Fuente: Umoya nº 96 3er trimestre 2019 Rosa Moro, Comité de Madrid.
Tras un proceso que ha requerido traducción del kinyarwanda, el idioma ruandés, porque el acusado aseguró no hablar ninguna lengua congoleña, el Tribunal Internacional de La Haya ha condenado a 14 años de prisión por diversos crímenes cometidos en la RDC, a un tutsi ruandés del FPR, Bosco Ntaganda. El tribunal no desmiente la información internacional inexacta sobre su nacionalidad. De ese modo ha dejado al margen de la guerra, una vez más, al régimen de Ruanda.
El día 8 de julio todos los medios del mundo dieron la noticia: el Tribunal Penal Internacional (TPI) de La Haya condenó a Bosco Ntaganda a 14 años de cárcel por “18 delitos que incluyen asesinatos, violaciones, esclavitud sexual y el uso de niños soldados”, destacando que es “la primera persona a quien la CPI condena por esclavitud sexual”. Todos los medios invariablemente hablan de un rebelde “congoleño” y lo más cerca que están de acertar es cuando algunos, intentando profundizar, cuentan que creció en Ruanda, para después convertirlo en congoleño con diversas componendas. Sin embargo, en la región de los Grandes Lagos africanos, la indignación estalló con esta nueva desinformación sobre sus asuntos.
El congoleño Kambale Musavuli lamenta en su perfil de Facebook: “Y todavía nos preguntamos ¿por qué el mundo no comprende la situación de Congo…”, para pasar a explicar, como tantos otros compatriotas, la realidad:
“Bosco Ntaganda NO es congoleño, ni general ni rebelde, este hombre es ruandés. Nació en Kiningi, Ruanda, y su familia se trasladó a Congo (entonces Zaire), en los años 80. En su adolescencia, fue enviado a la selva para unirse a los rebeldes de Paul Kagame, el FPR, cuando operaba como grupo terrorista o rebelde en la selva ugandesa, tratando de hacerse con el poder en Ruanda, algo que logró en 1994. Cuando el FPR tomó el poder, Bosco Ntaganda se convirtió en un alto mando militar del nuevo
régimen de Paul Kagame. Desde esa posición, en 1996, Bosco Ntaganda y otros ruandeses entre los que están o estaban James
Kabarebe y Laurent Nkunda, fueron enviados al Congo para
participar en la rebelión de las AFDL que derrocaron a Mobutu.
Este es el modo en que Ntaganda llegó a Congo y desde entonces, 1996, participó en numerosos grupos rebeldes, como el RCD, el CNDP, el M23…, todos el mismo grupo de milicias ruandesas comandadas desde la cúpula militar del ejército oficial ruandés. Estas milicias cometían y, todavía hoy, cometen las peores atrocidades y el saqueo descarado de materias primas, sobre todo minerales congoleños, que se comercializan oficialmente a través del
gobierno ruandés o empresas ligadas a su cúpula hacia el resto
del mundo.”
Kambale afirma que “Bosco Ntaganda es un “Rebelde Ruandés sin Fronteras”, que debería pudrirse en la cárcel por todos los crímenes que ha cometido en Uganda, Ruanda y Congo, “esperamos ver el día en que el presidente ruandés comparezca igualmente ante un tribunal”.
Por su parte, el escritor congoleño Musavuli Boniface se indigna ante el titular de Radio Okapi, emisora de radio congoleña, financiada por la ONU, que en la noticia ofrecida el día 8 de julio afirma, “el señor de la guerra congoleño”. Boniface exclama “¡Pero bueno! ¿Y Radio Okapi se dice congoleña? ¿Qué rol tiene verdaderamente Radio Okapi en Congo? ¿Quién dicta su línea
editorial?” Tras lo cual exclama, “¡Ntaganda es Ruandés!”.
El proceso en el TPI
A raíz de una investigación sobre la situación en la República Democrática del Congo (RDC), que se inició en 2004, el TPI dictó una orden de detención internacional contra Bosco Ntaganda el 22 de agosto de 2006 y otra el 13 de julio de 2012. Ntaganda se entregó voluntariamente, entrando por su propio pie enla Embajada estadounidense de Kigali, capital de Ruanda, el 22
de marzo de 2013. En el sumario de la Sala VI de Primera Instancia del TPI, emitido el 8 de julio de 2019 (la sentencia consta de 539 páginas y tres anexos), no se explica por qué fue en esa embajada precisamente, la de uno de los pocos países que no son signatarios
del Estatuto de Roma y por tanto no puede apelar al TPI ni el tribunal puede juzgar a sus ciudadanos. Tampoco explica
cómo un “rebelde” famoso puede atravesar libremente fronteras
y entrar en una embajada estadounidense, las más militarizadas
y blindadas del planeta. ¿Por qué se tomó la molestia de ir a Ruanda que está mucho más lejos que Uganda, desde donde él operaba en el Congo?
En cuanto a las principales conclusiones, tras la evaluación de las pruebas, en el punto 20 se dice literalmente: “Sobre mayo de 2002, (…) comenzó a reclutar activamente a individuos y a entrenar reclutas en un centro de adiestramiento en Mandro.
En julio de 2002 obtuvo suficientes armas, que fueron traídas por vía aérea desde Ruanda, para armar a la totalidad de los 1.800 a 2.000 reclutas presentes en Mandro en ese momento”. Sin más explicaciones.
En el punto 22, el sumario dice: “En los centros de formación, los
reclutas fueron instruidos en el uso de armas ligeras y pesadas. En cuando a las armas pesadas, los reclutas y soldados de la UPC/FPLC también recibieron formación en Ruanda”. Sin más explicaciones.
En el punto 23, dice: “Aunque las fuerzas armadas ugandesas estaban presentes en el territorio de la RDC y participaban en cierta manera en los combates, y Ruanda proporcionó cierto apoyo a la UPC/FPLC, en varias ocasiones, la Sala ha considerado que la participación de otros estados no equivalía a un (…) conflicto de carácter internacional”.
Después, establece que su conducta no es resultado de acciones
descoordinadas y espontáneas típicas de un grupo rebelde, sino
que más bien obedecen a una “estrategia previamente concebida”,
a una “política”. En estos términos habla el sumario de uno de los grupos que comandó Bosco Ntaganda.
Las diversas comunicaciones del TPI no afirman ni una sola vez que el acusado sea congoleño, aunque tampoco mencionan que sea ruandés.
Lo que no cuenta el sumario
En una noticia aparecida en el diario congoleño Le Phare el 12 de febrero de 2014, titulada “CNDP-M23 : embêtante révélation de Bosco Ntaganda à la CPI” (CNDP-M23: la inquietante revelación de Bosco Ntaganda a la CPI), el diario afirma que en la audiencia preliminar del día 10 de febrero, el jefe del grupo de abogados de la defensa de Ntaganda, hizo la “solemne declaración de que su cliente es ciudadano ruandés”. La estrategia de la defensa de demostrar que era ruandés y no congoleño, según Le Phare, suponía “un verdadero jarro de agua fría para el tribunal y una interpelación para las autoridades civiles y militares congoleñas que lo habían protegido durante seis años, de 2006 a 2012, cuando se encontraba bajo dos órdenes de detención de la Corte Penal Internacional”.
El diario afirma que antes de esta audiencia, en abril de 2013, Ntaganda afirmó “en voz alta y clara que era ruandés y que sólo podía expresarse en kinyarwanda, el idioma nacional más utilizado en su país de origen”. Y añade: “La revelación del antiguo jefe del CNDP es molesta porque socava a todos sus apoyos congoleños que le habían concedido la nacionalidad congoleña, por razones oscuras, permitiéndole infiltrarse en la jerarquía militar de una provincia tan
sensible como Kivu Norte. Todo el mundo puede ver hoy cómo las autoridades congoleñas jugaron con fuego, negándose a entregar a la CPI a un criminal que, en realidad, era sólo un falso congoleño”, que sólo sabe expresarse en kinyarwanda, el idioma ruandés, y no en alguna de las lenguas congoleñas.
Reproducimos varios párrafos de aquel artículo de 2014, que muestran el enfado de los congoleños, no solo con los invasores, sino
también contra sus autoridades:
“La telenovela judicial de Bosco Ntaganda en La Haya recuerda a la memoria colectiva congoleña que las FARDC (Fuerzas Armadas de la República Democrática del Congo) han sido infestadas de hordas de lobos desde (…) las mortales operaciones de “mezcla” entre las tropas leales y los rebeldes, llenos de oficiales y soldados extranjeros. Recordemos que el general Laurent Nkunda y el coronel Jules Mutebusi fueron dos de los primeros oficiales infiltrados para hacer sonar la alarma de revuelta en el seno del ejército nacional, desde la ciudad de Bukavu en 2004, también renombrados congoleños, y ahora están disfrutando tranquilamente de la vida en Ruanda, bajo su verdadera bandera, la de los ruandeses.
Como ya se ha demostrado que sólo los oficiales y soldados ruandeses podían unirse al CNDP (Congreso Nacional para
la Defensa del Pueblo), se puede deducir que todos los que se
unieron a Bosco Ntaganda en la rebelión de M23 sólo podían ser
“aves con el mismo plumaje” que él. Así, durante años, las FARDC acogieron “caballos de Troya” que finalmente revelaron su verdadero rostro, el de los asesinos, violadores, ladrones, saqueadores…. infiltrados dentro de la estrategia de la balcanización del gran Congo. (…)
Las autoridades congoleñas, suficientemente informadas sobre los casos de traición que han debilitado nuestro sistema de defensa, deberían abrir los ojos y pensar en limpiar los “establos” a todos los niveles: instituciones políticas, empresas públicas, diplomacia, ejércitos, policía, servicios de inteligencia, territoriales, etc. Porque otros Nkunda y Ntaganda siguen escondidos en el redil nacional”.
Llama la atención que la demostración ante los jueces y la fiscal de que no era congoleño sino ruandés no supusiera el jarro de agua fría que Le Phare intuyó en su día. Así, este detalle no varió un ápice el curso del proceso, ni ha sido mencionado jamás.
Una vez más, todo lo que apunta hacia la responsabilidad del régimen del FPR de Ruanda en la guerra de baja intensidad que se lleva a cabo en la región desde hace más de 20 años es
convenientemente ocultado en las instancias internacionales.
Los pueblos congoleños, con su habitual buen humor celebraban:
“¡Al menos se ha juzgado y condenado por primera vez en la historia a un tutsi ruandés del FPR! Aunque para ello haya habido que presentarlo disfrazado como un congoleño”.