Brasil: “Estamos en un barril de pólvora”. Entrevista

Fuente: http://www.sinpermiso.info/textos/brasil-estamos-en-un-barril-de-polvora-entrevista                                                                                   Ruy Braga                                                                                                                         28/12/2019

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Termina un año que quedará en la memoria como un caos permanente, bajo el signo de una figura cuyo oscurantismo no se puede olvidar nunca. Las declaraciones y los actos aberrantes del presidente Bolsonaro y su equipo, cuando no son crímenes y ataques a las funciones mismas del Estado, son el pan de cada día. Entre la perplejidad general y una parálisis causada también por una izquierda derrotada en el tiempo y en la historia, el absurdo se ha estabilizado y a veces ha tenido aires de normalidad. Sin embargo, la situación económica y los trastornos en los países vecinos sugieren que el letargo no será eterno. Es sobre esta imagen que el sociólogo Ruy Braga habló con Gabriel Brito, de Correo de la Ciudadanía.

-Correio da Cidadania: ¿Cómo resumir el año 2019 en Brasil, con el surgimiento de un gobierno de ultraderecha que, a pesar de despertar un enorme repudio, logra avanzar las reformas y colocar sus agendas, muchas de ellas moralistas, en el centro de la agenda política?

Ruy Braga: El primer año de este gobierno está marcado por el signo de la inestabilidad. Lo que la sociedad hereda del período de crisis desde 2015 hasta ahora, una combinación de crisis económica y política, que ha dado lugar a una profunda crisis social, no se ha estabilizado. Bolsonaro es una expresión del proceso de reproducción de una crisis que puede ser menos explícita, pero que está marcadamente presente en la vida de las personas, como la cuestión del empleo.

Desde noviembre de 2017 hasta los últimos datos de empleo, la tasa de desempleo general es estable; sin embargo, percibimos claramente un deterioro del mercado laboral brasileño. Más empleos informales en lugar de formales, un movimiento de inseguridad para las familias sometidas. Esto significa que aún con este crecimiento del 1% anual se produce un deterioro de las condiciones generales de contratación, acompañado de un aumento de la concentración de los ingresos. El endeudamiento de las familias es otra consecuencia, gestionada a través de la liberación del FGTS (Fondo de Garantía del Tiempo de Servicio).

Desde el punto de vista de las condiciones generales de la política, el hecho de que se trate de un nuevo gobierno ha permitido superar la situación de crisis política aguda del gobierno Temer, de corrupción, escándalos y muy baja popularidad. ¿Cómo se puede explicar esto? Por la decantación de la extrema derecha por parte de la sociedad brasileña, que encontró en Bolsonaro una forma de expresar sus resentimientos, neurosis y taras. En alguna medida esto mantiene su 30% de popularidad. Pero ya ha caído mucho después de su elección, aunque se ha estabilizado en este 30%, una cifra que no es de adhesión total, no es tan firme. El núcleo consistente de bolsonaristas es del 12% al 15%. Pero tiene un 30% de la sociedad dispuesta a apoyar a su gobierno, lo que es mucha gente.

Es consecuencia de la crisis económica, de la identificación del PT como causa de la política económica, a través de la corrupción y también por el segundo mandato de Dilma, marcado por políticas que fracasaron y profundizaron la recesión. Pero hay otro componente: la aproximación de una parte de la población a la agenda conservadora, expresada en el enfoque pentecostal/evangélico. Hay un sector de la sociedad que garantizó su elección – el voto evangélico, en general – que marcó la diferencia entre Bolsonaro y Haddad.

Es un hecho importante que debe ser estudiado: el desplazamiento del sector pentecostal/neopentecostal a la extrema derecha. Esto ya había sido indicado en otras investigaciones, pero ahora gana un volumen más sorprendente.

A pesar de la inestabilidad y la depresión económica, que no ha sido superada, se ha producido un reequilibrio de las fuerzas en juego en torno al presidente y sus ministros más populares, como Sergio Moro, lo que ha garantizado unos resultados impresionantes en el primer año de gobierno.

-Correo de la Ciudadanía: Y en el espectro opuesto es de suponer algunos factores que también explican esta deriva.

Ruy Braga: Desde el punto de vista de los movimientos sociales y de los partidos, está claro que todo el proceso que terminó con el proceso de destitución de Dilma -en cierto modo desde 2013, cuando hubo un nivel de actividad política muy intenso en todo el país, hasta 2017, el ápice de la inestabilidad de Temer- y la detención de Lula en 2018, la imposibilidad de su candidatura, seguida de la victoria de Bolsonaro y el estancamiento de un proyecto progresista les golpearon mucho.

El año 2019 estuvo marcado por estas condiciones, incluyendo la inseguridad económica, y terminó bajo la marca de la desmovilización social, motivada por el contexto de la derrota en 2018 y el agotamiento de las fuerzas políticas y también sociales, que venían desde 2013: fuerzas sindicales, populares urbanas, estudiantiles, feministas, LGBT, negras. todos fueron duramente golpeados por el reflujo de 2018.

La pregunta es: ¿cómo explicar esta desmovilización? En mi opinión, se debe a la incapacidad de la izquierda para construir un proyecto alternativo al lulismo. Cuando se pone toda la energía en ganar unas elecciones, convertidas en el último recurso para contener los avances de la derecha, y el candidato más fuerte es arrestado y excluido de la campaña, es evidente que no hay proyectos alternativos al lulismo.

Tenemos una enorme fragmentación de la agenda de la izquierda, pero no hay una articulación de todas ellas, lo que muestra la lulo-dependencia de la izquierda brasileña, y también el agotamiento de esta forma de hacer política, una fórmula muy centrada en la figura de un caudillo, de un liderazgo.

Por lo tanto, experimentamos esa desmovilización porque, por un lado, hubo una derrota política y, por otro, la incapacidad para crear un proyecto alternativo al derrotado en 2018. Por eso nada se traduce en un endurecimiento de la lucha de clases en las calles, en los lugares de trabajo, y nos quedamos en un desconcierto generalizado. Esto limita la posibilidad de hacer política exclusivamente al ámbito parlamentario. Tenemos mucho activismo partidario en los parlamentos, pero no está directamente relacionado con las movilizaciones en la calle.

-Correio da Cidadania: Todavía sobre la extrema derecha, ¿cómo podemos entender este fenómeno cuando sabemos que el discurso moralista no se sostiene en la realidad, dado que los vínculos de Bolsonaro y su círculo con la corrupción e incluso la “mafialización” de la vida pública son de conocimiento general y no son exactamente refutados. ¿Cómo podemos entender la estabilización incluso dada la fragilidad de su moralidad?

Ruy Braga: Es el conservadurismo lo que hay que radiografiar. Cuando analizamos la base social de este gobierno vemos con cierta claridad que hay un ala vinculada al ejército, históricamente conservadora y reaccionaria, que en muchos momentos de la historia se ha colocado a la vanguardia de la defensa de los intereses vinculados a la burguesía y las clases medias altas. No podemos negar eso. Incluso con una Reforma de la Seguridad Social que ha afectado a la parte más pobre de esta base, y que ha golpeado un poco al gobierno, es notorio que el aparato represivo brasileño – al que hay que añadir a la policía – apoya al gobierno de forma mayoritaria.

Tenemos un aparato represivo centralizado en el Estado, con una rígida disciplina, mando, organización interna, que favorece la estabilidad de este gobierno. Se trata de un primer elemento, junto al que debemos incluir también a la Policía Federal, que no carece de personal y es una parte sustancial del estado brasileño.

A ello se añade la adhesión de los estratos medios tradicionales a una reaccionaria agenda conservadora, sobre todo desde el punto de vista económico, entre los que el autoritario ultraneoliberal de Paulo Guedes tiene cierta popularidad. Son sectores que ganaron mucho en el período lulista, vivieron la crisis y se divorciaron definitivamente de cualquier agenda progresista, lo que se vio en buena medida desde la redemocratización.

Son parte de la población que tiene dinero invertido en el mercado financiero y se divorcian, en este caso, de los gobiernos progresistas más por sus méritos que por sus defectos, es decir, un aumento de los empleos con contrato de trabajo, la formalización de las trabajadoras domésticas, un intento de descentralizar los ingresos a través del trabajo…Estos sectores se adhieren a una agenda autoritaria desde el punto de vista económico y esto tiene un efecto, ya que es un sector influyente que forma opinión, tiene acceso a los medios de comunicación, un cierto nivel de estudios. Por eso el gobierno es bien valorado entre quienes tienen estudios de nivel superior.

El tercer elemento es la fuerte adhesión del empresariado brasileño a esta agenda ultraliberal, que consolida su liderazgo sobre los sectores medios y tradicionales del empresariado, siguiendo el ejemplo del FIESP (Federación de las Industrias del Estado de San Pablo).

Y, finalmente, el gran elemento innovador es el apoyo popular a una agenda conservadora en las costumbres, lo cual no es tan nuevo en Brasil. Sin embargo, muestra una cierta tensión dentro de las clases subalternas, entre el pragmatismo vinculado a la reproducción de la vida cotidiana -salario, ingresos, empleo, seguridad- y una agenda conservadora desde el punto de vista de las costumbres. Durante el gobierno Lula, en cuanto hubo cierta prosperidad entre los sectores populares, esa tensión se mitigó, se apaciguó, de manera que esa agenda conservadora tuvo que esperar un poco dada la mejora de las condiciones de vida del momento.

Así, la mayoría de los sectores evangélicos votaron por Lula y Dilma. Sin embargo, en el contexto de la crisis, estos sectores, que ya eran conservadores pero que hicieron concesiones por pragmatismo político, se apartaron por completo.

La ecuación del conservadurismo es: el aparato represivo reaccionario, que incluye al Poder Judicial, marcado por el avance de un cierto milenarismo jurídico, como si ese poder fuera a salvar al país; las clases medias que se adhieren al proyecto ultraliberal; el empresariado que se adhiere a la agenda de Paulo Guedes; y el sector popular vinculado a las iglesias pentecostales y neopentecostales, que apoya al gobierno, lo que se refleja en la popularidad de Damares. (1)

-Correio da Cidadania: En cuanto a la izquierda y el campo progresista, hay quienes señalan el fin de un ciclo que tardará en ser reemplazado por otro, incluso por la continua hegemonía del lulismo, pero hay quienes apuntan a las revueltas populares en los países vecinos, fuera del control institucional -incluyendo de la izquierda y las fuerzas progresistas institucionales. ¿Cómo podemos imaginar el futuro próximo, si consideramos que el empeoramiento de las condiciones de vida de las mayorías es inequívoco?

Ruy Braga: La situación brasileña está sin duda marcada por la inestabilidad. No estamos en un momento de estabilización de las relaciones sociales de producción capitalistas, y mucho menos en el campo político. El suelo es muy movedizo. Cuando me refiero a la incapacidad de la izquierda para rearticularse, me refiero a los sectores hegemónicos de esta izquierda, en el sentido de crear un proyecto alternativo al lulismo.

El segundo punto, es que parece obvio que la respuesta a tales dilemas no la dará la izquierda institucional. Lo que puedo imaginar por el momento es algo muy similar a lo que vemos en el resto de América Latina: un gran conjunto de insurgencias populares urbanas, con características heterogéneas, con una escala masiva, sin un liderazgo claramente identificado y con una agenda enfrentada a la mercantilización radical de todos los sectores de la vida social, impulsada por el ultraneoliberalismo inspirado por Paulo Guedes.

El momento no es de paz eterna, sino de fuerte inestabilidad, que tiene que ver con la economía, la política, la sociedad, con la crisis general que se reproduce y no se supera.

En el futuro próximo, Brasil tendrá un nivel de confrontación más agudo con este modo de articulación de los diferentes movimientos de mercantilización, ya sea laboral, como se ve en el retroceso de la protección del empleo, de los derechos laborales, de la seguridad social; en la mercantilización de las tierras urbanas, con la segregación espacial, el aburguesamiento, la exacerbación de la represión de los sectores populares de las periferias; en la multiplicación de tragedias como la de Paraisópolis, con la Policía Militar como punta de lanza de este proceso de represión/mercantilización; en la mercantilización de las tierras rurales, especialmente con el avance del agronegocio y la minería ilegal, incluso sobre reservas y tierras indígenas, y una amenaza al medio ambiente que aumenta y se hace cada día más irreversible.

Finalmente, toda esta mercantilización está profundamente vinculada al rentismo y a la financiarización, a través del endeudamiento de las familias con los bancos y de la creciente concentración de los ingresos, que estimula el aumento de las deudas de las familias – que no cesa, sólo se profundiza, a pesar de haber sido mitigada por la liberalización del FGTS, que a su vez tiene costes, límites, porque no será posible reproducirla indefinidamente…

Tenemos también una mercantilización de la Reforma de la Seguridad Social, de los ahorros, de la precarización del trabajo, todos convergiendo en múltiples formas de mercantilización de la vida. Esto estimulará respuestas masivas y diversas. Y no tendremos respuestas sectoriales, como hemos visto en el pasado. Deberíamos ver algo muy similar al proceso chileno, con descontento latente en la base de la sociedad, que se convierte en una insurgencia plebeya a nivel nacional contra el gobierno por el aumento del billete del metro en Santiago, como se vio en 2013 con el billete de autobús en São Paulo. Algo así puede desencadenar una revuelta general.

No descartaría que este tipo de chispa viniera de lugares no imaginados, como el sector del transporte, las autopistas, los camioneros…Después de todo, ninguna de las causas de la huelga de camioneros de 2017 ha sido realmente superada o solucionada por el actual gobierno, por más que haya afinidades políticas e ideológicas entre ellos. Estamos en un barril de pólvora.

Nota:

1) Damares Regina Alves, pastora evangélica, ultrareaccionaria, actual ministra de la Mujer, Familia y Derechos Humanos. (Redacción Correspondencia de Prensa]

es sociólogo, profesor en la Universidad São Paulo, Brasil.

Fuente:

http://www.correiocidadania.com.br/34-artigos/manchete/13989-2019-o-silencio-que-precede-

a-explosao-estamos-num-barril-de-polvora

Traducción:Ernesto Herrera

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