La historía crítica de la Tecnología como corazón de la crítica de la economía política y de la crítica global de la Sdad.

El  Sudamericano                                                                                                          Jorge Veraza Urtuzuástegui                                                                                     09/09/25

La historia crítica de la tecnología como corazón de la crítica de la Economía política y de la crítica global de la sociedad  por Jorge Veraza Urtuzuástegui

«¡Qué gusto saber que la expresión de mi pensamiento en forma adecuada la debo a mis amigos!, qué mejor. La amistad funda toda crítica también en su contenido, lo que no es casual. No hay pregunta por la realidad que no sea una afirmación del nosotros, ni una afirmación del nosotros que no lo cuestione para trascenderlo hacia adelante bien acrecido. Esperanza y gratitud, comunidad y pasión.»

Jorge Veraza, 1987

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[Revista “Autogestión”, México, Otoño de 1982, n.° 4, Segunda época, pp. 26-32]

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“Una historia crítica de la tecnología demostraría en que escasa medida cualquier invento del Siglo XVIII se debe a un solo individuo. Hasta el presente no existe esa obra. Darwin ha despertado el interés por la historia de la tecnología natural, esto es, por la formación de los órganos vegetales y animales como instrumentos de producción para la vida de plantas y animales. ¿No merece la misma atención la historia concerniente a la formación de los órganos productivos del hombre en la sociedad, a la base material de toda organización particular de la sociedad? ¿Y esa historia no sería mucho más fácil de expresar ya que, como dice Vico, la historia de la humanidad se diferencia de la historia natural en que la primera la hemos hecho nosotros y la otra no?

La tecnología pone al descubierto el comportamiento activo del hombre con respecto a la naturaleza, el proceso de producción inmediato de su existencia, y con eso, así mismo, sus relaciones sociales debida y las representaciones intelectuales que surgen de ellas, y hasta toda historia de las religiones que se abstraigan de esa base material será acrítica. Es, en realidad, mucho más fácil hallar por el análisis del núcleo terrenal de las brumosas apariencias de la religión que, a la inversa, partiendo de las condiciones reales de vida imperante en cada época, desarrollar las formas divinizadas correspondientes a esas condiciones. Este último es el único método materialista y por consiguiente científico. Las fallas del materialismo abstracto de las ciencias naturales, un materialismo que nace caso omiso del proceso histórico, se pone de manifiesto en las representaciones abstractas e ideológicas de sus corífeos tan pronto como se aventuran fuera, de los límites de su especialidad”.

Karl Marx; El Capital. t., I, capítulo XIII

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Existe un aspecto de la critica de la Economía Política casi olvidado y cuya existencia la desvirtúa reduciéndola casi a nivel de mera intensión, me refiero al extenso tema abierto por Karl Marx, nombrado por él: ”Historia crítica de la tecnología”. [Véase Jorge Veraza, Karl Marx y la Técnica desde la perspectiva de la vida, Ed. Itaca. 2012]

Al momento de hacer la invitación a su desarrollo, así como de presentar luminosos avances del mismo en el capitulo XIII “Maquinaria y Gran Industria” del tomo I de El Capital, Karl Marx lo presenta nada menos que como el terreno teórico fundante del materialismo histórico y de la critica de la Economía Política, donde es fácil hacerse idea de los estropicios que causa su carencia actual.

En nuestro epígrafe Marx indica que “hasta el presente (1867) no existe, tal obra”. Más de cien años después podemos repetir lo mismo (1) Pero sobre todo notemos que el proyecto descrito en este pasaje de 1867 se remonta a 1844 en sus “Manuscritos de París” así pues la historia critica de la tecnología, (véase: Karl Marx: Tecnología y Valor) no sólo es la piedra de toque para la comprensión del materialismo histórico en cuanto tal, sino también pana comprender su génesis y sobre todo la continuidad radical del proyecto crítico-científico de Karl Marx, (véase el intento de Kostas Axelos; Karl Marx Pensador de la técnica; Ed. Fontanella. 1966).

Retomemos la riqueza y flexibilidad de la concepción marxista de las fuerzas productivas, donde las religiones, el todo social, los órganos o instrumentos de producción de la vida animal y vegetal tienen cabida. Y sin embargo, la paradoja no se hace esperar: ¿como compaginar ésta riqueza del proyecto con la aparente reducción tecnologicista que parece centrarla? en todo caso no puede revocarse que para Karl Marx la técnica sea en fundamento objetivo del todo social, tal y como nítidamente lo plantea nuestra cita.

El caso es que las fuerzas productivas para Marx incluyen tanto a los instrumentos técnicos, etc., como a los sujetos y, por antonomasia la fuerza productiva mas grande es la clase revolucionaria, según reza la página final de la Miseria de la Filosofía (1847)

Este doble fundamento unitario constitutivo de las fuerzas productivas –y donde la técnica ocupa un lugar al lado de la cooperación laborante de los hombres– es lo que confiere desde la base toda su flexibilidad al planteamiento, así como su firmeza, la tecnología es el fundamento objetivo; la cooperación humana el subjetivo. El fundamento total de la sociedad humana, el proceso de trabajo (unidad de factor subjetivo y objetivo) es necesariamente doble y procesual renovante: las fuerzas productivas.

Esa misma flexibilidad y riqueza sería la de la crítica de la Economía Política si viviera con el pulsar de este corazón. Tal y como Karl Marx la diseño como forma discursiva adecuada a los propósitos de la revolución radical del proletariado moderno.

Sabemos que desde 1922 Karl Korsch (2) insistía en su crítica a Kautzky y luego en su “anticrítica” a la tercera Internacional (1930) en la importancia de esta figura discursiva específica que el marxismo había asumido (crítica de la economía política) pero, pasada por alto, no obstante se llevaran a cabo, de hecho, críticas a la sociedad burguesa, y a los economistas burgueses, etc. Esta forma discursiva rigurosa sin embargo, se disolvía (3)

Así, después de tanto tiempo olvidada (de hecho desde los tiempos de Marx y Engels) la Critica de la Economía Política fue recién rescatada en su importancia general (1966 durante el movimiento estudiantil de la Universidad Libre de Berlín y luego en 1968 en París, etc.)

No obstante su corazón, su núcleo duro y articulador –la historia critica de la tecnología– quedo aún olvidado. Por lo demás, nada más sencillo que comprender que la critica de las relaciones sociales debe iniciarse y fundarse en la critica de las fuerzas productivas. Pero tal certera obviedad no ha sido consecuentemente desarrollada sino una y otra vez dejada de lado. A veces con la intención de pasar a lo ulterior y “supuestamente” más importante; a veces, creyéndola tan obvia y entonces, también, ya realizada. Otras intentando huir del determinismo tecnicista y economista que pesa sobre el marxismo y que se cree –falsamente– estriba en el ocuparse de las fuerzas productivas, así sea críticamente.

Pero observemos por el contrario que el tratamiento critico de la tecnología es logrado en la medida en que podamos distinguir modalidades distintas de técnica en lugar de creer fatalmente que las técnicas dadas y más o menos nocivas y deformantes de la actualidad (pues hijos del capital al servicio del acrecentamiento de la ganancia) son la única posibilidad material natural para el progreso y sobrevivencia de los hombres. La critica de la supuesta neutralidad y naturalidad de la técnica es posible cuando podemos construir positivamente el concepto de los diversos modos de técnica posibles. Tal es el objeto de la historia critica de la tecnología (3 bis) y le es dado afrontarlo en gracia a que pone en relación inmediata y esencial a la técnica y a la cooperación laborante, (concepto de fuerzas productivas y de proceso de trabajo, como vimos arriba) De manera que según sea la relación de los componentes tenemos un modo diverso de fuerzas productivas, el que a su vez está condicionado materialmente por la figura de la técnica: allí en tercer lugar tenemos la posibilidad de construir el concepto crítico de la modalidad de técnica a partir del de la modalidad de fuerzas productivas y proceso de trabajo.

Es por esto, por su que el encuentro del fundamento real y dinámico (doble y –según veremos– circular) de la sociedad es el que permite la fundamentación teórica suficiente de la crítica científica y revolucionaria de la economía y la sociedad. Sin ello la “Critica de la economía política” no pasa de ser una ilusión presa en la economía burguesa.

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1. La crítica de la economía política no ha tenido pues un desarrollo sistemático después de Marx.

Contra toda la apariencia de multiplicidad y aún monumentalismo, a la caterva de libros marxistas que pretenden hacerlo, incluso más allá de Karl Marx (“para las nuevas condiciones históricas”) les ha faltado la vena especificante, el fundamento teórico mismo que posibilitaría una renovada crítica de la economía política.

Ahora bien, ¿porque tal y tan honda carencia?; en verdad hay varias razones; en especial el fetichismo creciente de las relaciones de producción burguesas, desarrolladas a la par con ellas. Hecho esencial que se manifiesta tanto en la acción política como en la teoría, incluidas las de intención revolucionaria.(4) Pero ahora nos interesa aquella otra razón, intrínseca al propio objeto teórico básico: la tecnología.

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2. La dificultad intrínseca para la construcción de la historia crítica de la tecnología estriba, precisamente, en que la tecnología es el fundamento material del todo social que se desarrolla, de donde su crítica es la premisa (5) de la critica global de la sociedad, incluida la crítica de la economía.

El fundamento material del todo que se desarrolla; es decir, aquello por donde se inicia todo movimiento social pero que a la vez –subrayémoslo pues es esto lo que se olvida en lo que redunda–, cristaliza o resulta el conjunto de acciones y efectos. Nada menos, entonces que aquello a la vez no solo inicial e inmediato sino también globalizador y unificante de toda la dinámica social. En la tecnología quedan resumidos final e inicialmente los trazos básicos, los objetivos propuestos y los medios con los cuales lograrlos. Aún más, no sólo los medios sino que también en ella se resume el contorno material del modo, de la forma social global: su racionalidad específica.(6)

El hecho de que la técnica, las fuerzas productivas, la producción y aún la economía son el fundamento se retiene –comúnmente– sólo que están a la base y son el inicio y se olvida, se pierde la procesualidad circular de todo auténtico fundamento. Aquello que lo habilita como tal, pues comprende o engloba a todo el movimiento tanto por iniciarlo pero también por resumirlo. Ahora bien la defectuosa concepción de lo que es “fundamento” proviene del materialismo mecanicista positivista preso del sentido común deformado propio de las relaciones burguesas bien centradas en el fetichismo.

Es esta reducción, del papel de la técnica la que paradójicamente deriva en tecnicismo, en determinismo economicista y productivista. Pero una vez que los teóricos han tocado este peligro, con menor razón quieren profundizar y darle más peso a la técnica. Por el contrario se opera el error opuesto pero complementario: El culturalismo y el politicismo, los cuales buscan contrapesar el economicismo pero sin superarlo realmente. Pues su raíz mutua queda inmodificada: La reducción de la función fundamental de la técnica y la reducción a mero bloque fijo y puesto dogmáticamente en la base de lo que en general significa fundamento. Así, la equivocación sobre el fundamento material de la técnica redunda en equivocación, respecto de lo que significa fundamento lógico general, fundamentación argumental. No casualmente poco antes de su muerte Engels recibe varias cartas de los marxistas de entonces, cuyas preguntas van encaminadas a resolver la relación entre la base y la sobreestructura (7) (Recuérdese la célebre carta a Bloch). Pero en las que ya se ve el terror que causa la “base” y, en particular, la técnica; de suerte que cuanto antes pueda justificarse la salida mejor.

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3. La quiebra de la crítica de la Economía Política se inició, pues, con la quiebra de la historia crítica de la tecnología; y la salida hacia la sobreestructura, con el consiguiente abandono de la técnica y la base, no hizo más que consolidar el economicismo y el productivismo de las posteriores generaciones de marxistas, desde la segunda internacional hasta hoy.

En verdad jamás se salió de la “base” y la “técnica” sino que se quedó preso de su fetiche y férreo dominio.

Tales fueron las consecuencias generales, veamos aquellas implícitas. Así, tenemos, en primer lugar que la importancia de la producción (la “determinación en última instancia”) sobre el todo social ha quedado en mera declaración (8) o a lo más repetición deficiente de lo avanzado por Karl Marx añadiendo rasgos “actuales”; pero de ninguna manera se hace el planteamiento eficaz de cómo ocurre esta determinación.

Con la suma de rasgos “actuales” se pretexta concreción pero es ésta lo que se pierde desde el momento en que la conexión interna esencial fue hecha de lado; entonces ya no importa la cantidad de datos que sumemos, la cosa esta decidida de antemano.

Los “economistas marxistas” insisten aún en basar la crítica de la Economía Política en la producción y aún en la técnica –unos de palabra y otros, felizmente, ocupándose en serio del caso– (9) pero ya no es un estudio histórico critico de la misma. Por lo demás si se lo propusieran no sabrían por donde empezar pues –como digo– es éste uno de los grandes temas de Karl Marx sepultado en un mar de discusiones y dogmatismos opuestos a su contenido.

El segundo tópico es el referente a la relación de producción dominante del todo social y en especial del capitalismo, aún más en especial –valga la redundancia para subrayar un rasgo cómico de la discusión de su fase superior. La que como es sabido Lenin caracterizaba –siguiendo a Hilferding y a economistas burgueses de la época–(10), como es visible en sus “Cuadernos sobre el Imperialismo”, aduciendo la predominancia del capital financiero a la vez que monopólico.

Quizá no resulte obvio decir que hace años –ya incluso desde su propuesta– la cuestión fue debatida y hoy, con dificultad podría caracterizarse al capitalismo a modo leniniano de 1917(11) sobre todo en lo referente a que el capital financiero –y no, como en Karl Marx, el capital industrial– es la relación de producción dominante del sistema. Fácil es ver que si la determinación en última instancia quedo desleída el problema debía recorrer se también a la relación de producción dominante ¿y que otra suerte debía tocar a conexión de la base y la sobreestructura derivada de aquellas?.

El “marxismo” conformado según estos parámetros ha mantenido una actitud totalmente acrítica lo casi (12)) frente a las fuerzas productivas y, por consiguiente, parcialmente acríticas frente a numerosos aspectos de las relaciones de producción y de la vida social en general.

Por más que se requiera, desde tal plataforma ¿qué crítica de la Economía Política podría ser hecha sino una que pierde la meta constantemente o dogmatiza y establece pequeños feudos y que cree que así es como el camino al socialismo es construido, pero jamás se atreve a fundamentar, realmente, más bien repele cualquier insinuación al respecto o la ve carente de sentido… etc.?

Uno de los más deplorables resultados de todo ello es que para muchos marxistas –especialmente economistas, para agudizar la paradoja– ha resultado muy difícil comprender el tantas veces subrayado por Marx vínculo esencial que la autogestión de la producción por parte de los productores directos guarda con la crítica de la Economía Política y con el proceso revolucionario real. Y ello al margen, incluso, de consideraciones partidarias –en las que ya estas osificados los parámetros de acción y pensamiento– pues el problema de fondo es que ha pasado desapercibido el fundamento constructivo de la critica de la Economía Política: la historia crítica de la tecnología.

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4. Ahora bien, debemos subrayar que para llevar a cabo un estudio de tal naturaleza sobre la tecnología éste no puede ser hecho al modo de una investigación cuyo horizonte y contenido sea unilateralmente tecnológico o económico.

La tecnología como fundamento inmediato y a la vez globalizador, comprensivo de toda la dinámica social que una y otra vez redunda en sedimentarse en la base instrumental, obliga de suyo a un estudio global y aún ya bien centrado y sabedor de lo esencial. Sabedor de la temática y el método seguido rigurosamente por Karl Marx en su crítica de la Economía Política, amen de los desarrollos reales y teóricos ocurridos posteriormente a la obra de Marx. Ciertamente, no es mero académico lo que se juega en el rescate puntual de la obra de Marx y tampoco es casual que éste rescate sea atacado una y otra vez con los más diversos pretextos, sobre todo los pretendidamente revolucionarios y eficaces.

No es casual, es connatural al desarrollo del capitalismo. No es casual que verdaderas aportaciones teóricas para la historia crítica de la tecnología sean pocas y de diversa índole, logradas sólo en los intersticios de la dominación del capital industrial.

Construidas a veces al margen del marxismo o en oposición a su coyuntural figura logradas siempre casi sin continuidad y como un hilo en el tris de romperse a cada momento, etc. Tenemos por ejemplo a Martin Heidegger en una reflexión ontológica general de corte crítico; o tenemos a Walter Benjamín reflexionando a la vez críticamente las fuerzas productivas y los objetos de consumo. No por casualidad es el pivote central de todos los nuevos desarrollos de critica social de izquierda (marxista y no marxista) etc. Así, tenemos a Marx Horkeimer y Theodoro Adorno en una crítica global de la “racionalidad” general científico técnica. Herederos de la mejor tradición anticapitalista cultural Jonnies Weber, Kraus, Nietzche, etc.; Hegel y Marx incluidos obviamente) Tenemos a Marshal MacLuhan con su ecléctico (muy anglosajón) y sugerente análisis sobre los nuevos medios de producción y de comunicación. Tenemos a Norbert Winer teorizador de la cibernética con intenciones desarrollistas, si bien criticas frente a la anterior tecnología al igual que MacLuhan. Friedrich Pollock desde los años 30’s ligando el problema de la automatización y la planificación social desde posturas marxistas. Edgar Morin en una crítica global de la civilización occidental muy marcada por posturas marxistas humanistas intentando rescatar figuras precapitalistas de convivencia. Tenemos, por todo ello, recientemente y sólo como resultado de las distintas fases del desarrollo teórico no marxista aportaciones marxistas globales. Pues estos preocupados después de ver “fuera de si” algo que debería serles propio y ahora los rebasaba.

Intentaron finalmente retornar a Marx en donde intuyeron debería haber algo y se dispusieron a sistematizarlo. Tal por ejemplo son los aportes valiosos de Kostas Axelos (op. cit.) Henri Lefebvre, Piero Bolchini, Rodovan Richta, etc.

Pero en el desconcierto y a partir de ciertas certezas heredadas –de las que debería por ello mismo dudarse cuanto más evidentes se presentaran– los marxistas formados según los parámetros referidos intentaron, incluso, superar “ya” a Marx desde Marx y aún sin él.

Ejemplar es la aportación de Jurgen Habermas, sobre todo por su profundidad. Pero indudablemente que antes y al lado de él brotan intentonas más ‘vulgares’.

Que me queda aquí, sino invitar, como al principio a reconstruir la crítica de la Economía Política resumiendo la historia crítica de la tecnología. Pues hasta hoy la dificultad para abordar la historia crítica de la tecnología propuesta por Karl Marx detiene a la crítica de la Economía Política y desactiva, a la crítica global de la sociedad por diversos caminos intentada.

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NOTAS:

(1) Existen aportaciones. Es de recordarse Samuel Lilley, Hombres, Maquinas e Historia. Ed. Ciencia Nueva, 1972, Buenos Aires, etc.
(2) Cfr. Ambos trabajos en Karl Korsch, Marxismo y Filosofía, Ed. Ariel, Barcelona.
(3) De hecho desde diversos lugares se oyen voces actualmente que invitan, o aún conminan a llevar a cabo la crítica de la Economía Política. Después de lo cual se apresuran a definirla –ante la azorada y cuestionadora cara del interlocutor– como crítica de la realidad económica burguesa y de la teoría económica burguesa tanto en su versión clásica como vulgar y sus variantes actuales. Luego ante la pregunta: “bueno sí, pero ¿desde donde hacer una tal crítica doble?” la contestación prepotente es: “desde el punto de vista proletario y con rigor científico” lemas importantísimos, pero devenidos huecos pues les falta el contenido que los determina como tales. Otra vez la historia de la critica de la Tecnología.
(3 bis) Al revisar para su impresión el presente artículo apareció el muy interesante de Jorge Juanes, “Crisis de la Metafísica de Occidente. Crisis del Marxismo”, (Revista Palos de la Crítica; n.° 41/2, Abril-Sept. de 1981, México). Merece comentario aparte. De momento me gustaría indicar afectuosamente que según entiendo por la nota 6 (p. 107 ed. cit.) Allí se reconoce la relación que va de la critica de la Economía Política a la determinación de la “forma social” de técnica como su punto de apoyo pero no las consecuencias de ello, en las cuales se implica la relación fundante inversa; es decir, que solo previa crítica de la técnica y de su racionalidad es posible la construcción de la crítica de la economía política. Indicar como allí que “Marx no la hace” (la critica de la técnica) es no ver que ya la hizo y aún que invita expresamente a su desarrollo como algo centralísimo. Sirva esta breve indicación sólo para permitir que reflexionemos amistosamente puntos de vista distintos sobre el objeto de interés común.
(4) Cfr. Karl Marx. “El Capital”. Cap. 1. El fetichismo de la mercancía y su secreto; Cap. XVII. Transformación del valor o precio de la fuerza de trabajo en salario. Y en especial T. III. Cap. XLVIII, La fórmula Trinitaria (páginas finales).
(5) En 1843 Carlos Marx en su “Entorno a la Crítica de la Filosofía del derecho de Hegel. Introducción” Indica, de entrada, como la crítica de la religión es la premisa de toda crítica positiva de la sociedad. Una vez puesta la critica del más acá como objetivo inmediato –después de realizada la crítica del supuesto más allá religioso– la premisa es la crítica de la tecnología, el radical fundamento objetivo de la sociedad. La Crítica de la Religión y la Crítica de la tecnología están profundamente emparentadas; la critica del “cielo” y del “infierno”. Una misma ideología alienante ronda sus terrenos. Descubrimiento de Carlos Marx en el siglo XIX sin tener que esperar a J. Habermas en 1968 (cfr. La técnica como Ideología) y si en sus errores.
(6) cfr. el señalado Cap. XIII “Maquinaria y Gran Industria” de Carlos Marx.
(7) cfr. Bo Gustafson; Marxismo y Revisionismo; Ed. Grijalbo, España 1976. Donde se encontrará un comentario a las cartas y una ilustración del marco político cultural en el que ocurrieron.
(8) Basta revisar la propuesta Althusseriana con todos sus malabarismos pero que nunca dice porque sería determinante en última instancia. En esto como en los demás casos, la metafísica althusseriana es ejemplar, pues, reúne las confusiones y deslices de una discusión de más de 60 años, y aún nuevos, cuando intenta superar los anteriores respecto de la relación entre la base y la sobreestructura. O la relación de producción dominante, etc.
(9) El ejemplo descollante de Ernest Mandel, quien ha intentado basar su caracterización de El Capitalismo Tardío (Ed. Era, México 1980) (Y antes su Neocapitalismo; ed. cit.; 1973) en las sucesivas revoluciones tecnológicas. Por su parte Theotonio Dos Santos ha avanzado un texto en dos tomos, no obstante en ambos, la asunción de la técnica es meramente positiva y parcial; y la critica que insertan deriva de cuestiones económico formales en las que “enmarcan” el tema. Frente al que la critica permanece exterior; no nace de él como sería el camino autentico.
(10) I. Lenin. Obras Completas, Tomos 43 y 44. En especial, Lenin se basó en las afirmaciones de Hobson.
(11) Cfr. por ejemplo, además de los trabajos de los teóricos del intercambio desigual, la antología. “Teoría Marxista del Imperialismo”. Cuadernos de pasado y presente, n.° 10, Ed. Siglo XXI, 1973. En particular el ensayo de Rodolfo Banfi.
(12) Es de recordarse la crítica de los revolucionarios chinos a la industrialización soviética, etc. Durante la revolución cultural. y en los primeros años de la revolución rusa la critica al taylorismo y a la industrialización forzada; apoyadas por Lenin, Trotsky y luego por Stalin.

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