Ayacucho en la historia clandestina

El Sudamericano                                                                                                       18/08/25

“Vinimos desde las costas del Atlántico, y en 15 años de una lucha de gigantes, hemos derrocado el edificio de la tiranía formado en tres siglos de usurpación y de violencias. De pie en esta mole de plata que se llama Potosí, yo no estimo en nada esta opulencia cuando comparo con la gloria de haber traído victorioso el estandarte de la libertad desde las playas ardientes del Orinoco para fijarlas aquí en el pico de esta montaña cuyo seno es el asombro del universo”.

Discurso de Bolívar en la cumbre de Potosí

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Entre los prisioneros que fueron canjeados con el enemigo estaba un lanchero paraguayo, llamado José Félix Bogado, que ese mismo día se alistó voluntariamente en el regimiento. Trece años después y con el rango de Coronel, regresó a la patria con los últimos siete granaderos fundadores del cuerpo que sobrevivieron a las guerras de la independencia desde San Lorenzo a Ayacucho…”

EL COMBATE DE SAN LORENZO (1812) Estrella Roja, n° 46, Diciembre de 1974

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LA BATALLA DE AYACUCHO (1824)

Estrella Roja, n° 88. Noviembre de 1976

Durante el curso de las primeras décadas del siglo pasado, el continente americano por momentos se estremeció al fragor de duros combates. Fue una época de grandes sacrificios, que cubrió de gloría a los pueblos latinoamericanos tras el triunfo de sus armas sobre las del enemigo español que durante tanto tiempo había mantenido su dominación en estas tierras. La Batalla de Ayacucho, librada sobre territorio peruano, fue la última gran victoria de las fuerzas revolucionarias latinoamericanas, marcando el fin de la Guerra por la Primera Independencia.

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ANTECEDENTES

Desde comienzo del siglo pasado, uno a otro se iría sucediendo el surgimiento de movimientos populares, que desde un océano al otro y desde México hasta el extremo sur del continente, apuntaban al común deseo de sacudirse el yugo del coloniaje español. Guiados por ese deseo de liberación y sin mayor organización, muchos levantamientos terminaron ahogados en sangre por un enemigo militarmente superior. Pero es particularmente durante la segunda década cuando los esfuerzos revolucionarios se concentrarían correcta y adecuadamente hacia la organización militar.

En el caso nuestro, de las entonces Provincias del Rio de la Plata, las aspiraciones de Mayo de 1810 tomarían su verdadero cauce para ser conquistadas, con la creación del Ejército del Norte, del Regimiento de Granaderos a Caballo y posteriormente con la creación del histórico Ejército de los Andes; sin dejar de lado las fuerzas que, si bien no tuvieron el carácter de regulares, como las guerrillas de Güemes, jugaron un papel de suma importancia en la liberación de nuestra Patria.

Y fue en el propio proceso en que se destacaron los hombres que tomarían la enorme y noble responsabilidad de conducir a nuestro pueblo por la guerra hacia la independencia y la libertad: Manuel Belgrano, Juan Martín Miguel de Güemes, José de San Martín, entre los más sobresalientes. Fue en el curso de la guerra y a la luz de la experiencia surgida del combate mismo, que surgió la estrategia revolucionaria correcta para conquistar la victoria, con el genial plan de San Martín de liberar a Chile primero vía los Andes y al Perú luego por la ruta del mar, con un “ejército pequeño y bien disciplinado” según sus propias palabras.

Y mientras la guerra se desarrollaba a muerte contra el enemigo español en este extremo sur del continente, unas veces consiguiendo la victoria y otras con el amargo sabor de la derrota en los campos de batalla, en el extremo norte sudamericano otros pueblos y otros hombres se empeñaban en los mismos objetivos de liberación. América toda era un pueblo en armas, en cuyo corazón bullía al ansia de la Independencia. Origen, idioma, opiniones, los mismos objetivos e intenciones hermanaban a los pueblos, sus sueños, y sus armas se unieron para vencer al enemigo común.

En el Norte, fue Simón Bolívar el conductor de los ejércitos que darían independencia a los pueblos de Bolivia, Venezuela y Ecuador. Tampoco para esos pueblos fue fácil la guerra; derrotado en muchas oportunidades el Libertador1, como llamaron a Bolívar, debió recorrer el del exilio repetidas veces, un ejemplo de abnegación y perseverancia, convencido de la necesidad de la victoria e imbuido del sentimiento propio de quien ama la libertad de los pueblos, continuó sin desmayos la tarea emprendida.

Desde el Norte y desde el Sur, la fuerzas revolucionarias fueron avanzando, propinando mortales derrotas y acorralando a los españoles, hasta confluir en el centro sudamericano, donde se librarían los últimos combates.

Ya retirado San Martín, luego de la conquista de Guayaquil, le tocaría a Bolívar culminar la gran obra de la emancipación americana. En el año 1824, luego del triunfo de Junín, obtendría el gran triunfo revolucionario.

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LA BATALLA DE AYACUCHO

El ejército Español, lo formaban diez mil hombres bien organizados que conformaban batallones y dos brigadas de Caballería. Al mando de la tropa estaban los Generales Valdéz y Monet dirigidos por el Virrey La Serna.

Las fuerzas patriotas no pasaban de cinco mil hombres y estaban al mando del Mariscal Sucre.

Bolívar y Sucre diferían en el modo de planificar la batalla. El General Venezolano le recomendaba que en ningún momento dividiera sus fuerzas y que se acantonara en un terreno que le fuera ventajoso. Sucre pensaba que esperar al enemigo en un lugar era desventajoso, ya que no tenía fuerzas como para resistir. De acuerdo con esto había diseminado el ejército en una extensión de 130 km., y le escribía a Bolívar:

Sentiré que me tomen la espalda, pero esto no me da cuidado, porque tengo tan absoluta confianza de este ejército que me importa poco que los enemigos se pongan en cualquier otra parte; en cualquier otra parte debemos derrotarlo”.

En los primeros días de Diciembre, el Virrey La Serna inició sus operaciones, rodeando al Ejército Independentista en semicírculo y avanzó en conjunto. Lo que La Serna quería era establecerse en la retaguardia de Sucre, cortarle su línea de comunicaciones y dejarlo sin base de operaciones. Sucre decidió reconcentrarse, prevenir el cerco total, anticipándose al enemigo, marchar en posición y elegir el campo para provocar o aceptar batalla en condiciones más ventajosas.

Al replegarse, a fin de abrir las comunicaciones, y recuperar su base de operaciones y restablecerse en otro terreno, encontró al enemigo que a marchas forzadas se le había anticipado en la ocupación del terreno.

El lugar permitía a los dos ejércitos maniobrar paralelos uno a otro con total seguridad y durante días, ejecutando alternadas y simultáneas contramarchas, sin que ninguno de los dos se atreviera a atacar las posiciones enemigas.

Sucre buscó establecerse en las alturas de la montaña, quedando en la cima. A partir de ahí los dos ejércitos marcharon a la vista uno de otro, separados ambos por el abismo hasta las pampas de Ayacucho.

En la tarde del 8 de Diciembre las fuerzas ya estaban dispuestas para la batalla. El Ejército Libertador que estaba formado en el llano casi a tiro de cañón del enemigo, se componía de 4.500 venezolanos y colombianos, 1.200 peruanos y entre ellos 80 argentinos, último resto este del Ejército de los Andes.

Al amanecer del día 9 de Diciembre de 1824 y al grito de: “OTRO DÍA DE GLORIA VA A CORONAR VUESTRA CONSTANCIA”, el Ejército Libertador inició el fuego. Avanzando con rapidez, las tropas independentistas arrasaron con el enemigo que fue derrotado en su centro y en su ala derecha.

El ala izquierda española logró penetrar en una división patriota haciéndola flaquear, pero rápidamente fue rechazada por una división de reserva que decidió el final del combate. La batalla estaba ganada en toda la línea. Los generales españoles al verse perdidos se rindieron incondicionalmente, incluido el Virrey La Serna.

La guerra contra España, por la Primera Independencia de América Latina había terminado.

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CONCLUSIÓN

Con el triunfo de Ayacucho se cerró la última página de la historia de la Guerra por la Independencia contra el reino de España. Hoy, los revolucionarios argentinos y latinoamericanos enfrentados nuevamente a un enemigo que explota y oprime a nuestros pueblos, que no duda en usar los más salvajes métodos de represión para mantener sus privilegios, tomamos el ejemplo de nuestros antepasados y haciendo de esos ejemplos y virtudes nuestro ideario, marchamos unidos por el largo camino de la Segunda y Definitiva Independencia, hacia un nuevo y luminoso porvenir para los pueblos latinoamericanos.

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NOTAS:

1. El termino «Libertador», refiere en principio al reconocimiento de Bolívar de la libertad de los esclavos de las haciendas de su propia familia. Casualmente el “título” lo acompañó después de haberse retirado de Venezuela hacía Haití donde se resultó evidente que la libertad de los esclavos era condición fundamental para el desarrollo de la guerra de independencia. Fueron los esclavos negros “libertos” de Haití los primeros que utilizaron ese “rango” en señal de reconocimiento durante la insurrección Haitiana y fue dado por primera vez a Toussaint Louverture: “El Libertador”.

 

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