La proliferación descontrolada de macroparques de energías renovables o la apertura de grandes centros de datos son «una posibilidad que, mientras para unos es ejemplo envidiable de desarrollo pionero y sostenible, para otros es muestra de colonización energética con categoría de territorio de sacrificio», reflexionan en una reciente entrada en el blog de la Marea Azul de Aragón auspiciado por la Red Agua Pública Aragón (RAPA).
Para la entidad «volvemos a las andadas de los modelos enfrentados. Las andadas que se recorrieron en tiempos de Gran Escala a comienzo del siglo actual o los graves desequilibrios territoriales derivados de la vieja cultura del agua durante todo el siglo anterior».
«Hay quienes, rebuscando en la sociología, dicen que la causa de esta repetición histórica puede estar en la ausencia de una burguesía emprendedora que, a diferencia de otras regiones, supiera aprovechar las oportunidades, movilizar capitales y construir entornos productivos competitivos que, en Aragón no acabaron de afianzarse suficientemente en los siglos XIX y XX», apuntan. Para la RAPA, «en Aragón ha medrado una clase privilegiada mayoritariamente centrada en la agro-ganadería que ha generado una cultura de la especulación ayudada desde las administraciones públicas. Para comprobar esto no hay que ir muy lejos. La Torre Outlet de Zaragoza es un ejemplo de como la administración adapta la normativa a la medida de los intereses de un grupo empresarial local que, al poco tiempo, lo vende a otro grupo, británico en este caso. Especulación sin mayor creación de valor añadido, innovación ni nada por el estilo y, aquí paz y después gloria».
Para la red, la política energética y económica auspiciada en Aragón sigue esta misma lógica especulativa y cortoplacista. Así explican que «capitales proveniente de la agroganadería (privilegiada desde las administraciones) se diversifican en energías renovables, en hostelería en el Pirineo o en el vino de las denominaciones de origen de la tierra y se gestionan los proyectos para que otras empresas del sector energético o lejanos fondos de inversión, entren en el mercado inversor que en este caso, puede beneficiarse de financiación pública de España y de Europa».
En tono irónico señalan que «la necesidad de ‘descarbonizar la economía’ ha calado en la sociedad y el cambio climático es excusa perfecta para volver a proyectar en la opinión pública la idea de una tierra que producirá hidrógeno para toda Europa y sobre la que lloverá desde la ‘nube virtual’ el maná de un progreso infinito y todo eso porque de los desiertos de Aragón, aquellos que solo ‘el olvido los riega’, fluirán megavatios para hacer posible este paraíso en la tierra».
«Nadie parece querer hacer las cuentas de todo esta quimera, esta pesadilla compartida que no parece quitar el sueño a casi nadie», lamentan . Y continúan con cierto tiente de decepción afirmando que «a pesar de que colectivos de todo tipo, del Maestrazgo, de Monegros, Cinco Villas o Ribagorza, junto al movimiento ecologista, pongan en duda la razón de ser última de esta especulación que aleja la oportunidad de que las energías renovables sean la herramienta de democratización energética que se pensó no hace mucho tiempo, su discurso no cala suficiente en una sociedad conformada al relato dominante».
Los centros de datos
En su entrada, la red explica que los centros de datos aparecieron en el horizonte en el 2019 cuando Amazon anunció la apertura de tres instalaciones en El Burgo de Ebro, Villanueva de Gállego y Uesca. La presunta inversión de la multinacional rondaría los 2.500 millones de euros, susceptible de crecer conforme se implemente la infraestructura de AWS Europe, siempre según la propia compañía. La misma dice que tiene previsto invertir más de 15.000 millones en el Estado español hasta el año 2033, entre otras ha sido anunciada otra cuarta instalación de la multinacional en Aragón, en concreto en La Cartuja, de nuevo en el entorno de la capital zaragozana.
Pero Amazon no es la única multinacional que pretende instalar sus centros de datos en Aragón, «también Microsoft ha puesto sus ojos en esta zona con una inversión que se prevé que supere los 6.000 millones de euros en su centro de datos en Villamayor. Noventa hectáreas que la transnacional pretende instalar en los terrenos contiguos al futuro complejo agroalimentario de Grupo Costa, una superficie similar a la que ya tiene en el polígono de La Muela», escriben en su blog.
«El suelo, la energía, el agua, las comunicaciones y la buena disposición de las administraciones aragonesas son la razón por la que las grandes tecnológicas buscan empadronarse en Aragón», una alfombra roja tejida sobre la hipoteca del territorio y sus recursos naturales.
En la entrada ponen de relieve que «las superficies de suelo necesarias oscila entre las 147 hectáreas de AWS en el Polígono Empresarium de Zaragoza a las 62 nuevas hectáreas cerca del Parque Tecnológico de Walqa, en Huesca, o las 44 hectáreas adicionales en El Burgo de Ebro. Un triángulo geográfico, de baja sismicidad, que permite complementar y replicar su almacenaje garantizando la solución de posibles averías».
Grandes consumidores de energía
La RAPA señala que estos centros son unos grandes depredadores de energía, según explican «el consumo de estos centros se estima en una media de 200 Teravatios hora (Twh) que si provienen de origen renovable (en Aragón ya representa más del 80% de la producción de energía)» aumentará su capacidad de obtener mayores márgenes de beneficio. Además, explican, Zaragoza está localizada «en pleno centro de la malla de distribución eléctrica» del norte del Estado español. El territorio será si se cumplen las previsiones atravesado «por 6 líneas de Muy Alta Tensión de transporte» con el Estado francés, Euskal Herria, el País Valencià y Catalunya. «Un futuro al que los colectivos ciudadanos se opondrán con toda su determinación», vaticinan.
Para que entendamos la dimensión del consumo de este tipo de instalaciones, la red nos lo explica de forma sencilla: «los tres centros de datos que tiene Amazon Web Services (AWS) en Aragón llegarán a consumir la energía equiparable a una ciudad de 300.000 personas cuando estén a pleno rendimiento en la próxima década».
Toda este despliegue ha contado con algo más que el beneplácito de los distintos gobiernos aragoneses, el de ahora de Azcón y el de antes de Lambán. En la actualidad, explican desde entidad, «el ejecutivo autonómico acaba de modificar el Proyecto de Interés General de Aragón (PIGA) aprobado hace cuatro años para ampliar la potencia del complejo de El Burgo de Ebro, de modo que se igualará a los de Villanueva de Gállego y la Plataforma Logística de Huesca (Plhus). Cada uno de ellos alcanzará los 100 megavatios cuando estén a pleno rendimiento en la próxima década».
Esta declaración de PIGA otorga a las grandes empresas la reducción a la mitad del tiempo de tramitación de los expedientes y les permite obviar los Planes Generales de Ordenación Urbana (PGOU) de las localidades afectadas, acelerando aún más la tramitación y facilitando las posibles expropiaciones.
Según explican «Amazon Data Services Spain, solicitó hace medio año la modificación del PIGA para acometer una cuarta fase de infraestructura eléctrica que permita aumentar la capacidad de suministro al centro de El Burgo. Con este fin, ya reservó espacio en las 15 hectáreas que adquirió en el polígono El Espartal II para construir una subestación de media tensión y la nueva de alta tensión, denominada Cierzo. A este respecto cabe tener en cuenta el proyecto de Corredor de Hidrógeno del Ebro que afectará a esta misma zona en la que se solaparán ambos intereses industriales con grandes exigencias de suministro eléctrico y de consumo de agua».
La depredación del agua
La RAPA explica que «el consumo de agua es un factor especialmente relevante en Aragón al que no se está haciendo suficiente caso». Y señala: «los datos de la consultora Dgitl Infra apuntan a un consumo medio de 25 millones de litros anuales, cifra que puede llegar a los 600 millones de litros en el caso de los hipercentros. En Estados Unidos es ya una de las 10 industrias más consumidoras de agua. Esta necesidad, sin duda generará una competencia con la ampliación de regadío que ya de por sí lleva a la cuenca del Ebro al estado de estrés hídrico y que con estas nuevas demandan superan toda lógica de planificación racional».
La digitalización y el auge de la inteligencia artificial (IA), mercado en el compiten las multinacionales que están instalando sus centros de datos en Aragón, «requieren de cada vez más potencia computacional y eso se traduce en un mayor consumo, no solo de energía, sino también de agua». No hablamos de poca cosa, «el año pasado Google gastó unos 21.198 millones de litros de agua, un 20% más que en 2021, según sus propios datos. Los centros de Microsoft consumieron otros 6.435 millones de litros en 2022, un aumento anual del 34%», recoge la RAPA en su reciente entrada.
Una deriva sobre la que la red advierte es que en el caso de Aragón, «el abastecimiento de agua se realiza desde las redes municipales. Se trata de agua clorada que debe ser purificada, a través de un proceso de ósmosis inversa. Esto hace que pueda haber problemas en la disponibilidad para los municipios que ya tienen sus propios inconvenientes derivados de la contaminación de sus abastecimientos tradicionales».
Estos centros conforme avancen en su instalación y funcionamiento, requerirán de cada vez mayores recursos en la lógica de lo explicado con anterioridad. De hecho, «la modificación número dos del PIGA de los tres centros contempla transformar el sistema de abastecimiento de agua y conseguir una reducción del 10%. Para ello tienen que sustituir las tres infraestructuras actuales por otras de mayor capacidad. Los nuevos depósitos de cada una de las instalaciones aumentarán la garantía de abastecimiento de 48 a 72 horas», explican.
La red también advierte que «es difícil saber a ciencia cierta las cantidades de agua que este tipo de instalaciones necesita exactamente. La experiencia de Villanueva de Gállego es un ejemplo de lo que puede suceder con el abastecimiento de agua a los centros de datos». Un informe técnico del ayuntamiento de la localidad apuntó a la insuficiencia de las infraestructuras municipales para satisfacer las necesidades de consumo del centro de AWS. «Para resolver esta situación el municipio deberá contar con otro nuevo depósito de agua potable para abastecer al centro de datos de Amazon y al polígono tecnológico asociado a la multinacional. La obra, costeada con dinero público (2,18 millones de euros) permitirá independizar la toma de agua con una nueva tubería que conectará con las instalaciones de Amazon», apuntan desde la entidad.
La disminución del agua disponible, consecuencia del cambio climática y las sequías que se esperan más intensas, entre en contradicción con las necesidades del sector del almacenamiento de datos para la refrigeración de sus máquinas. De hecho las multinacionales estudian e implementan sistemas para minorizar su consumo, como la refrigeración mediante ciclo cerrado o la reutilización de caudales residuales procedentes de otras industrias o usos. Pero esta tendencia, según explica la red, «no sería de aplicación en los centros de Aragón».
La capital aragonesa es una localización estratégica
Respecto a las comunicaciones el colectivo ciudadano sostiene que «a nadie se le escapa que Zaragoza, tiene una magnífica situación geoestratégica. Situada en el cuadrante económico más importante del Estado español, en el centro de Madrid, Barcelona, Bilbao y Valencia». Añadiendo que «igualmente Zaragoza se beneficia de las redes de comunicaciones submarinas y terrestres porque, para unir todos estos enclaves geográficos, ya sea dentro de la península o para la conexión internacional, las conducciones de fibra óptica pasan por el territorio aragonés».
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