6 formas en que el racismo marca la experiencia de las mujeres migrantes

 

La experiencia migratoria no es homogénea, y las mujeres migrantes racializadas —especialmente las mujeres negras y racializadas— soportan formas específicas de discriminación donde el racismo y el sexismo se entrecruzan. Estas violencias estructurales dificultan su integración y condicionan su vida cotidiana, su acceso a derechos y su autonomía.

A continuación, exploramos seis formas concretas en que el racismo impacta la vida de las mujeres migrantes.

1. Precariedad laboral racializada

Las mujeres migrantes suelen quedar relegadas a empleos marcados por la informalidad, la falta de derechos laborales y la explotación: limpieza, cuidados, trabajo doméstico. No es casualidad. Existe una racialización de estos sectores donde el cuerpo negro femenino se asocia con la servidumbre. A esto se suma la desprotección legal —por ejemplo, en España, el régimen de extranjería y la exclusión del trabajo del hogar del Estatuto de los Trabajadores— que refuerza esta precariedad.

2. Hipersexualización y estereotipos

El imaginario colonial sigue muy presente. Las mujeres negras, latinoamericanas, asiáticas o árabes son constantemente reducidas a estereotipos sexuales: la «mujer caliente», «sumisa», «exótica», «dispuesta». Estos prejuicios no son inofensivos, se traducen en violencias, acosos y en la invisibilización de su capacidad intelectual y voluntad. También afectan el acceso a vivienda o a servicios médicos, donde se las mira con desconfianza o paternalismo.

3. Violencia institucional y controles policiales

El racismo institucional afecta de manera distinta a las mujeres migrantes. Desde los controles policiales por perfil racial, hasta las trabas burocráticas para acceder a la regularización, la salud o la justicia. Muchas mujeres, por miedo a ser deportadas, no denuncian violencias machistas, lo que las deja en situación de extrema vulnerabilidad. La Ley de Extranjería se convierte así en una herramienta de control y silenciamiento.

4. Feminismos hegemónicos que las excluyen

Las mujeres migrantes racializadas a menudo encuentran que los espacios feministas blancos no reconocen sus experiencias específicas. El feminismo institucional muchas veces reproduce lógicas eurocéntricas, hablando por ellas, sin ellas, o directamente ignorándolas. Esta exclusión refuerza su invisibilidad y reproduce una jerarquía dentro del propio movimiento feminista.

5. Dificultades para acceder a salud mental y autocuidado

La migración, el racismo cotidiano, la precariedad y la soledad generan un desgaste psicológico profundo. Sin embargo, los servicios de salud mental suelen ser inaccesibles o culturalmente inadecuados. Muchas mujeres recurren a redes comunitarias o a la autogestión del cuidado, pero esto no siempre es suficiente. La salud mental de las mujeres migrantes sigue siendo una deuda pendiente de los sistemas públicos.

6. Medios de comunicación y discursos públicos

Los relatos mediáticos sobre mujeres migrantes suelen reproducir discursos victimizantes o criminalizantes. Se habla de ellas como «pobrecitas que hay que salvar» o como «madres irresponsables que colapsan el sistema de ayudas». Rara vez se las muestra como sujetos con voz propia. Esta representación sesgada refuerza los estigmas sociales y dificulta su participación pública y política.


El racismo es un sistema que condiciona la vida de las mujeres migrantes en múltiples niveles. Reconocer estas violencias interseccionales es un paso imprescindible para construir sociedades realmente inclusivas, donde la dignidad no dependa del color de piel, el acento o el pasaporte.

Redacción Afroféminas

Si has sufrido racismo, o conoces alguien que lo haya sufrido, contáctanos. Podemos ayudaros a denunciar.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *