Fuente: La Jornada Ángel Guerra Cabrera 23.01.23
Ya no se trata de una movilización episódica, sino que se extiende en el tiempo y abarca todo Perú, concentrándose en el sur andino, pero avanzando sobre Lima, centro de poder virreinal y oligárquico, donde todavía quieren definirse los destinos de Perú. Las movilizaciones del jueves en la capital del imperio inca
, las principales ciudades del país y provincias, se realizaron durante una jornada de paro nacional convocado por la Central General de Trabajadores del Perú (CGTP) –la principal central sindical del país– y organizaciones sociales, mientras continuaban los bloqueos de carreteras. El eje de la jornada fue la gran marcha en una Lima en estado de emergencia, que amaneció con las principales plazas y calles del centro de la ciudad cercadas por contingentes policiales.
La protesta fue bautizada como la Marcha de los Cuatro Suyos, en referencia a los puntos cardinales del imperio inca (1200-1533). Es el mismo nombre de otra movilización en el año 2000, cuando miles de peruanos salieron a las calles para protestar contra el gobierno autocrático de Alberto Fujimori, quien dimitió meses después desde Japón.
Campesinos y trabajadores viajaron durante días en caravanas de camiones y autobuses con multitudinarias despedidas en su lugar de origen. En los pueblos por los que pasaban eran recibidos con aplausos, porras y donaciones de agua, frutas y alimentos.
El Palacio de gobierno y el Congreso fueron rodeados por fuerzas antimotines y tanquetas, para que 11 mil policías siguieran la marcha y lanzaran bombas lacrimógenas contra los manifestantes. Los choques no mermaron en la noche en una batalla campal de piedras, botellas y adoquines.
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