Todo huele a podrido. Tras el “suicidio” de un antiguo trabajador de Boeing, John Barnett, a principios de marzo, acaba de fallecer otro que también criticó los problemas de seguridad del fabricante de aviones estadounidense.

Van dos muertes en menos de dos meses. El fallecido es Joshua Dean, de 45 años, y el motivo oficial es una “infección repentina y de rápida propagación”, según el Seattle Times.

Dean era auditor de calidad de un proveedor de Boeing, Spirit AeroSystems, y lo mismo que Barnett, también había denunciado problemas importantes con el modelo 737 Max del fabricante de aviones estadounidense.

El escándalo de ocultación de los defectos de fabricación del 737 Max sigue, pues, adelante. Un informe emitido a finales de febrero por una comisión independiente designada por la FAA (Administración Federal de Aviación) consideró que la seguridad en Boeing era “confusa e inadecuada”.

El Seattle Times describe a Dean como un hombre sano que llevaba un “estilo de vida saludable”, pero que tuvo que someterse a exámenes médicos tras experimentar importantes dificultades respiratorias. En menos de dos semanas, murió de neumonía combinada con una grave infección bacteriana. La autopsia muestra que también sufrió un derrame cerebral.

Dean fue despedido por la empresa el año pasado e inició un juicio en el que cuestionó la seguridad de las aerolíneas. En 2022 descubrió un grave defecto de fabricación en el 737 Max, unos agujeros mal perforados en las mamparas de presurización.

El monopolio trató de minimizar los defectos observados. “En Spirit [AeroSystems] se sabe que si haces demasiado ruido y causas demasiados problemas, serás despedido”, declaró Dean al Wall Street Journal el pasado mes de enero.