Brasil recibió el primer lote de diésel de Rusia: 35 millones de litros. Un tanquero con combustible del país euroasiático arribó al puerto de Sao Paulo. La entrega es un reflejo de los contactos entre los presidentes Vladímir Putin y Jair Bolsonaro. Los próximos petroleros se esperan para este mes de octubre.

El gigante suramericano acordó recibir diésel ruso en julio de este año. La información fue entregada a la prensa por el presidente Jair Bolsonaro. Al final del verano brasileño, el precio minorista del combustible para automóviles en Brasil alcanzó un máximo histórico. Esto impulsó la inflación en el país. Brasil importa alrededor de un tercio de la cantidad de gasóleo que necesita su mercado.

El presidente Jair Bolsonaro (PL) ahora no solo depende de los fertilizantes rusos, incluso en julio el presidente brasileño declaró que estaba en negociaciones avanzadas con Rusia y otros países para el suministro de diésel a Brasil.

«Estamos negociando ahora, está muy avanzado con Rusia, entre otros países, el suministro de diésel a Brasil”, dijo el presidente en ese momento (julio) cuando hablaba del aumento de combustible a los simpatizantes a la salida del Palacio de la Alvorada.

El presidente ya había hablado de esta posibilidad a finales de junio, tras una conversación telefónica con el presidente ruso Vladímir Putin, y volvió al tema el 11 de julio, cuando dijo que el trato con los rusos era “casi seguro”. Ahora Rusia rompe uno de los principales mercados del sector que fue abastecido por los estadounidenses.

“Somos autosuficientes en petróleo, pero no para destilar. Comenzaron a construirse dos refinerías en el Nordeste y una en el Sudeste, se enterraron R$ 90 mil millones (unos 18.000 millones de dólares) y no se concluyó nada, entonces nos vemos obligados a importar. Y luego también ayuda indirectamente con el precio del combustible”, agregó el presidente esta mañana. Bolsonaro oculta que vendió refinerías en su Gobierno.

Rusia ha estado bajo sanciones internacionales desde el conflicto con Ucrania, especialmente de Estados Unidos y la Unión Europea: el bloque solía ser el principal consumidor de gas y petróleo del país, pero ha cortado la mayoría de las compras.

A diferencia de los europeos y estadounidenses, e incluso con la presión de estos países, el Gobierno brasileño sigue negociando con los rusos. Bolsonaro también se ha comprometido a garantizar el suministro de fertilizantes desde Rusia.

Si la gasolina registró una caída del 20,3 por ciento en poco más de un mes, el diésel no siguió la reducción, cayendo el 1,72 por ciento en el mismo período. Las empresas tendrán hasta marzo de 2023, ya no hasta finales de este año, para acreditar los Créditos de Descarbonización (CBIO), obligatorios para compensar la emisión de gases de efecto invernadero.

Bolsonaro realizó una serie de acciones para contener el aumento de los combustibles: cambió la presidencia de Petrobras y también sancionó un proyecto que limita la tasa del ICMS a los combustibles.

La ley del ICMS tuvo un efecto inmediato en la gasolina, que llegó a R $5 (1 dólar) en la última semana tras llegar a R $8,10 (1,6 dólares), nivel que no alcanzaba desde agosto del año pasado.

Sin embargo, como la tarifa del diésel, en la mayoría de los estados, ya estaba por debajo del límite, el cambio no tuvo efectos significativos para el combustible. Ahora, además de cambiar los CBIO, el Gobierno toma una nueva medida a la baja al importar diésel más barato de Rusia.

Brasil, aliado ideológico de EE.UU., no practica esta política cuando hay una necesidad económica, especialmente con las elecciones presidenciales del 2 de octubre, lo que hace que Brasil no se alinee con las sanciones definidas por los europeos y los estadounidenses.