Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2020/07/08/cagar-en-la-cama/ JULIO 8, 2020
“Johnny Depp revela que decidió divorciarse de Amber Heard cuando ella defecó en la cama”. “Como broma”: dijo ella.
“Para nosotros, el comunismo no es un estado que debe implantarse, un ideal al que ha de sujetarse la realidad. Nosotros llamamos comunismo al movimiento real que anula y supera al estado de cosas actual. Las condiciones de este movimiento se desprenden de la premisa actualmente existente.”
Glosa marginal de K. Marx en La Ideología Alemana, segundo manuscrito. Cap 1. Apart. 5. 1846.
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En sus implicaciones políticas, la Ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia, que es la única ley general capaz de explicar las crisis capitalistas, solo puede ser entendida en el marco de una relación histórica que le precede y le da sentido y coherencia: la moderna “guerra de clases”; es decir la forma-social-mercantíl-capitalista. Esto para Marx y Engels implica “un estado de guerra permanente” al que solo es posible oponerle un “estado de revolución permanente”, desmantelando la propiedad capitalista y “atentando deliberadamente” contra la ley del valor.
En el capitalismo, (capital en su forma valor que se valoriza) –según nos explica la dialéctica materialista–, la guerra de clases que se desarrolla de forma más o menos encubierta, no es una hipótesis ni una abstracción. Los propios comunistas como movimiento histórico son objetivos de guerra, y sujetos de todo tipo de proscripciones, mentiras, difamaciones, injurias y violencias.
Capitalismo es entonces, praxiológicamente, sinónimo de Guerra de clases, que es sin más sinónimo de Violencia, y esa constante se explica observando críticamente el rol y la interacción de la violencia en la política y la economía.
La pax civil y la guerra estatal, –que es la pax romana de la civilización burguesa–, con la guerra como fenómeno de clases y sus violencias, son expresión y contenido de “la forma histórica” que la ley de la tendencia decreciente de la tasa de ganancia de los capitalistas (en esta realidad material nuestra de la vida contemporánea) explica con categorías analíticas científicas.
La guerra militar, es “económica” en todos sus aspectos políticos, sociales, culturales, etc., y acompañó cada fase de expansión y desarrollo de las manufacturas y de los mercados.
También por eso, la guerra como fenómeno político-social, es una contramedida a los ciclos de la crisis.
Es bien sabido que Karl Marx gastó lo poco de la exigua fortuna familiar que aún conservaba, en pagar las deudas de la “Gazeta Renana” y en comprar armas para los revolucionarios comunistas alemanes en 1848-49.
El comunismo, que es el único y verdadero movimiento histórico libertario y revolucionario, entiende que el carácter de esas contramedidas y sus efectos dependen del resultado de la pugna entre las fuerzas y las potencias de los actores en disputa: si reaccionarias o democráticas. Si revolucionarias o contrarrevolucionarias. Si guerra toral, o guerra silenciosa. El capitalismo siempre es guerra contra la condición humana.
“La violencia es la partera de la historia”.
Marx y Engels nos dicen: La guerra, y la política sin inmanencia, no son dos fenómenos aislados, sino una relación dialéctica constante, histórica y también transhistórica. La guerra es real, aquí y ahora. Es tan real como una bala, para las clases en pugna. Pero la guerra es también la continuación de todas las guerras de la humanidad contra la enajenación y el sacrifico de la vida humana. La guerra es la forma de la contradicción en su estado descarnado, primordial. La ideología es la máscara que la encubre. Para los comunistas –nos dicen Marx y Engels–, la política es el arte de lo imposible. Guerra contra la guerra.
Una totalidad concreta en automovimiento solo interpretable racional y por tanto lógicamente, observando y reconstruyendo sistemáticamente sus contradicciones. Definiendo los rasgos psicopatológicos que podrían inferirse de esa cultura de la muerte. De esos modernos rituales de sacrificio. Ese movimiento es una brutal y despiadada manera de explotar y destruir fuerza productiva y desarrollar tecnología antihumana y destructiva.
Esa constante desvelada por Marat y Babeuf, por los blanquistas y lúcidamente asumida por Walter Benjamin; ese “estado de excepción” es sinónimo capitalismo.
Por eso no es casual que el estado de “guerra civil” haya precedido cada fase expansión y desarrollo del modo de producción mercantil-capitalista y de sus contradicciones en el marco de la sociedad burguesa.
Ante todas las evidencias, quizás lo nuevo es que ésta crisis, este nuevo ciclo de guerra, este “capitalismo de tragedia”, “de desastre”, de “guerra permanente”, es la fase de acumulación terminal.
En todas las lenguas y en todas las tradiciones indígenas de toda nuestra América, todos los pueblos ancestrales lo han dicho: será la guerra que anunciará “el gran cambio”.
La bandera de los anabaptistas de Münzer es la bandera del altiplano. Es la bandera de los guerreros de las profecías sioux. Roma nunca se ha enfrentado a nada parecido.
Esta guerra cambiará el mundo tal cómo lo conocemos.