Fuente: https://info.nodo50.org/Agresion-sexual-durante-el-Orgullo-Madrid-2023.html Instagram de Rocío Esperilla 4 de julio 2023
Denuncia de Rocío Esperilla sobre una agresión sexual durante la celebración del Orgullo en Madrid y sobre como el Ayuntamiento de Madrid, la Delegación del Gobierno y AEGAL (organizadora del MADO) no tenían previsto ningún protocolo ante agresiones sexuales.
La noche del 1 de julio, en las celebraciones del orgullo de Madrid, una persona de mi grupo sufrió una agresión sexual y yo una agresión física por parte de un grupo de chicos gays y sus amigas.
Queremos contar todo lo que ocurrió para, por un lado, denunciar la falta de protocolos por parte de la policía y, por otra parte, recordar que tanto mujeres como personas del colectivo también pueden agredir.
Acabamos de llegar al escenario de la Plaza de las Reinas (en Pza. Del Rey) y estábamos bailando cuando una persona de mi grupo notó cómo desde detrás le intentaban introducir algo duro por la vulva.
Esta persona se giró y vio a tres chicos riéndose. Uno de cuarenta y tantos vestido de naranja con un abanico (el objeto que le intentó introducir), gafas de pasta negras, pelo corto con algunas canas y barba de tres días.
Iba acompañado de dos chicos de veinte y pocos, delgados, uno con un crop top blanco y otro con una camiseta blanca de manga larga con transparencias. Todos eran blancos, españoles y de estatura baja.
El chico del crop top señalaba a los otros diciendo «yo no he sido», y cuando esta persona les preguntó, se le encaró diciendo «nosotros somos gays, más te gustaría que te tocasemos».
Otra amiga lo vio y fue a hablar con los chicos, pero sólo le vacilaban. Cuando me enteré de lo que estaba pasando me acerqué al grupo y exigí que me dijesen quién había sido.
Ellos no decían nada, sólo nos insultaban. Les dije «si no me lo decís a mí, se lo vais a contar a la policía». Entonces entró una chica rubia gritando «a mi hermano no», y me agarró de los brazos, arañandome, intentando que no me fuera.
Me zafé de la chica y puse rumbo a la policía, pero me volvió a interceptar con sus amigas cortando el paso. Entonces, el chico del crop top me agarró de la cabeza y me estampó su copa en la cara.
Acto seguido salió huyendo. Mi pareja y yo le perseguimos pero le perdimos. Fue cuando encontré a la policía que estaba en el acceso de Calle Marqués de Valdeiglesias y pedí ayuda por primera vez.
Le expliqué al policía que había habido una agresión sexual y que me acababan de pegar para evitar que fuese con ellos. Su respuesta: yo no puedo moverme de aquí, vas a tener que ir a la comisaría de Leganitos.
Nos dimos la vuelta para encontrarnos con el resto del grupo, pero primero nos interceptaron el grupo de chicos, que ahora iban con más amigos.
El de naranja, el agresor, nos dijo «rejalaros que no ha sido para tanto, lo estáis sacando de quicio». Pero después nos empujaron y nos insultaron cosas del tipo «subnormal».
Cuando conseguimos zafarnos de ellos, nos interceptaron las chicas. Eran unas 10. Nos rodearon, no querían que nos encontrásemos con el resto. Me decían «vamos a hablar».
Les dije que yo no quería hablar, que quería ir con la persona que acababa de sufrir una agresión. Pero me agarraron y cada vez que intentaba irme me lo impedían. Me decían que me iban a reventar la cabeza, a mi pareja le tiraron al suelo…
Entre varias personas nos separaron y pudimos salir de la plaza para poner la denuncia y ahí empezó una gymkana policial donde nadie sabía decirnos qué hacer.
Fuimos a la comisaría más cercana: Plaza de la luna. Nos dijeron que ellos no tomaban denuncias y que en la de Leganitos (a la que me mandó el primer policía) tampoco. Que fuésemos a Huertas.
Atravesar el centro de Madrid abarrotado de gente tras sufrir una agresión sexual y otra física fue terrible y algo que debería pasar nadie. De camino a Huertas preguntamos.
Primero a un municipal que se sorprendió de lo que nos había dicho el primer policía y nos mandó a hablar con los nacionales, ya que él tenía orden de no moverse.
Los nacionales tuvieron cero empatía. Les dijimos que veníamos de sufrir esas agresiones y ellos nos vacilaron. «Qué culpa tengo yo de no saber si Leganitos está abierta o no, llamad al 091». Nos dijeron que no había protocolo y seguimos el camino.
En la comisaría de Huertas por fin pudimos poner la denuncia, pero sin ningún tipo de prueba. Nos la cogió una policía Nacional, en lugar de la UFAM, porque no estaban disponibles.
La UFAM es la Unidad de Atención a la Familia y a la Mujer y se deberían encargar de estas denuncias. Pero anoche, en un Madrid abarrotado, no había ningún protocolo activado para violencia sexual.
No puede ser que el Ayuntamiento de Madrid no ponga protocolos ni puntos morados y que obligue a una víctima a recorrer a pie el centro de una ciudad chocando con gente después de vivir algo así.
No puede ser que la policía, nacional y municipal, traten así a quienes te están pidiendo ayuda, mandándote a un lugar en el que ni siquiera te van a atender y sin dar aviso al resto de policías de la descripción de los agresores para evitar que vuelva a suceder.
Y no puede ser que en el Orgullo, la celebración de nuestra libertad, haya mujeres y personas del colectivo que ejercen estas violencias y que, cuando intentas pedir ayuda, impidan por la fuerza que lo hagas.
El Orgullo de Madrid se ha convertido en un lugar cero seguro y muy hostil, y espero que el Ayuntamiento, la policía y MaDo tomen medidas para solucionarlo.
Podéis contactar con Rocío Esperilla en su Instagram: @rocioesperilla. Y también seguir su programa de actualidad desde una perspectiva feminista Como las Grecas