Fuente: https://www.jornada.com.mx/2023/11/13/opinion/032o1mun David Brooks 13.11.23
El sistema de justicia tiene que mostrar, aunque sea sólo de vez en cuando, que se aplica la máxima democrática de que nadie está por encima de la ley (especialmente si son parte de la cúpula) para no perder su legitimidad. La justicia
se ha empleado en contra de los pobres, y frecuentemente contra disidentes y rebeldes que desafían al sistema
. Ahora enfrenta una prueba en la que esta en juego el sistema democrático estadunidense.
Donald Trump insiste en que sus cuatro acusaciones criminales –con un total de 91 cargos– son parte de una persecución política por atreverse a desafiar al orden impuesto por el Estado profundo
controlado por radicales izquierdistas
que buscan descarrilar su retorno a la Casa Blanca. Pero Trump no está acusado de ser un rebelde
o un disidente defensor del pueblo, sino de nada menos que intentar un golpe de Estado, promover falsedades para anular una elección y poner en peligro la seguridad nacional por su manejo ilícito de secretos de Estado. En otros casos civiles aparte, ya fue declarado culpable de violación sexual en un caso civil, y de fraude empresarial.
Trump reitera diario que es víctima de “una cacería de brujas” por ser el candidato que rescatará a Estados Unidos de las manos de una dictadura marxista de hojalata
. La estrategia es clara: insistir en que tanto el sistema político-electoral y el sistema judicial son corruptos y por lo tanto ilegítimos; un paso necesario en el camino al fascismo (sólo falta que incendien el Reichstag estadunidense… ah, perdón, ya lo intentaron en enero de 2021).
Todo esto sería un gran espectáculo cómico-satírico para los maestros marxistas bajo la batuta de Groucho o para Sacha Baron Cohen (https://www.youtube.com/watch?v=YtkPacTl64I) o Monty Python, si no fuera porque millones aparentemente han optado por creerle y porque al empezar este año electoral Trump está empatado o va superando a Biden en las preferencias electorales, según las encuestas más recientes.
Más aun, hay varios en el extranjero que, en parte por las experiencias en sus propios países, le creen a Trump que hay una persecución judicial políticamente motivada en su contra. Pero este no es un caso de un político rebelde, sino de uno de los hombres de la cúpula, un multimillonario apoyado por otros multimillonarios, en control de uno de los dos partidos nacionales con un largo historial de corrupción, engaños y violación de principios democráticos (¡convocó a un golpe de Estado!)
Proceder a enjuiciar a un ex presidente es políticamente riesgoso para todos. Hay quienes dicen que se deben evitar los juicios por sus consecuencias políticas –que millones percibirán toda condena como injusta con el propósito de anular a un rival político, minará la confianza del público en el sistema estadunidense y dañará una democracia ya de por si frágil por la polarización de los años recientes.
Pero como señala Jelani Cobb en The New Yorker, no proceder judicialmente contra alguien sólo porque es un rival político es, mínimo, igual de corrosivo a una democracia
. Advierte que permitir la ilegalidad entre los poderosos tiene una manera de fomentar más de lo mismo
, y más aún cuando se trata de alguien que ha gozado de impunidad a lo largo de su vida no por actos políticos, sino por corrupción y fraude empresarial, así como ante acusaciones de acoso sexual de más de 20 mujeres; o sea, no por su supuesta defensa del pueblo
.
El rendimiento de cuentas, tarea esencial de un sistema de justicia, supuestamente está al centro de toda democracia. Lo que está en juego aquí es si todos –incluidos ex presidentes multimillonarios que son candidatos y que buscan burlarse de la ley y del pueblo– son iguales ante la ley. ¿Habrá justicia?
Willie Nelson, Merle Haggard. It’s all going to pot. https://www.youtube.com/watch?v=A6c6eUeoa9Q