Alinti, maceta creada por peruano que produce energía limpia a…

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Alinti, la maceta creada por un joven peruano que produce energía limpia a partir de plantas y microorganismos (también purifica el aire)

El dispositivo, que ha sido galardonado en el concurso ‘Una idea para cambiar la historia’ de History Channel y en los Premios Latinoamérica Verde, fue creado para zonas rurales de Perú sin electricidad.
Alinti, la maceta creada por un joven peruano que produce energía limpia a partir de plantas y microorganismos (también purifica el aire)

«Alinti es una maceta de arcilla, que gracias a la fotosíntesis de las plantas y, también, a cinco microorganismos ‘electrogénicos’ que están dentro, produce energía biológica, ecológica y limpia».

De esa manera define su invento, en entrevista con RT, Hernán Asto Cabezas, un joven peruano de 29 años que creó este dispositivo para llevarlo a las comunidades que no cuentan con energía eléctrica en su natal Perú.

A simple vista, Alinti es una maceta (macetero o matero) de arcilla, de color ladrillo, que contiene una plantita y tiene unos paneles solares adherido en el exterior.

Sin embargo, es un sistema más complejo. Se trata de un dispositivo híbrido, que trabaja con energía solar (los paneles), fotosintética (plantas) y eléctrica, que es producida por microorganismos electrogénicos que están dentro del recipiente.

Esas tres energías se unen y se obtiene la corriente que, según cuenta su creador, «es repotenciada gracias al enfriamiento natural de la arcilla». Asto se congratula de que «es la única tecnología en el mundo que logra hacer posible utilizar la corriente biológica de una forma sostenible, de una forma eficaz».

La corriente generada se almacena en una batería de 10 amperios, que sirve, básicamente, para cargar hasta dos teléfonos celulares y encender focos (bombillos).

Purificador natural del aire

Los microorganismos que Asto ha inoculado en su maceta son cinco en total y, por razones de patente, prefiere mantener en secreto sus nombres.

Sin embargo, sí explica que estos microorganismos, cuando no están en su hábitat natural, se mueren. Por ello utiliza arcilla para la construcción de las macetas y ese material contiene tres tipos de minerales (cuyos nombres también protege).

La arcilla produce un enfriamiento natural y, con ello, los microorganismos «creen que están en su casa, se desarrollan y se reproducen», explica el joven peruano.

Asto hizo pruebas de laboratorios a 28 tipos de plantas y para armar Alinti seleccionó a tres: dos tipos de ‘asparagus’ y ‘violeta de los alpes’. Son especies que, dice el inventor, se encuentran en cualquier parte del mundo.

El joven señala que, además, las plantas que utiliza, en especial las ‘asparagus’, tienen la capacidad de absorber sustancias nocivas para la salud y el medio ambiente, como benceno, amoniaco, xileno y formaldehido. Cita un estudio de la Universidad de Georgia, en EE.UU., que señala que, por área cúbica, esta planta elimina de 36 a 45 % de microgramos de toxicidad.

¿Qué inspiró a Asto?

«Vengo de una familia muy del campo, de bajos recursos económicos, allá en casa no teníamos energía eléctrica, nos alumbrábamos con velas, con lamparines, de esa forma yo hacía mis tareas escolares», cuenta Asto, quien es oriundo de la comunidad de Accocca, departamento de Ayacucho, al centro-sur de Perú.

Ahí nació su curiosidad. En su casa utilizaban pilas (baterías) para hacer uso de la radio y relojes. Cuando dejaban de funcionar, él tomaba esas pilas, las desarmaba y buscaba descubrir cómo se almacenaba la energía en ese diminuto objeto, con el afán de hacerlas servibles nuevamente.

Además del problema de la electricidad, en su casa cocinaban en un fogón con leña. A los 13 años, luego que su hermana se quemara tratando de tomar una olla, creó una estructura que se armaba de acuerdo al tamaño de los recipientes para cocinar y facilitaba su retirada del fogón, con el cual ganó un concurso nacional. Un segundo premio, también nacional, lo obtuvo a los 15, cuando descubrió «una fibra vegetal más fina que la de la vicuña (mamífero del altiplano andino)», con la que logró hacer hilados, chaquetas, papel, entre otros objetos.

«En la literatura, yo descubro que todos los seres vivos, tanto animales, nosotros mismos, las plantas, somos energía, producimos energía y a partir de eso comienzo a buscar información para poder desarrollar la tecnología limpia», cuenta.

Cuando terminó la secundaria estaba interesado en estudiar biología, pero no consiguió mucho apoyo. En lugar de ello, se inscribió en la carrera de ingeniería civil, porque tenía más campo laboral. Pero, cuando le faltaba solo un año para culminar la carrera, decidió abandonar, pese a la negativa de su madre. «Me gana la nostalgia de ver en mi comunidad, en mi ciudad, que sigue habiendo miles de niños que siguen haciendo sus tareas con velas«, señaló.

«Dejé la universidad y me dediqué de lleno a la investigación, empecé a estudiar carreras técnicas de electricidad, a capacitarme en biología, especializarme en microorganismos; mi carrera de ingeniería empecé a enfocarla más en suelos, en materiales, empecé a enfocarme más en lo que a mí me gustaba», relata.

Añade que para costear su proyecto trabajó de pintor, gasfitero, electricista, entre otros oficios. Pero, gracias a ese esfuerzo consiguió crear Alinti y el primer prototipo lo llevó a Quinua, en Ayacucho, donde probó la funcionalidad del dispositivo en el campo.

Galardones

Su invento ha rendido frutos. En 2018, después de tres años de investigación, quedó en segundo lugar en el concurso internacional ‘Una idea para cambiar la historia’, promovido por History Channel.

Un año después, consiguió el galardón de ‘Tecnología con Impacto’ de los Premios Latinoamérica Verde, considerados los «Óscar del medioambiente». En ese mismo evento, quedó en segundo lugar en la categoría Energía.

A finales del año pasado, obtuvo dos premios en el Concurso Nacional de Invenciones y Diseños Industriales: Invento del Año, otorgado por la Asociación Nacional de inventores del Perú; y Patente Verde, entregado por la Asociación Interamericana de propiedad Intelectual.

Sin embargo, el mejor galardón que ha tenido Asto ha sido poder llevar su dispositivo a cientos de hogares, entre ellos los del Cerrito la Libertad, de Lima, Perú. Actualmente se están fabricando alrededor de 5.000 unidades, que serán repartidas en Masisea, en la Amazonía peruana.

A esas comunidades, Alinti ayuda, tanto en mejoramiento de calidad de vida, como en salud. «Esos niños que hacen sus tareas con velas están absorbiendo sustancias tóxicas que les originan problemas respiratorios, entonces, tener el dispositivo en casa significa también acabar con eso, porque está limpiando el aire contaminado; al mismo tiempo les está dando más horas de estudio y conectividad».

Asto también ha conseguido interesados en Colombia, Brasil, Chile y México. Y actualmente trabaja para una de las redes sociales más grande del mundo, que pondrá a prueba el Alinti en la Costa, Sierra y Selva peruana, para luego llevar los dispositivos a países de África.

Para postes y cualquier espacio

Este inventor comenta que está trabajando con el distrito de San Isidro, en Lima, para instalar alumbrado público en los parques con sus macetas.

Además, ha sacado un nuevo diseño, en blanco, «más sofisticado, más estético, que juega muy bien en una sala, en un dormitorio, en una oficina», que pondrá a la venta y, de sus ganancias, destinará un porcentaje para llevar el dispositivo a más comunidades rurales sin electricidad.

Edgar Romero G.

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