Fuente: https://periodicogatonegro.wordpress.com/2023/08/13/botas-en-la-cabeza-votos-en-las-urnas/
La democracia un día te mata y al otro te pide que la votes. Un día te da un derecho, al otro te lo quita. ¿Qué se le va a hacer? Nadie es perfecto.
Ayer, 10 de agosto, la policía nos volvió a demostrar su función: control social y represión. En realidad ya sabíamos que la yuta asesina a una persona cada 19 horas, pero hacerlo en el obelisco, a plena luz del día y dentro del marco de una protesta pacífica antielectoral es demasiada obscenidad.
Este domingo la democracia se vestirá de gala y llamará a todos sus creyentes a reafirmar los votos de confianza. Quien no esté de acuerdo que vote ahora o calle para siempre. Ya sabe que la inflación está cada día más alta y que no alcanza para comer. También sabe que está envenenando y destruyendo el territorio para seguir alimentándose pero dice tener especialistas que trabajan para cuidarlo. Es consciente de que el 60 % de la tierra está extranjerizada y que el 40 % de las infancias se encuentran por debajo de la línea de la pobreza.
Sin embargo, a pesar de tantos y tantos fracasos, nos pide una oportunidad más, que confiemos y tengamos convicciones en ella, que esta vez sí va en serio. Si nos unimos y votamos bien todo estará mejor.
El ciudadano responsable, educado en las buenas formas democráticas solamente se siente realizado cuando participa del ritual abstracto, sagrado y separado de la democracia capitalista: votar cada cuatro años/dos años. Votar lo que sea pero votar, sacarse el problema de encima. No tiene tiempo para ocuparse de su propia vida, que otros especialistas decidan por él.
Una vez terminado el sacramento, se puede volver con la conciencia tranquila y en silencio al lugar que le corresponde: trabajar, consumir y reproducir.
Mientras nos estupidiza con el consumo pasivo de mercancías, nos extrae la energía vital en el trabajo productivo/reproductivo y nos reprime con ajustes, contaminación, palos, balas y cárcel, nos pide votos para reforzarla.
Falsa unidad, alienación y representación muerta. La democracia consiste en botas en la cabeza y votos en las urnas.
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