María Arrilucea Ozaeta
Durante un concierto en el festival Getxo Folk un hombre del público mandó callar a la cantante. Dos espectadoras comparten su reflexión de lo ocurrido.
He tenido, nuevamente, la inmensa suerte (gracias a la vida que me da tanto) de ver en concierto a Buika y, superando todas las expectativas, me volví a enamorar loca y profundamente de su alma de burro y del tigre en su garganta. Me atrevo a hablar por muchas cuando digo que no hay nada igual, que es brutal la experiencia de estar ahí, que las emociones se trastornan, que dejas cuerpo y coges alma, que te mira a los ojos y te cuenta lo que ya sabes pero no te atreves, que su voz se lleva el miedo y que es bruja, sabia, historia y metáfora de vida. Y que canta y cuenta como nadie en este mundo y en los otros.
Y que es molesta, porque es mujer, negra, libre, genuina y habla de drogas y de “nuestras cosas”. Y lo es para machos que se atreven a levantar la mano en medio del concierto para decirle que ya vale, que se está pasando y que “yo he venido a oírte cantar”. ¿En qué momento a este pijo se le ocurre que nos interesa su opinión?, ¿en qué momento a este macho le parece que puede cortar la energía de todo un auditorio y hacer callar a Buika? En cualquier momento. Porque se trata, queridas, del patriarcado al galope, del patriarcado a sus anchas en una sala llena de tías y la mayoría de ellas, fijo, feministas.
“No le interesa la persona, la historia, la memoria, la cultura, la palabra. Que se calle y cante, que para eso paga”
Cualquier momento es bueno para callarnos y, cuanto antes, mejor, que siempre nos pasamos. El patriarca fue a oír cantar, a consumir un producto, a entretenerse. No le interesa la persona, la historia, la memoria, la cultura, la palabra. Que se calle y cante, que para eso paga. Y sobre todo que se calle porque no le gusta nada de lo que dice. ¿Quién no ha recibido un “calladita estás más guapa”? Pues ellos, claro. Y Neruda.
Maite Guevara
“Me gustas cuando callas porque estas como ausente”. Tal vez era lo que querían esos otros que secundaban al “elegido”. Esos que como coro silencioso se regocijaron con su corifeo cuando se envalentonó a hablar en sus nombres y mandar callar a Concha Buika en medio de su propio concierto, en la sala Muxikebarri, en el festival Getxo Folk.
Porque sí, la mandó callar, bajo -además- frase paternalista “ya te estás pasando”, como si aún ella necesitase que le hagan ver…, que tal vez “pobre mujer que igual es que ni siquiera es capaz de registrar que ya es demasiado rato hablando en su propio concierto”. O “qué pasada está”, o “qué egotista”, como dice una crítica en El Correo.
“Buika verborreica, visceral y anticlimática en el Getxo Folk”. Gran título, señor, gran título.
Qué egotista o…cuánta libertad de expresión en una mujer. Mujer negra y gitana al mismo tiempo, dicho sea de paso.
Una sala llena, en su mayoría por mujeres. Aplauso en pie. Pero ella, anticlimática
Oh, my God!, tanta diversidad en un solo ser es demasiado para el body, mejor que calle, que solo cante, que se quede detrás de los altavoces y pegadita al pie de micro, que no se acerque de más a proscenio…. Menos Buika, menos, que te pasas.
No ahondo en la crítica en sí porque solo es dar más voz a un escarnio misógino y horrible. Pero, francamente, me pongo a pensar en que existe una ausencia de paridad tremenda en el personal de la crítica. ¿Cómo es posible que no hubiese una mujer en la crítica habiendo una mujer en escena? ¿Cómo es posible que al menos en nuestros sitios hubiera tres hombres con papel y boli y ni una mujer? ¿La hubo? ¿Dónde está? Un temita más, un melón más, ¿será que no hay mujeres que se dediquen a ello? Que sí las hay pero no son suficientemente buenas. ¿Será esta la respuesta nuevamente?
Una mujer en escena liderando a cinco hombres en su equipo. Al menos tres críticos hombres en la butaca. Una crítica –hecha por un hombre- dura y extensa sobre su persona, escueta y correcta sobre su arte.
Una sala llena, en su mayoría por mujeres. Aplauso en pie. Pero ella, anticlimática.
Un hombre, uno solo, la manda callar, le rompe la energía, pone fin a un concierto, sin bises, sin adioses… Pero ella anticlimática.
Y sigo pensando, me gustas cuando callas porque estás como ausente porque tanta presencia tuya bastará para sanarme…y no quiero.