América Latina en Resistencia: El regreso de la izquierda en Perú

Fuente: https://www.investigaction.net/es/america-latina-en-resistencia-el-regreso-de-la-izquierda-en-peru/

Editorial / Derrotas y victorias inesperadas

El 11 de abril fue un “super domingo” electoral en América Latina, con contiendas en Bolivia, Ecuador y Perú. Aquí analizamos el tablero político después de contados los votos.

En Ecuador, el candidato “correísta” Andrés Arauz llevaba ventaja en las encuestas de opinión pero terminó derrotado por un margen de cinco puntos. De este modo, las élites ecuatorianas vuelven directamente al poder con la victoria del banquero Guillermo Lasso.

Arauz tuvo que enfrentarse a una feroz persecución mediática, además de los ataques políticos y judiciales contra el ex-presidente Rafael Correa y su movimiento. El partido UNES (Unión por la Esperanza) logró consolidarse como fuerza electoral anti-neoliberal para los comicios futuros, pero tendrá que evaluar este resultado negativo tras la presidencia desastrosa de Lenin Moreno.

El factor decisivo terminó siendo la gran cantidad de votos nulos impulsada por el movimiento indígena y por Yaku Pérez, quien terminó en el tercer lugar en la primera vuelta y alegó fraude. Los gobiernos de Correa tuvieron relaciones tensas con el movimiento indígena, que al final prefirió abstenerse aún sabiendo que eso haría más probable la victoria de la derecha.

En Bolivia, las elecciones subnacionales (gobernaciones y alcaldías) trajeron resultados mixtos para el Movimiento al Socialismo (MAS).

El partido de Evo Morales se consolidó como la fuerza más hegemónica a nivel nacional, principalmente a nivel rural, tras conquistar 240 de las 336 alcaldías del país. Con Luis Arce en la presidencia, el MAS pudo recomponerse como la principal fuerza política boliviana a pesar de la persecución sufrida con el golpe de 2019 y la presidencia de facto de Jeanine Áñez.

Sin embargo, a nivel de gobernaciones el MAS conquistó apenas 3 de los 9 departamentos. La votación más baja era expectable en elecciones menos polarizadas donde compiten movimientos regionales. Pero el más terminó perdiendo la gobernación de La Paz, así como las alcaldías de La Paz y El Alto, tradicionales bastiones aymara, para el movimiento Jallala. Se trata de una disidencia del partido.

De igual modo, Luis Fernando Camacho, una de las figuras clave del golpe de noviembre de 2019, ganó la gobernación de Santa Cruz, que sigue así como el principal nido de derecha en el país.

No obstante, el resultado más sorprendente del domingo electoral fue Perú, con la victoria del casi desconocido candidato de izquierda Pedro Castillo en la primera vuelta. Castillo le sacó seis puntos de ventaja a Keiko Fujimori y evidenció la necesidad de tomar en cuenta al país rural, campesino, indígena.

En Latinoamérica, las capitales concentran el poder político, económico y mediático, pero en muchas ocasiones también tiene una lógica de pensamiento distinta a la del resto del país. Castillo es oriundo de Cajamarca e irrumpió con el uso de la simbología popular del Perú profundo: el caballo, el sombrero, el maestro de escuela y terco hasta el final.

Este joven candidato se hizo conocido en 2017, al dirigir una huelga de maestros que se inició en Cuzco, pero terminó sacudiendo todo el país. En aquella ocasión, varias organizaciones magisteriales fueron abandonando la huelga y negociando con el gobierno, pero la facción dirigida por Castillo se mantuvo firme hasta que pudo conquistar sus objetivos.

Tras esto, Keiko Fujimori emprendió una campaña de llamado a la unión nacional contra el candidato izquierdista, especialmente después que Castillo consiguió el apoyo del líder regional, Evo Morales, quien considera que el peruano “tiene un programa similar” al que él aplicó en su país con una “revolución democrática y cultural pacífica”.

Castillo, y su partido Perú libre, se reivindican marxistas, leninistas y mariateguistas, aunque elijan a Morales y Correa como referentes para el programa que buscan implementar. La nacionalización de los recursos naturales y la defensa de la educación y salud pública son algunas de las principales banderas.

Con un programa que amenaza los intereses de las élites nacionales y transnacionales, los ataques no tardaron, recurriendo al “fantasma Venezuela”. El derechista Mario Vargas Llosa rápidamente dejó a un lado sus credenciales anti-fujimorista para llamar al voto por Keiko Fujimori, alertando contra el peligro “chavista”.

La campaña electoral será una oportunidad para politizar y polarizar a una población sumamente descontenta con la clase política en medio de una crisis económica, escándalos de corrupción y un mal manejo de la pandemia. Una eventual victoria de Castillo podrá cambiar el escenario y devolver protagonismo a las masas por primera vez en décadas.

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