Mario di Giulio Agenda Digitale 22/08/25

El presidente de Burkina Faso, Ibrahim Traoré, apuesta por la sostenibilidad, la movilidad eléctrica y las energías renovables para potenciar los recursos locales y nacionalizarlos: esto es lo que está ocurriendo.
Centrarse en la sostenibilidad ambiental, la promoción de las energías renovables y la inversión en movilidad eléctrica. El nuevo rumbo de Burkina Faso bajo la dirección de su joven presidente, Ibrahim Traoré, abre el camino a una reflexión fundamental sobre qué sistema de gobernanza garantiza mejor el desarrollo del país.
Situado en África Occidental, en el curso superior del río Volta y sin salida al mar, Burkina Faso, antes conocido como Alto Volta, ha vuelto a atraer la atención por ser el primer estado africano en producir su propio coche eléctrico.
Algunos antecedentes pueden ser útiles. Antigua colonia francesa, obtuvo su independencia en 1960.
Al igual que otras antiguas colonias francesas, mantuvo, al menos hasta hace poco, sólidas relaciones con esta nación, gracias en parte al uso del franco CFA (Comunidad de Naciones Africanas).
Esta moneda estuvo inicialmente vinculada al franco francés y posteriormente al euro a un tipo de cambio fijo, con el Banco de Francia actuando como garante al retener una parte de las reservas de oro de la antigua colonia, asegurando así la estabilidad de los tipos de cambio en las guerras de divisas que cíclicamente inflaman la economía mundial. La nación, aunque rica en algunas materias primas y el cuarto mayor productor de oro de África, tiene una renta per cápita muy baja (882,69 dólares estadounidenses en 2023), lo que la sitúa entre los países menos desarrollados del mundo.
En 2021 y 2022, se produjeron dos golpes de Estado, el segundo de los cuales llevó al poder al capitán Ibrahim Traoré, de 37 años. Para comprender a este hombre basta con ver algunos vídeos de YouTube: un firme defensor del orgullo africano. De hecho, ensalza las fortalezas de varios estados africanos, interpretando eficazmente un sentimiento compartido por muchos: se enorgullecen de ser africanos, independientemente de su nacionalidad.
Como corolario necesario, el orgullo africano revela un considerable resentimiento hacia Occidente, culpable primero del colonialismo y luego del neocolonialismo, con su explotación sistemática de los recursos africanos.
De ahí un distanciamiento de Europa y un acercamiento a la Rusia de Putin, que, desde esta perspectiva, tendría el mérito de respetar a las poblaciones africanas.
Burkina Faso, rico en materias primas, como piedras preciosas y oro, como ya se ha mencionado, ha estado sumido en la pobreza extrema.
Sin embargo, como suele ocurrir en los países africanos, presenta algunas sorpresas, como el lanzamiento de su propia industria nacional de coches eléctricos: ITAOUA es el nombre de la nueva marca, que ensambla piezas fabricadas en el extranjero en la capital, Uagadugú (a menudo llamada Ouaga, nombre de uno de sus distritos), excepto las baterías, que son las únicas piezas de producción local.
En una conexión lógica, cabe destacar que Burkina Faso es el principal productor de energía solar en África Occidental.
La creación de esta industria se comprende mejor si se considera que en muchos países africanos existe una marcada brecha entre las generaciones mayores y las jóvenes, donde las primeras han visto el medio ambiente como un recurso a explotar y las jóvenes como un recurso a proteger.
Si recordamos que el nuevo presidente, Traoré, tiene 37 años, es fácil entender por qué este país puede jactarse del récord de producción de coches eléctricos en África (y también debería hacer reflexionar a nuestros dirigentes que truenan en defensa de los viejos coches diésel, sin gastar una sola palabra en la contaminación que está comprometiendo la salud de los ciudadanos).
La movilidad eléctrica, además, no es nueva en los países africanos, considerando que los primeros autobuses eléctricos de producción local, producidos por la empresa conjunta keniano-sueca Roam, se instalaron en Nairobi en 2022.
Aunque la noticia del coche eléctrico ITAOUA se extendió rápidamente por todo el mundo, es cuestionable si será un éxito y en qué medida, dada la pobreza de la región y el limitado poder adquisitivo de sus residentes, así como la gestión de la asistencia, el mantenimiento y la cadena de suministro.
En este país, el esfuerzo por lograr una movilidad sostenible se enmarca en un enfoque más amplio hacia la naturaleza y el medio ambiente: se han introducido nuevas normas para la explotación de recursos minerales, que imponen medidas de protección ambiental.
Además, el presidente Traorè también ha apoyado firmemente el proyecto de un cinturón verde alrededor de la capital, Uagadugú, destinado a proteger la ciudad de la contaminación y el calentamiento global, al igual que lo están haciendo varias ciudades del Reino Unido.
Además, para controlar mejor los procesos de producción y evitar la venta de los recursos del país, el gobierno está considerando la nacionalización de las empresas mineras, en particular las de extracción de oro (actualmente mayoritariamente propiedad de empresas canadienses y australianas, en las que el gobierno solo posee una participación minoritaria y regalías modestas).
Sin embargo, el camino recorrido no parece lineal: mientras que, por un lado, se considera la nacionalización, por otro, se otorgan nuevas concesiones a empresas rusas, quizás con la intención de fortalecer la cooperación, dada la interrupción de la colaboración con Francia.