Fuente: https://literafricas.com/2023/11/25/ananda-devi-neustadt-2024-duena-de-un-mundo-lirico-y-terrible-a-la-vez/
La semana pasada se anunciaba a la ganadora del considerado “Nobel americano”, el Premio Neustadt. Un galardón que ha recaído en cuatro ocasiones en el continente africano: Assia Djebar 1996, Nuruddin Farah 1998, Mia Couto 2014 y Boubacar Boris Diop 2022 completan la lista.
Sobre la importancia del Premio el mozambiqueño Mia Couto resaltó lo siguiente: «Con el Neustadt todos elogiamos la diversidad cultural de nuestro mundo y la diversidad cultural de cada uno de nosotros. Eso es crucial en un momento en el que las identidades personales y nacionales se construyen como fortalezas, como protección contra las amenazas de quienes se nos presentan como extraterrestres».
Ahora se suma Ananda Devi, nacida en Mauricio, y considerada una de las grandes voces del Océano Índico.
De ella se ha dicho: “Leer a Ananda Devi es como recibir un puñetazo asombrosamente poético con el fondo de las vidas trágicas que se mueven en un entorno violento”. Orientada siempre hacia la asfixia de vivir en mundos cerrados oprimidos por el peso de la familia, por normas impuestas, sociales o de creencias, Devi pone en el centro a la mujer, los excluidos y los niños.
Los meandros de un universo palpitante
“Desde mis primeras novelas, mis personajes a menudo han sido físicamente incapaces de hablar. Uno de mis personajes tiene el labio leporino, lo que le impide hablar con normalidad. Otra de mis heroínas se queda muda, otra loca y nadie la escucha. Mis personajes están amurallados en su silencio”, afirma. Y de fondo la isla de Mauricio, que es una fuente inagotable de inspiración, según afirma ella misma, pero también la India, a través de las cerca de 25 obras que ha escrito hasta hoy.
Si bien el Neustadt se le concede por el conjunto de su obra, se destaca en especial la novela Eve de ses décombres publicada en 2006 y llevada al cine en 2012 por los directores Harrikrisna Anenden y Sharvan Anenden.
Exclusión, hibridez, ambigüedad, exilio interior, imposición exterior, trauma, búsqueda y sanación, son algunas de las palabras que suelen ir acompañando a los comentarios de sus libros. Junto a un estilo literario muy personal, disruptivo, abrupto a la vez que sensual, poético y desgarrador.
Para la profesora de la UAB, Mar García López, especialista en literatura africana y una de las personas que más ha estudiado y profundizado en su obra, «Ananda Devi, en algunas novelas, no en todas, es como la tecla que desafina en un piano, la voz disonante que se pasa de vueltas, la hibris en estado puro».
Dos obras traducidas al castellano
A pesar de su importancia, tan solo se han llegado a publicar en castellano, Pagli (2001) y Suspiro (2002). Escritas en origen en francés, en estos momentos ambas descatalogadas.
Pagli (traducida por Manuel Serrat Crespo) es la historia de una mujer que se atreve a desafiar el orden establecido, al cometer adulterio con un hombre además de diferente origen, y a combatir contra las mofines, las guardianas de la pureza, que guardan los secretos odios de la isla. Un camino que acaba conduciéndola a la marginalidad y la violencia, en una sociedad patriarcal que la nombra “loca” y la condena a la exclusión en un intento por castigar aquello que no puede soportar: “tapar sus bocas que no dejan de decir porque no saben lo que hay que callar”.
Su estilo visceral, dulce y amargamente poético, invita a bucear en la voz de la narradora, en su psique y en sus deseos, penetrando por debajo de la carne, tan vívida, y expulsando las diversas violencias a las que se ve sometida.
“La autora denuncia en clave poética la represión que sufren las mujeres y para ello se sumerge en la pasión, en el éxtasis del amor, en el erotismo y en todos esos sentimientos sobre los que la mayoría de los escritores masculinos temen hablar por pudor, según dijo Devi ”.
Sobre Suspiro, comentada también en este blog, pedimos su opinión a Mar García López: “Me sigo quedando con una de las menos estudiadas, Soupir (2002, Suspiro en traducción de Isabel Olid), considerada «problemática» por los postcoloniales de la época porque no triunfa en ella la famosa agentividad y porque los supervivientes del trauma en mayúsculas son como muertos vivientes -LEPASAN-, que, según las críticas, se complacen demasiado en su propio sufrimiento o siempre culpan a los demás de sus males. Ser postcolonial y melancólico sería un oxímoron indecente.
Luego está la otra cara de la hibris, la Devi-Kali cuyo poder destructor (y regenerador, aunque este último suele comenzar donde acaba la novela) ilustra algunas enseñanzas del psicoanálisis sobre el poder curativo del odio cuando no se puede o no se sabe amar.
Por lo visto, lo que está permitido a Kafka o a Baudelaire, parece que le sigue estando vetado a las escritoras africanas. Y pronto a todos los y las escritoras si siguen ganando terreno los sensitivity readers y otros agentes de la felicidad que se sirven de las fórmulas más manidas y huecas del feminismo institucional para ganarse unos aplausos”.
Mauricio como el revés de la postal
A Mauricio, que pertenece al archipiélago de las islas Mascareñas, se la conoce como «Little India» ya que su población está formada por descendientes de los indios que emigraron de la India británica -“coolies”- para trabajar en los campos de caña de azúcar. Sin población autóctona se convirtió en un crisol de culturas. A los nombrados, se unieron los descendientes de los colonizadores franceses, los esclavos africanos y los comerciantes chinos. Todos ellos hicieron de la isla un lugar muy rico en su diversidad, pero también muy estanco en sus culturas.
Atravesada ella misma por la mezcla indo-mauriciana, Devi vuelve la vista hacia un mundo ocultado, aquel que los ojos de los turistas que llegan a la isla no quieren ni vislumbrar. Mostrando su hibridez cultural, social y lingüistica. La propia escritora reconoce que mitifica algo la isla con la que vive en una especie de comunión mística que se percibe en la manera en la que recrea el territorio, entre el sueño y la realidad.
Quizás proponga un tercer espacio, aquel que deriva del propio caminar de los personajes de sus libros; desde el dolor tratando de sanar y encontrar una nueva vía por la que transitar, dueños de su propio destino y sin dejar de lado la riqueza de una hibridez que les aporta lo mejor de cada cultura.
“Me siento mauriciano –afirma en entrevista– porque soy un poco africana, un poco europea y un poco india. Es una riqueza tremenda de la que soy plenamente consciente, tal es la inmensa felicidad que siento al poseer las llaves de estas grandes civilizaciones. De ahí mi tristeza al comprobar que este simple mensaje sea tan difícil de entender o comunicar”.
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Pagli (Étnicos del Bronce,2002, traducción de Manuel Serrat Crespo)
Suspiro (El Cobre, 2004, traducción de Isabel Olid)