Fuente: Umoya num. 104 3er trimestre 2021 Encarni Castillo
Bosques de alimentos
En varios pueblos situados en la zona occidental de Kenia se está
poniendo en práctica el proyecto BIOGI (Bio Gardening Innovations) para que los pequeños agricultores de la zona dejen de cultivar de manera intensiva sus campos y creen sus propios bosques de alimentos al lado de sus tierras de cultivo.
La zona de Kenia occidental donde se sitúa Emuhaya, epicentro del proyecto BIOGI, se caracteriza por el monocultivo de maíz dos veces al año usando gran cantidad de agroquímicos. Estas prácticas agrícolas agresivas con la tierra hacen que se vaya perdiendo la fertilidad del suelo y que los rendimientos sean cada vez menores cosecha tras cosecha.
Los agricultores rara vez son autosuficientes y dependen de
terceros para que les proporcionen los productos químicos
(fertilizantes y pesticidas) que necesitan para que su maíz crezca. Esta situación provoca, además, que sus dietas sean poco diversas y que sus cultivos sean más susceptibles a plagas y enfermedades.
Según un experto en compraventa de tierras, unas 280.000 hectáreas de tierra senegalesa han sido entregadas a extranjeros. Un verdadero escándalo, en palabras del presidente de la Federación de Agentes Inmobiliarios y Corredores de Senegal.
El proyecto BIOGI comenzó buscando agricultores locales
interesados en la agroecología.
Una vez formados, y combinando sus conocimientos ancestrales con técnicas de permacultura, se embarcaron en el proyecto para convertir algunos campos de maíz en bosques de alimentos. Un bosque de alimentos se parece mucho a un bosque natural: vibrante, verde y lleno de vida. Desde la copa de los árboles hasta el suelo existen muchas capas de plantas donde la fauna convive armoniosamente y la intervención humana es mínima. Los árboles
que se plantan, como plátano o papayo, son útiles para los
agricultores, que pueden vender la cosecha o utilizarla como fuente de alimento.
Una de las características de estos bosques son las zanjas de infiltración que sirven para atrapar el exceso de agua que luego drena lentamente hacia los cultivos. Es un método simple pero altamente eficaz para retener el agua y frenar la erosión del suelo.
Una de las agricultoras, Mary del pueblo de Mulimani, se enorgullece de haber comenzado a cuidar el suelo porque ahora tiene alimentos más diversos para su familia.
Además, si no hubiera sido por las zanjas de inundación alrededor de su granja, su casa y sus cultivos habrían sido arrasadas por las lluvias.
Como consecuencia, las fincas se ven en la actualidad como un mosaico de cultivos rebosantes de vida. En los huertos la yuca crece con frijoles mixtos y las calabazas se encuentran debajo del maíz.
La diversidad es fundamental para restaurar la fertilidad del suelo y fomentar el regreso de la vida silvestre y los insectos autóctonos.
Todo está interconectado, todos los elementos de la finca deben tener múltiples usos. Los excrementos de los animales y las hojas caídas se recolectan y se fermentan para hacer compost de Bokashi. Haciendo fertilizantes orgánicos en la finca no hay necesidad de recursos externos y este abono rico en nutrientes es fundamental para la enmienda del suelo. Ruth, una granjera del pueblo de Emmakunda, se interesó por la agroecología después de tener malas cosechas: «Veo riqueza en el suelo y me di cuenta de que no estábamos prestando suficiente atención a la fertilidad natural.
La capacitación y las visitas a otras fincas me han motivado a trabajar más duro y ahora vendo mis verduras locales mucho mejor» asegura. La idea detrás de los bosques de alimentos es simple, pero su implementación requiere tiempo y paciencia.
Combinando la teoría con los resultados prácticos y los
conocimientos tradicionales, el movimiento BIOGI ha trabajado con 2000 pequeños agricultores hasta la fecha. La transmisión de las experiencias de agricultor a agricultor es vital para la buena marcha de esta iniciativa. Para ello se mantienen reuniones periódicas, se comparten resultados y se van aplicando métodos
agroecológicos más eficaces y adaptados a la situación de cada finca.
Tal y como dice Simon, del pueblo de Eshiruli: «Tengo un libro y un bolígrafo que es el suelo y mis herramientas de trabajo. El conocimiento que tengo es práctico y debe ser aplicado y compartido con otros agricultores y amigos para un futuro mejor».
Los resultados del proyecto BIOGI muestran como las
comunidades han sido capaces de revertir su inseguridad alimentaria mientras restauran su medio ambiente, protegen la
biodiversidad y luchan contra las consecuencias del cambio
climático. A esto hay que añadir que han proporcionado a sus familias y comunidades dietas más nutritivas y equilibradas, mejorando su salud y su bienestar.
Para Julius Astiva, del pueblo de Ebubayi: «el futuro está en la agroecología; el mundo no será habitable sin ella. Toda la agricultura convencional, los monocultivos, fallarán porque no funcionan con la naturaleza».
El bosque de alimentos es algo digno de contemplar. Desde los árboles cargados de frutos al ganado transhumante, y el suelo rico y fértil debajo, todo rebosante de vida.
El enfoque de BIOGI requiere poco trabajo o intervención por parte de los agricultores, ya que la naturaleza va haciendo su
trabajo a su ritmo, cambiando el paisaje y la vida de la gente.
La sustitución de monocultivos por bosques de alimentos en Kenia fomenta la soberanía alimentaria a través de la agroecología y la silvicultura que trabaja en armonía con la naturaleza.