Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/06/21/5419-j21.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Peter Symonds 21.06.23
El secretario de Estado estadounidense, Antony Blinken, concluyó ayer una visita de dos días a China tras reunirse con el presidente chino, Xi Jinping, y mantener horas de conversaciones con los responsables de Asuntos Exteriores del país. El viaje de Blinken fue un cínico intento de aparcar la confrontación de EE.UU. con China y aliviar las crecientes tensiones con Pekín mientras se prepara una drástica escalada militar de EE.UU. y la OTAN en la guerra contra Rusia en Ucrania.
Desde que asumió el cargo, la administración Biden no ha hecho más que intensificar las medidas diplomáticas, económicas y militares adoptadas bajo Obama y Trump para contener y debilitar a China como preparación para el conflicto. El deterioro de las relaciones de EE.UU. con China se puso de relieve en febrero, cuando la visita prevista de Blinken a Pekín fue cancelada después de que la Fuerza Aérea de EE.UU. derribara un globo chino sobre el espacio aéreo estadounidense alegando sin fundamento que estaba espiando bases militares.
Blinken llegó a Pekín declarando hipócritamente que Estados Unidos no buscaba contener ni deseaba un conflicto con China. Antes de reunirse con Xi, aseguró que Washington se uniría a Pekín para estabilizar la relación entre ambos países. En otros comentarios, Blinken afirmó que EE.UU. ‘gestionaría responsablemente esa competencia para que la relación no virara hacia el conflicto’.
Durante los dos días se mantuvo un mínimo de decoro diplomático. Sin embargo, no se resolvió ninguno de los puntos de discordia bilaterales que Estados Unidos ha inflamado deliberadamente. Y los comentarios públicos apuntaron a los airados intercambios que tuvieron lugar a puerta cerrada en lo que Blinken describió en lenguaje diplomático como ‘discusiones sinceras, sustantivas y constructivas’.
Blinken se reunió el lunes durante tres horas con el máximo responsable de Asuntos Exteriores chino, Wang Yi. Según un comunicado del Ministerio de Asuntos Exteriores chino, Wang había ‘exigido que Estados Unidos dejara de exagerar la ‘teoría de la amenaza china’, levantara las sanciones unilaterales ilegales contra China, abandonara la supresión del desarrollo tecnológico chino y se abstuviera de interferir arbitrariamente en los asuntos internos de China’.
La administración Biden no solo ha mantenido los aranceles impuestos bajo Trump sobre unos $360.000 millones en comercio con China, sino que ha ampliado las sanciones unilaterales a funcionarios chinos supuestamente asociados con abusos de los derechos humanos y ha impuesto controles de exportación sin precedentes sobre la venta de semiconductores avanzados en un intento de paralizar tecnológicamente a las industrias chinas. Lejos de hacer concesiones, Blinken defendió la decisión por motivos de seguridad nacional, a pesar del amplio alcance de los controles a la exportación.
Blinken tampoco hizo ningún movimiento para calmar las peligrosas tensiones sobre Taiwán que Estados Unidos ha avivado deliberadamente al acelerar el acercamiento político y militar a Taipei, socavando la política de ‘una sola China’ que es la base de las relaciones diplomáticas entre Washington y Pekín. En virtud de la política de ‘una sola China’, que cada vez respeta más sólo de nombre, Estados Unidos reconoce de facto a Pekín como legítimo gobernante de toda China, incluido Taiwán.
En su declaración, el Ministerio de Asuntos Exteriores chino culpó a la ‘percepción errónea de China por parte de Washington, que conduce a políticas incorrectas hacia China’ del actual ‘punto bajo’ en las relaciones entre ambos países. La visita de Blinken, advertía, coincidía ‘con una coyuntura crítica en las relaciones entre China y EEUU, y es necesario elegir entre diálogo o confrontación, cooperación o conflicto’. Pidió a EE.UU. que detuviera ‘el declive en espiral de las relaciones chino-estadounidenses para devolverlas a una senda sana y estable’.
Durante las conversaciones se acordaron muy pocas cosas sustanciales. Las cinco horas de conversaciones entre Blinken y el ministro chino de Asuntos Exteriores, Qin Gang, concluyeron con lo que se describió como modestos avances: un acuerdo para volver a reunirse y organizar encuentros ‘a nivel de trabajo’ sobre retos concretos. Qin declaró que ambos habían hablado de aumentar los vuelos de pasajeros entre China y Estados Unidos, y de fomentar más intercambios de estudiantes, académicos y empresarios. Qin aceptó una invitación para visitar Washington este mismo año. Posteriormente, Xi indicó que podría reunirse con Biden durante una cumbre de líderes del Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico (APEC) en San Francisco en noviembre.
Sin embargo, Biden reconoció que una de sus prioridades durante la visita había sido el restablecimiento de un canal de comunicaciones entre militares de ambos países, que no se había acordado. EEUU afirma que un mecanismo de este tipo es esencial para evitar incidentes peligrosos en aguas y espacio aéreo en torno a China. Sin embargo, Estados Unidos ha aumentado deliberadamente los peligros llevando a cabo provocadoras operaciones navales y aéreas en nombre de la ‘libertad de navegación’ en los mares de China Meridional y Oriental, incluido el estrecho de Taiwán.
Washington había utilizado la guerra de Estados Unidos y la OTAN contra Rusia para aumentar las tensiones con China por no haber condenado la invasión rusa de Ucrania. A finales de febrero, Blinken se enfrentó a Wang al margen de la Conferencia de Seguridad de Múnich, acusando a China de ‘considerar’ proporcionar ayuda letal a Rusia. China respondió congelando importantes intercambios diplomáticos.
El lunes, Blinken reconoció que China había asegurado a Estados Unidos y a otros países que no había proporcionado ni proporcionaría ayuda letal a Rusia para su uso en Ucrania. ‘Se lo agradecemos, y no hemos visto ninguna prueba que lo contradiga’, declaró a los periodistas. Sin ofrecer ni una sola prueba, expresó no obstante su ‘preocupación’ por la posibilidad de que empresas chinas estén suministrando tecnología a Rusia que pueda ser utilizada para la guerra en Ucrania, y pidió al gobierno chino que esté ‘muy vigilante.’
El limitado resultado de la visita de Blinken, la primera de un secretario de Estado estadounidense desde 2018, subraya el hecho de que fue una maniobra táctica para ‘estabilizar’ las relaciones con China mientras Estados Unidos intensifica su guerra con Rusia en Ucrania. La estrategia del imperialismo estadounidense sigue centrada en China como la principal amenaza a su dominio económico y militar global, mientras la acumulación militar estadounidense en Indo-Pacífico continúa a buen ritmo.
Un reciente comentario en Foreign Policy del ex subsecretario de Estado A. Wess Mitchell expuso sin rodeos el pensamiento en los círculos de seguridad estadounidenses conocido como ‘secuenciación’: primero la derrota militar y la subordinación de Rusia, y luego una guerra para aplastar a su principal rival, China.
En el artículo titulado ‘A drawn-out Ukraine war should not change US strategy’ (Una guerra prolongada en Ucrania no debería cambiar la estrategia de Estados Unidos), Mitchell argumentó que Estados Unidos debería seguir aplicando el enfoque que elaboró el año pasado ‘para hacer frente con decisión a la más débil de sus dos grandes adversarios antes de que la más fuerte de las dos estuviera preparada para un desafío a gran escala’.
En respuesta a las críticas de que la guerra en Ucrania se estaba prolongando sin lograr los objetivos estadounidenses, Mitchell declaró que ‘la secuenciación sigue siendo la mejor estrategia para que Estados Unidos afronte el desafío a dos frentes de China y Rusia’. Tras señalar que Estados Unidos estima que China no está preparada para una guerra por Taiwán hasta dentro de dos a cinco años, elogió el ‘efecto galvanizador’ del conflicto en Ucrania ‘al acelerar la acumulación de reservas vitales y la preparación general para la guerra por parte del ejército estadounidense, por no mencionar que ha provocado una mayor seriedad en materia de defensa entre los aliados de Estados Unidos en Europa y Asia’.
Estos comentarios dejan claro que el viaje de Blinken a Pekín no es más que un intento de ganar tiempo para que EE.UU. inflija un golpe decisivo contra Rusia antes de intensificar una vez más su campaña bélica contra China. La absoluta temeridad de la política imperialista de EEUU al sumir a la humanidad en una conflagración global con potencias armadas nuclearmente sólo puede ser contrarrestada mediante un movimiento unificado de la clase obrera internacional para poner fin al sistema capitalista en bancarrota que es la causa fundamental de la guerra.
(Publicado originalmente en inglés el 19 de junio de 2023)