Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2022/08/20/per1-a20.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Andrea Lobo 21.08.22
El presidente mexicano Andrés Manuel López Obrador, conocido como AMLO, anunció esta semana que intentará cambiar la Constitución para pasar el control de la Guardia Nacional al Ejército. También planea continuar el despliegue interno del Ejército y la Armada más allá del límite de 2024 que decretó en 2020.
Estas maniobras consisten en preparativos para establecer una dictadura militar y aplastar el inminente estallido de luchas obreras contra la desigualdad y la explotación capitalista.
Tras haber perdido su mayoría absoluta en el Congreso el año pasado—en sí, una señal de la creciente oposición—AMLO dijo que impondrá el cambio por decreto presidencial y desestimó arrogantemente cualquier posible desafío ante la Suprema Corte, donde varios desafíos recientes a las actividades policiales del ejército han quedado relegados.
“Creo que conviene que la Guardia Nacional quede como una rama de la Secretaría de la Defensa, para que se le dé estabilidad en el tiempo, y no se corrompa”, dijo en una rueda de prensa el 9 de agosto. “Ahora se respetan los derechos humanos”, añadió, “ya no hay tortura; ya no hay masacres”.
Pocas horas después, hubo ataques en Guadalajara presuntamente por miembros de cárteles, quienes realizaron bloqueos, dispararon al azar y quemaron vehículos, supermercados OXXO y otros edificios. Ocurrieron eventos similares en Ciudad Juárez dos días después, matando a 11 personas, y nuevamente el día siguiente en Tijuana y Mexicali.
Anabel Hernández, una periodista exiliada en Alemania que se especializa en los vínculos entre los cárteles de la droga y el Estado, reportó a Deutsche Welle que una fuente cercana a la Presidencia dijo que los eventos fueron escenificados: “Se trata de crear una enfermedad para luego ofrecer la medicina”.
La promesa anterior de AMLO de acuartelar a los militares, que era inseparable de su supuesta oposición a la corrupción, fue una de las principales razones, si no la principal, de su elección. Pero tras llegar al poder, su Gobierno creó la Guardia Nacional como una fuerza casi completamente compuesta por soldados del Ejército y la Armada y la consagró en la Constitución como una “institución de carácter civil” bajo la Secretaría de Seguridad Pública.
Ya sea a través del despliegue de militares, los recortes fiscales sin precedentes a las empresas fronterizas, la eliminación a todas las restricciones a la propagación del COVID-19 o bien incontables otras políticas, AMLO se ha dedicado incondicionalmente a cumplir con las principales necesidades políticas y económicas de Wall Street, el imperialismo estadounidense y sus socios en la burguesía nacional. La posición de México en el capitalismo global como fuente de mano de obra barata para productos industriales clave yace en el seno de todas sus políticas, pero esta cuestión no ha sido falta por completo en la prensa corporativa.
La pandemia de COVID-19 ha dejado un exceso de mortalidad de 673.000 personas y millones más fueron sumidas en la pobreza en México, aumentando la tasa oficial de la pobreza a 44 por ciento. Ahora, los trabajadores están viendo las mayores caídas en sus salarios reales desde al menos la crisis de 2001. El alza anual de la canasta básica aumentó 13,9 por ciento hasta febrero, cuando los salarios apenas aumentaron 5 por ciento en promedio. Mientras tanto, los milmillonarios mexicanos (en dólares) aumentaron su patrimonio 31 por ciento el año pasado.
La combinación del ensanchamiento de la desigualdad, la caída masiva en los niveles de vida y los niveles masivos de muertes y enfermedad por las nuevas variantes del COVID-19 amenazan con provocar un estallido social como en Sri Lanka. No obstante, para continuar estos ataques a los trabajadores, AMLO está consolidando un Estado militar y estableciendo un precedente autoritario de gobernar por decreto y a punta de pistola como parte de los preparativos de la burguesía para una dictadura que aplaste las luchas de clases.
Al mismo tiempo, las fuerzas armadas de AMLO han seguido actuando como primera línea de la Patrulla Fronteriza de EE.UU. En 2021, México detuvo el mayor número de migrantes desde que se tiene registro.
Por su parte, el Gobierno de Biden auspició en octubre el primer Diálogo de Seguridad de Alto Nivel con México en cinco años. Esto resultó en un “Marco Bicentenario para la Seguridad, la Salud Pública y Comunidades Seguras” y la aprobación en el Congreso de $158,9 millones en asistencia militar a México, como parte del Plan Mérida, su nivel más alto desde 2013.
El imperialismo estadounidense y la élite local han adiestrado al ejército y a la policía en México para reprimir la oposición social. La relevancia del ejército eventualmente cayó después de la Revolución Mexicana hasta el resurgimiento global de la lucha de clases en 1968, cuando se puso a las fuerzas armadas en un primer plano para aplastar las manifestaciones masivas y varias guerrillas. Esto incluyó la masacre de Tlatelolco en octubre de 1968 en la que fueron asesinados cientos de manifestantes en plena Ciudad de México.
Al mismo ritmo de la expansión de la fuerza laboral industrial en México, el ejército creció de 60.000 a 453.000 plazas entre 1973 y 2022, incluyendo a 114.000 efectivos de la Guardia Nacional. La policía creció a 385.000 oficiales.
Mientras tanto, los homicidios vinculados al crimen organizado siguieron aumentando y alcanzaron un récord bajo AMLO de casi 25.000 por año. En total, se estima que 350.000 personas han sido asesinadas y 95.000 más han desaparecido en la llamada “guerra contra las drogas” desde 2006.
Confirmando su subordinación al imperialismo, la revista Jacobin ha promovido a AMLO por su “estrategia de protección a migrantes” y “política a favor de los pobres”. Tan recientemente como abril, esta publicación vinculada a los Socialistas Democráticos de EE.UU. (DSA, por sus siglas en inglés) denunció cualquier acusación de un giro autoritario por parte de AMLO e insistió en que el “programa obradorista” concibe que “el Estado debe aspirar a convertirse en una palanca de progreso social, responsabilizándose por las desigualdades económicas y desarrollando instituciones para este objetivo”.
Sin embargo, AMLO ha mostrado sus colores verdaderos una y otra vez. Lo más flagrante es que se unió al presidente fascistizante de Brasil, Jair Bolsonaro, en esperar seis semanas antes de reconocer la clara victoria electoral de Joe Biden en 2020, respaldando así el intento de Donald Trump de establecerse como dictador fascista. Como escribió el WSWS en su momento, AMLO “ve en un golpe de Trump un potencial impulso para avanzar más rápidamente hacia formas autoritarias de gobierno en México, cuando la crisis social del país se ve exacerbada por la pandemia y los marcados niveles de desigualdad”.
El Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes sobre la desaparición de los 43 normalistas de Ayotzinapa en 2014 concluyó que el ejército y la policía colaboraron con bandas criminales para secuestrar y masacrar a los estudiantes cuando se dirigían a una manifestación. Además, la Marina manipuló las pruebas; “toda la información que se obtiene es bajo tortura” por parte de la Secretaría de Defensa; y sus actas para detenciones fueron “falsificadas”. Veinte testigos clave, incluidos varios sospechosos, han sido asesinados. A pesar de todo esto, el Gobierno de AMLO no ha imputado a ningún militar.
Su Gobierno liberó en 2019 al hijo del Chapo Guzmán, exlíder del Cártel de Sinaloa, tras capturarlo. En marzo de 2020, AMLO saludó y tomó la mano de la madre del Chapo, Consuelo Loera. Anabel Hernández también informó que fuentes cercanas a AMLO dicen que está al tanto y aprueba la alianza entre funcionarios de Morena como el gobernador de Sinaloa, Rubén Rocha Moya, el gobernador electo de Tamaulipas, Américo Villareal, y varios presidentes municipales con el Cártel de Sinaloa.
En noviembre de 2020, AMLO presionó a Estados Unidos para que liberara al exsecretario de Defensa, Salvador Cienfuegos, a pesar de las claras evidencias de que le pagaban para proteger y facilitar directamente los envíos de drogas. Una vez que la Administración de Trump retiró los cargos y devolvió a Cienfuegos a México, AMLO lo exoneró.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 18 de agosto de 2022)