La escalada nuclear israelí, hoy sicológica, pero que puede ser real, ha ido in crescendo: desde las amenazas múltiples de ministros, legisladores del Partido Likud y rabinos mesiánicos del Armagedón para aniquilar a Gaza, hasta el planteamiento de lanzar bombas nucleares tácticas
al sur del Líbano contra Hezbollah, como aducen el ex coronel Douglas Macgregor (en dos ocasiones) y el ex diplomático británico Alastair Crooke. La escalada nuclear de Israel alcanzó a Irán cuando Netanyahu amenazó aniquilarlo (¡megasic!), según el ex diplomático iraní Amir al-Mousawi, en su entrevista en Al Mayadeen (https://bit.ly/4dHyzEE).
Existe una relación inversamente proporcional entre el desempeño del ejército israelí en sus “siete frentes de guerra (ministro de Defensa, Yoav Gallant, dixit; https://bit.ly/3AxoxYb)” y la creciente amenaza de lanzar bombas nucleares desde Gaza, pasando por Líbano sur, hasta Irán.
Al-Mousawi resaltó que cualquier ataque nuclear
contra Irán sería contestado con una respuesta proporcional
. ¿Cuál sería la respuesta proporcional
de Irán cuando carece de bombas nucleares, según la Agencia Internacional de la Energía Atómica, que coloca su enriquecimiento de uranio a 60 por ciento, que dista lejos del umbral de 90 por ciento para fabricar una bomba nuclear?
Faltaría saber además si Irán dispone de un delivery system (sistema de lanzamiento), ya que una cosa es fabricar una bomba nuclear y otra es el instrumento (por cielo, mar o tierra) para arrojarla. No faltan feroces iranófobos –a quienes criticó severamente al-Mousawi– que fustigan que la cobardía (sic)
de Irán usa el pretexto nuclear, al unísono de las negociaciones de cese al fuego del Plan Biden, para esquivar su prometida represalia.
Es normal la fiebre de venganza de muchos círculos que ignoran –por desinformación o ingenuidad– los alcances nada descabellados de un ataque nuclear de Israel que es el único país en Medio Oriente –dejando de lado a Pakistán que pertenece más a la geografía del subcontinente indio– que posee más de 300 (sic) bombas nucleares (Jimmy Carter dixit), subreportadas tramposamente a la mitad por las agencias occidentales que controlan la “técnica Hasbara (https://bit.ly/47LDwcr)”.
Ya desde hace 33 años (sic), el ilustre investigador jázaro (https://bit.ly/3QqemJr), galardonado con el Premio Pulitzer, Seymour Hersh, había expuesto La Opción Sansón: el arsenal nuclear de Israel y la política exterior de EU (https://amzn.to/49Hx9I5), donde aborda la bizarra profundidad de la penetración de Israel a la tecnología satelital de espionaje de Washington. La tesis nodal de Hersh es que la política de EU ignora, quizá deliberadamente, el arsenal nuclear israelí que llegó hasta a tener como objetivo a la ex URSS (¡megasic!) a mitad de la década de 1980.
Justamente, el tabú de las armas nucleares de Israel fue roto tanto por Shimon Peres como por el general Ehud Barak, quienes aceptaron públicamente la posesión de armas nucleares –de lo cual gobiernos de EU no se han dado por enterados debido a la omnipotencia del legendario “lobby israelí (https://amzn.to/476u7M8)”. La Opción Sansón (https://bit.ly/49lLnOe) significa la estrategia de deterrence (disuasión por el terror) de una represalia masiva de Israel con sus armas nucleares.
Global Security explaya óptimamente la azorante variedad (tanto de fusión como de fisión) del arsenal nuclear israelí: desde sus bombas de neutrones
, pasando por su dotación terrestre (proyectiles de artillería y minas) hasta bombarderos y submarinos (¡megasic!) con atómicos misiles crucero (https://bit.ly/3T0Nhyn).
En un descuido, Israel no va a esperar las represalias de sus siete frentes de guerra
, sino que puede pasar a un ataque preventivo nuclear con bendición de cualquier gobierno que se encuentre en la Casa Blanca.
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