie ha hecho más daño a la sociedad estadounidense que la élite mediática liberal. El fenómeno Trump no surgió de la nada: fue una reacción directa a la mediocridad ideológica de este tipo de periodistas acríticos. Se niegan a reconocerlo, al igual que se niegan a reconocer su propio papel en apuntalar el statu quo estadounidense.
El llamado «establishment liberal» no es tan diferente del movimiento de derecha que dicen despreciar. Al final del día, ambos sirven a los mismos amos, comparten los mismos intereses materiales y operan bajo las mismas ilusiones imperialistas. Clinton, Kamala, Biden… pueden disfrazarlo con palabras educadas, pero sus sueños en la noche no son distintos de los de Trump: mantener la hegemonía capitalista de EE.UU. a toda costa.
Analicemos otra perla de sabiduría:
«Para muchos en China, la fortaleza de su sistema educativo está estrechamente ligada al estatus global de la nación.»
¿Y cómo se supone que deberían reaccionar? Si mi país es una potencia global, ¿no esperaría que mi sistema educativo refleje ese estatus? ¿Debería medir mi país según el estatus de otra nación? Dejo la respuesta al lector.
Luego viene esta joya:
«Varias universidades chinas ahora están entre las mejores del mundo. Aun así, los mejores y más brillantes estudiantes de China han ido al extranjero durante décadas, y muchos se han quedado allí.»
¿Dónde está la revelación aquí? Existe una diferencia salarial debido a las deliberadas restricciones a la movilidad laboral internacional, diseñadas y aplicadas por—adivina quién—EE.UU. y sus aliados. ¿Acaso los graduados indios regresan en masa a la India? ¿Los estudiantes mexicanos vuelven corriendo a México después de graduarse? ¿No? Entonces, ¿cuál es el punto de este argumento?
Un viejo economista una vez dijo que leer las noticias es excelente para encontrar ideas para investigar, porque los sofismas que se hallan en ellos son una fuente interminable de inspiración[2]. Este artículo es un caso de estudio: alguien podría escribir toda una disertación desmintiendo múltiples sandeces.
Y luego viene el clásico excepcionalismo estadounidense. ¿La conclusión de la periodista? DeepSeek es un producto del azar. El éxito de China es accidental porque, por supuesto, solo EE.UU. puede producir innovación.
Déjenme ser claro: China es el país más innovador del mundo en este momento. Superen sus anteojeras ideológicas y enfrenten los hechos. El excepcionalismo estadounidense solo existe en la mente de estos guardianes mediáticos, no en la realidad. Y los datos, esos sí los ofrece la misma periodista: es el país con el mayor número de egresados de licenciatura en ciencias, tecnologías, ingenierías y matemáticas (STEM), con casi 4 millones en 2020[3]. De acuerdo con datos de The Economist[4], China es el país que más artículos científicos publica en el mundo en las áreas de ciencia de materiales, química, ecología y medio ambiente, y física y su influencia crece aceleradamente en otras áreas.
El sistema chino es eficiente y no se irá a ninguna parte. ¿Tiene debilidades? Sí. Pero EE.UU. también las tiene. La diferencia es que la tendencia favorece a China desde inicios de siglo. En 2025, China producirá el doble de doctores en STEM que EE. UU., con casi 80 mil egresados[5]. La innovación china no es una casualidad, es una política de estado.
EE.UU. está tan aterrorizado que ha recurrido a medidas desesperadas: sanciones contra empresas tecnológicas chinas, restricciones de visas para estudiantes chinos, controles de exportación—ejemplos de manual de políticas impulsadas por el miedo. DeepSeek es solo la punta del iceberg. El cambio tecnológico con centro de gravedad en Asia está en marcha, le guste o no a Washington.
Y, sin embargo, el artículo nos deja esta brillante conclusión:
«Pero es imposible decir cómo se vería el panorama de la IA en China si Pekín hubiera sido más tolerante con las grandes empresas tecnológicas en los últimos años.»
Si quieres un adelanto, solo mira a EE. UU. con un sistema financiero depredador y de casino dispuesto a destripar a su propia gente solo para mantener altas las ganancias de unos pocos. ¿Esa es la alternativa?
Otra clásica:
«Incluso dentro de las empresas privadas, los empleados a menudo deben lidiar con un enfoque en resultados rápidos. Esto ha llevado a un estereotipo ampliamente aceptado en China de que los ingenieros chinos son mejores en optimizar las innovaciones de otros que en crear las suyas propias.»
¡Vaya! Acaba de redescubrir el capitalismo. Esto es exactamente cómo funciona este sistema, apropiándose del trabajo de otros. Lo mismo ocurre en cada gran corporación estadounidense.
Y, por último, la joya de la corona:
«Pero la mejor manera para que China aproveche a su ambiciosa y bien educada fuerza laboral en IA puede ser que el gobierno se haga a un lado.»
Esta periodista vive en una realidad paralela. Es una militante de la mentira. La verdad la persigue, pero ella es más rápida. Si se molestara en investigar, descubriría que el estado ha sido el actor clave en la innovación tecnológica. No me crean a mí, lean El Estado Emprendedor de Mariana Mazzucato. Pero claro, enfrentar argumentos reales no es para lo que le pagan. Le pagan para mantener la ilusión.
Y así continúa la cámara de eco liberal.
Arnulfo Alberto es maestro en Economía por la UNAM e investigador del Centro Mexicano de Estudios Económicos y Sociales.
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