‘Black Medusa’: la mujer que asesina a los acosadores

Fuente: https://www.afribuku.com/black-medusa-cine-africa-tunez/                                                                                            23.09.22

 

El interés que ha despertado el largometraje de Youssef Chebbi, ‘Ashkal’, en la Quincena de Realizadores del Festival de Cannes de mayo de 2022, nos invita a volver a ver su última obra, ‘Black Medusa’, realizada con Ismaël, una película también fascinante y misteriosa, que juega con las referencias al cine de género para desarrollar temas originales sin ofrecer respuestas a las preguntas que abre. Este año también se pudo ver en el Festival de Cine Africano de Tarifa-Tánger.

Un relato dividido en nueve noches: esta definición predeterminada en los créditos del inicio se sumerge en Las mil y una noches. Pero con distancia: el blanco y negro, que rompe la dimensión orientalista para ofrecer una textura tan cruda como soberbia a la hora de filmar la ciudad y la noche. He aquí nueve momentos de la vida de una enigmática mujer (magnética Nour Hajri) que atrapa a los hombres como una medusa y los mata con lo que encuentra en sus pisos o con una daga

En la mitologíaMedusa es una de las tres gorgonas, la única que es mortal. Nieta de la unión entre Gaia, la tierra, y Pontos, el océano, sus ojos petrifican a todos los mortales. Es el poder de lo femenino, de la mirada, de la angustia de la castración, la referencia a las sociedades matriarcales arcaicas. En la película, Medusa se llama Nada. En literatura, Nada es una novela negra de Jean-Patrick Manchette construida en torno a un plan de secuestro del embajador de Estados Unidos en París por parte de un grupo de anarquistas, que fue adaptada al cine por Claude Chabrol, quien recoge una carga sádica y divertida, aunque violenta e irónicamente desencantada, sobre las ideologías revolucionarias. Por ello, no es neutro que la protagonista de la película sea a la vez Medusa y Nada: esta antiheroína desafía tanto el patriarcado como las ilusiones de los tiempos actuales.

«Cuando haces una película, tienes que hacer que la gente sienta cosas: es un arte sensorial. No es una novela, ni un ensayo, ni un artículo de prensa», dice Ismaël en nuestra entrevista: al igual que Ashkal, sin contexto, ni moral, ni psicología, Black Medusa es para saborearla sin entender necesariamente sus misterios, para dejar que te hable según lo que vives y la sociedad en la que vives. Nada tiene que lidiar con un trauma que desconocemos.  Se busca a sí misma en una violencia sin salida. Al mismo tiempo, su vaguedad nos hechiza, como si su bestialidad fuera también la nuestra, una vez que nuestras defensas se han debilitado. ¿Cómo salir de los bloqueos relacionales y sociales? Black Medusa no propone una respuesta, sino un sentimiento que puede ayudarnos a localizar la nuestra.

Nada es sorda y no habla, a diferencia de su amiga argelina Noura, que la acoge y la desestabiliza, abriéndola así a la palabra y al deseo. La negación que también expresa su nombre de pila es para Nada una condición, en el sentido de una forma de situarse tanto como una contingencia. Su vida está bien orientada, pero se enfrenta a la negación de sí misma frente a los hombres que la niegan o la encierran en sus encargos. Su respuesta es una crisis que desemboca en una dinámica de violencia que sólo puede volverse contra ella, pero que la película se cuida de no juzgar porque es el destino de una sociedad que no acepta sus carencias. Los ojos de Nada en el medallón nos miran en lo que Deleuze llamaba, al hablar de la familia burguesa, «los pequeños y sucios secretos«, nuestros incesantes compromisos con nuestros valores, que son fomentados tanto por el patriarcado como por las insinuaciones de la dictadura.

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Artículo publicado originalmente en Africultures

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