Todo lo que se difunda de aquí al 5 de noviembre –la crucial elección presidencial en EU–será intensamente electorero, lo cual no obsta para escudriñar su carácter mendaz o verídico.
Cometió un grave error estratégico, desde el punto de vista multimediático, el intento legal de los adictos a Netanyahu de intentar impedir la difusión de los Bibi Files en el Festival de Cine de Toronto –feudo del alicaído primer Justin Trudeau, connotado turiferario de George Soros–, ya que, como versa el dictum mexicano quien nada debe, nada teme
.
No causa perturbación el contenido de los Bibi Files –nunca se ha visto la profundidad de la corrupción moral (sic)
de Netanyahu–, sino más bien su timing electorero cuando tirios y troyanos en Israel y sus aliados “sayanim (https://bit.ly/4edfES0)” de su diáspora exhiben muchas colas dinosáuricas por pisar
, como versa otro sabio dictum mexicano.
Jamás disputaría el infinito nivel de la corrupción del modelo del Gran Israel
entre sus dos mandatarios jázaros (https://bit.ly/3QqemJr): el comediante, hoy ilegítimo, Zelenski de Ucrania, secuestrado por la dupla Kamala/Biden, al borde de una paliza (https://bit.ly/3XCls20), y su sosia y socio Netanyahu, quien apoya sotto voce a Trump.
Al fake proyecto irredentista y paleobíblico del Gran Israel
le importa un comino si es republicano o demócrata quien esté al frente de la Casa Blanca.
No importa que se apellide, como el ucranio Zelenski o el polaco Mileikowsky, alias Netanyahu, cuando el proyecto del Gran Israel
prosigue su irreversible implementación, debido a la omnipotencia del lobby israelí en EU (https://amzn.to/4gnrLy6) y/o al financiamiento público de AIPAC (https://www.aipac.org).
El rotativo británico The Guardian –no está de más recordarlo, aliado de George Soros– comenta que el documental Bibi Files en el Festival de Cine de Toronto es incendiario (sic)
.
Es un oxímoron caracterizar a los jázaros hijos putativos del Gran Israel
, Zelensky y Netanyahu/Mileikowsky, con el aburrido epíteto de corruptos
.
El problema no radica en la corrupción per se, sino en la directriz geopolítica del Deep State que controla EU.
Según The Guardian, “la película, dirigida por Alexis Bloom y producida por Alex Gibney, construye un caso riguroso y condenatorio, planteando un argumento con el que los observadores cercanos pueden estar ya familiarizados: Netanyahu está prolongando la devastadora guerra de Gaza –que ha acumulado más de 40 mil muertos– para evitar posibles penas de cárcel derivadas de cargos de corrupción. Una crisis humanitaria que desprecia el derecho internacional tiene que ver con su autopreservación”.
En el documental abundan sulfurosos escándalos ocultos y videos pestilentes y, quizá, peque de abultar el lado oscuro del polémico Netanyahu donde destaca la siniestra sombra de su esposa Sara.
Como un servidor se dedica más al análisis geopolítico, e incluso geobiográfico, no puedo soslayar ni el momento electorero ni la ruptura cosmogónica entre el grupo globalista de Soros y sus rivales paleobíblicos que encabeza Netanyahu/Mileikowsky, que se condensa en el indeleble meme (https://bit.ly/4bJk8Pr) del desregulado hijo del hoy primer israelí, quien se encuentra confortablemente en Miami e impreca al globalista Soros y su nuevo orden del gobierno global, en sincronía y sintonía con el Foro Económico Mundial de Davos.
El documental insiste demasiado en exponer el lado oscuro de Netanyahu sin abordar el fundamental sustrato teológico del Gran Israel que se implementa(rá) con o sin Netanyahu. Quizá el error del documental fue haber demonizado exageradamente a Netanyahu que se mueve en el dantesco noveno círculo de los avernos de la política doméstica israelí.
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