Fuente: https://elsudamericano.wordpress.com/2023/12/23/35-aniversario-de-la-firma-de-los-acuerdos-tripartitos-entre-cuba-angola-y-sudafrica-la-impronta-de-fidel-por-oscar-oramas/
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Contexto Internacional
La batalla de Cuito Cuanavale constituyó un elemento crucial para el fin del Apartheid en el continente africano, afirmación en la que todos estamos de acuerdo, pero no todos tenemos las mismas percepciones sobre las causas. Pero la historia permite precisar que el 23 de marzo de 1988, el ejército surafricano sufrió una seria derrota al sureste del puente de Cuito Cuanavale, a manos de las tropas angolanas y cubanas.
Estas fuerzas sentenciaron la suerte del apartheid en Angola, el 27 de junio del propio año, con un golpe aéreo, demoledor, sobre el complejo hidráulico de Calueque, en un rumbo contrario al anterior y que sí evidenciaba la dirección principal del conflicto. El milimétrico bombardeo causó cuantiosas bajas al ejército del apartheid y no dejó margen a otra alternativa que no fuese sentarse a negociar con Angola y con Cuba.
Brilló con luz propia la elevada capacidad, moral combativa y maestría militar de los jefes, oficiales y soldados de las tropas angolano-cubanas y quedó demostrada sin lugar a dudas la superioridad aérea, antiaérea y terrestre de sus fuerzas.
Nelson Mandela considera el éxito de las FAPLA y Cuba en Cuito y Lubango un punto de inflexión en la guerra de Angola, así como en la lucha por la independencia de Namibia.
En un complejo proceso de negociaciones los sudafricanos acordaron retirarse de Angola el 1 de septiembre de 1988 y con la aplicación de la Resolución 435 de África del Sudoeste el 1 de noviembre, lo que llevó a la independencia de Namibia. Los voceros occidentales han dicho que este acuerdo es consecuencia de que el coste de la guerra había aumentado drásticamente para Sudáfrica y la sociedad se había resentido con las pérdidas de soldados. Angola y Cuba estaban en una posición más fuerte. La inteligencia indicaba que la Unión Soviética ya no podía sostener las fuerzas de sus aliados en el Tercer Mundo, y que Cuba estaba empezando a buscar terminar la guerra. Los cubanos a cambio iniciaron la retirada sus tropas de Angola que se prolongó hasta julio de 1991. Un acuerdo de paz mediado por el sub-secretario de Estado, para los asuntos africanos de Estados Unidos, Chester Crocker, se firmó finalmente el 22 de diciembre de 1988 en Nueva York, en la sede de las Naciones Unidas. Aquel día, un número importante de generales cubanos, encabezados por el General de Cuerpo de Ejército Abelardo Colomé Ibarra mostraban el uniforme de las victoriosas Fuerzas Armadas Revolucionarias y así visitaron posteriormente a la Misión estadounidense ante la ONU
¿En qué circunstancias internacionales se producen esos hechos?
El ascenso del llamado Tercer Mundo en la arena internacional, a tal punto que Henry Kissinger dijo qué, en el contexto de las Naciones Unidas se había instalado la dictadura de las mayorías. El Movimiento de los Países No-Alineados había adquirido un peso relevante en las instancias internacionales. La Unión Soviética y Estados Unidos habían alcanzado la paridad estratégica, en el campo militar. El 27 de diciembre de 1979 la URSS invadió Afganistán y las tropas soviéticas tomaron Kabul y esos 10 años fueron su peor experiencia bélica, lo que afectó su imagen y debilitó al Tercer Mundo, al dividirlo. Esa invasión unió estratégicamente a China y Estados Unidos. También afecto las relaciones Cuba-URSS, porque éramos presidente de los No-alineados.
Ronald Reagan asumió la presidencia en 1981, con un programa para reducir el tamaño y alcance del gobierno a la vez que se plantaba firmeza ante la Unión Soviética y las insurgencias de izquierda en el mundo.
Reagan tenía la capacidad de asumir una postura airosa, como en sus declaraciones tras la explosión del transbordador espacial Challenger en 1986. Su firme nacionalismo y personalidad le ganaron mucha admiración, pero estas cualidades también le permitieron escapar de las consecuencias negativas de los fracasos que ocurrieron durante su mandato, como el atentado de Beirut, el escándalo Irán-Contra, y la pasividad de su administración frente a la creciente crisis del SIDA. Reagan asumió la presidencia mientras la nación sufría una crisis de confianza. Los Estados Unidos enfrentaron desafíos clave de políticas nacionales y externas durante la presidencia de Carter; siendo los más destacados la Revolución Iraní, la toma de rehenes estadounidenses en Teherán, y la continua crisis energética
La presidencia de Reagan también se caracterizó por la desregularización del sistema financiero y por las rebajas sustanciales de impuestos implementadas en 1981. En su primer período, sobrevivió a un intento de asesinato, del cual Cuba lo alertó, estableció una política dura contra los sindicatos y ordenó acciones militares en la isla caribeña independiente de Granada. Fue reelegido con una gran mayoría en las elecciones de 1984. El segundo periodo de Reagan estuvo marcado principalmente por asuntos de política exterior, siendo los más importantes el fin de la Guerra Fría, el bombardeo de Libia y la revelación del escándalo Irán-Contra. Previamente el presidente había ordenado un masivo incremento militar para la lucha contra la URSS, dejando atrás la estrategia de la distención. Describió públicamente a la URSS como el «imperio del mal» y apoyó a los movimientos anticomunistas en todo el mundo a través de la denominada Doctrina Reagan. Negoció un Tratado para el desarme nuclear con Mijaíl Gorbachov, logrando la reducción de los arsenales nucleares de ambos países. Implantó la llamada revolución conservadora y en su fobia anticomunista apoyó a la dictadura militar de El Salvador, la represión en Guatemala, los grupos de extrema derecha en Nicaragua y las sangrientas dictaduras militares de Chile y Argentina, y urdió la invasión contra Granada.
Desencadenó la carrera armamentista y el primer paso fue el despliegue de misiles Pershing II en Alemania, transformando de esta forma a Europa en un posible campo de batalla en caso de enfrentamiento contra los países integrantes del Pacto de Varsovia. El 23 de marzo de 1983 pronuncia un discurso en el que anuncia el lanzamiento de un programa de armamento espacial llamado Iniciativa de Defensa Estratégica, rebautizada rápidamente como «Guerra de las Galaxias», orientada a desarrollar nuevas armas que garantizaran la superioridad tecnológica occidental en un eventual conflicto nuclear con la Unión Soviética. El objetivo de esa política era obligar a la URSS a adentrarse en la carrera armamentista, la que ya venía sufriendo debido al conflicto en Afganistán, es decir volcar su presupuesto en nuevas armas, para mantener la paridad estratégica, con lo cual sumiría a la población soviética en una situación de penurias, escaseces, lo que arrastraría al resto de los países socialistas a la debacle.
Recuerdo que en aquella época escribí la caracterización de la situación en las Naciones Unidas de la siguiente manera:
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- Debilitamiento y disminución del grupo de países progresistas del llamado Tercer Mundo, encontrado por mí en 1984.
- Las grandes potencias occidentales, léase los Estados Unidos y Gran Bretaña, van imponiendo el neo-liberalismo al resto de la comunidad internacional.
- Los miembros permanentes del Consejo de Seguridad van cerrando filas para discutir entre ellos los problemas y llevarlos en bloque al pleno del órgano.
- Un profundo e irreversible proceso de reversión del actual campo socialista
Vendrán momentos difíciles para todos y en especial para los países con grandes reservas de materias primas. Pero a la postre los pueblos triunfaran y una más equitativa distribución de las riquezas se impondrá, como también verá la luz un racional patrón de producción y consumo que garantice la supervivencia de la especie humana.
En lo que a Cuba concierne, el documento rector de la política fue el Informe del Comité de Santa Fe, preparado por una serie de académicos y expertos liderados por Roger Fontaine y que recomendaba la confrontación con Cuba en Centroamérica con el fin de parar la llamada ‘subversión cubano-soviética’ y recuperar la hegemonía en el hemisferio. Esa repugnante acusación, ellos la formulan, pero sabiendo que la política exterior cubana era y es independiente y soberana. El 24 de febrero de 1982, ante la Asamblea General de la OEA, Reagan anuncia el fortalecimiento de las medidas anticubanas por parte de Estados Unidos y acusa a Cuba de organizar la subversión en América Central bajo las órdenes de la Unión Soviética. Declara, además, que la presencia de los MIG-23 en Cuba, era una amenaza para Estados Unidos. La situación devino más tensa y el Secretario de Estado general Alexander Heig llego a plantear públicamente que había que golpear a la fuente, que era Cuba.
La reelección de Reagan en las elecciones de noviembre de 1984 facilitó que la política de Estados Unidos hacia Cuba tomara rumbos más realistas, pero sin abandonar la confrontación como línea rectora. Estados Unidos continuó tratando de impedir que Cuba pudiera renegociar su deuda externa, lo que limitaba considerablemente su maniobrabilidad financiera; continuó negando los permisos a ciudadanos de Estados Unidos para viajar a Cuba y expulsó a varios funcionarios cubanos de la misión ante las Naciones Unidas, restringiendo la movilidad de los restantes. Durante el año 1987 la administración Reagan aumentó sus presiones sobre Cuba para que retirara sus tropas de África y dejara de apoyar a los movimientos revolucionarios en América Central. Estas presiones coincidieron con los cambios que se producían en la Unión Soviética bajo el gobierno de Mijaíl Gorbachov, que empezaban a distanciar a la superpotencia de su aliado cubano en política exterior.
El 29 de diciembre de 1982 se produce en Moscú, una conversación entre el Segundo Secretario de nuestro Partido, Raúl Castro Ruz, con el primer secretario del PCUS, Yuri Andropov, en la que este último dijo “nosotros combatir en Cuba no podemos. Sencillamente porque ustedes están a 12 mil kilómetros de nosotros”. Cuando Fidel inquiere de la URSS que, si nos continúan dando las armas y estos responden positivamente, en consecuencia, adoptamos la doctrina militar de “la guerra de todo el pueblo” y enormes erogaciones se producen para preparar nuestra defensa.
El 8 de enero de 1984, el tema fue objeto de un amplio debate entre Fidel y Piotr Demishev, miembro suplente del Buró Político del PCUS. El dirigente cubano constató que “los norteamericanos no cesan en los intentos por demostrar que el compromiso asumido por ellos cuando la crisis de octubre no existe y, sin embargo, la Unión Soviética guarda silencio, como si realmente aceptara ese planteamiento norteamericano” (“Memorándum of Conversation between Fidel Castro and Petr Demishev,” January 08), según el profesor Juan Sánchez.
En 1986 el vice-ministro del Minrex Raúl Roa y el que les habla, sostuvimos una conversación con el periodista francés Louis Witnitzer, de “Le Monde Diplomatique” y el “Christian Science Monitor”, quien nos dijo: “Estas observaciones son el resultado de mis estudios y contactos personales. Es más, si la URSS sigue como va, sin dudas que en ese país se producirá una explosión de grandes proporciones. La diferencia entre los rusos y el resto del país es grande. El desequilibrio entre la parte asiática y la europea es enorme, porque la industria se quedó en Europa, es decir, en Rusia, y el resto del gran país está subdesarrollado, y es chocante que un país que tiene grandes ingenios espaciales sea incapaz de desarrollar una fuerte industria ligera que satisfaga las necesidades más triviales del Hombre. La agricultura en la gran URSS es un desastre, y las promesas de Nikita de rebasar a los Estados Unidos en la producción de cereales se han quedado en papel mojado, y hoy Moscú tiene que gastar enormes sumas de dinero en la importación de cereales de Canadá, Argentina y de los Estados Unidos. Para mí, el fondo de la cuestión es que la economía no marcha, la productividad es muy baja, el costo de la producción es muy alto y la calidad es mala. Eso no lo puede aguantar ningún país por tiempo indefinido. Además, los gastos militares han crecido tanto que consumen una parte muy elevada del producto interno bruto, y eso fue algo en lo cual pensaron y trabajaron cuidadosamente los Estados Unidos, para acabar con la URSS, sin tener que utilizar sus armas.
Por parte, el profesor de filosofía húngaro, Imre Marton, me dijo en Budapest en enero de 1988:
“temo que Gorbachov llegó un poco tarde. Lo primero que él tiene como desafío es salvar el socialismo en la URSS. Allí hay una fuerte presión de las masas buscando a toda costa un mejor nivel de vida, y no sé si las fuerzas productivas instaladas puedan satisfacer esas demandas con la rapidez que quiere el pueblo. El debate ideológico se abrió con el glasnost sin mucho control, y hoy es un río en cierta medida desbordado, y lejos de fertilizar, pudre las plantas, y ahí la dirección soviética tiene un reto tremendo, porque ese proceso ya no se puede frenar, pero ¿cómo encauzarlo? Yo siempre te dije que a los países socialistas nos faltaba un más libre juego de las ideas, del debate, para que las fuerzas espirituales del Hombre se desarrollaran, y sigo creyendo en eso. Es más, pienso que la opresión de ellas es lo que ha provocado la actual situación de la URSS.
El camarada Gorbachov tendrá, y ya lo está haciendo, que concentrarse en la solución de los serios problemas económicos de la URSS. Fíjate que esto sucede cuando tienen dificultades con una disminución de la producción petrolera, por agotamiento de los yacimientos, lo que ha provocado que le hayan dicho a los países socialistas de Europa que tienen que ir buscando otras fuentes de abastecimiento. ¿Te imaginas que eso obligará a Hungría, a todos, y en el futuro a ustedes, a tener que comprar el petróleo en divisas convertibles, lo que afectará el poder adquisitivo de nuestros países para satisfacer las demandas populares de aumentar el nivel de vida? Eso quiere decir que cada uno de nosotros tendrá que buscar afanosamente la solución de sus propios problemas. Quiero decirte muy francamente, Oscar, que nos esperan a todos momentos dramáticos, porque la dialéctica de la presión popular conduce a encrucijadas que obligan a decisiones terribles.
‒ Entonces, Marton, ¿tú prevés retrocesos?
‒ Sí, Oscar, pienso que muchas cosas desagradables van a ocurrir. Aquí en Hungría nadie podrá detener cambios profundos.”
Ya en su discurso el 26 de julio de 1989, en Camagüey, el Comandante en Jefe Fidel Castro había expresado: “Nunca ninguna administración, ni siquiera la de Reagan, fue tan triunfalista, nunca pronunció discursos tan triunfalistas. A partir de las dificultades en el campo socialista, pero fundamentalmente en algunos países socialistas, la administración de Bush viene pronunciando en los últimos meses discursos tales, que parten de la premisa de que la comunidad socialista está en su ocaso… A partir de las dificultades ‒que son evidentes y que todo el pueblo conoce‒ que han existido y existen en Polonia, de las dificultades del socialismo que han existido y existen en Hungría, Bush organizó una gira triunfal, un viaje triunfal por estos dos países en semanas recientes. Es cierto que hay dificultades allí, y él no fue por gusto a esos países, fue a alentar las tendencias capitalistas que allí se están desarrollando, y los problemas políticos que allí se han suscitado. Será obra de historiadores y de estudiosos, en algún momento, profundizar en las causas de esos problemas. Yo tengo mis ideas sobre eso, pero no es este el momento de exponerlas… Si mañana o cualquier día nos despertáramos con la noticia de que se ha creado una gran contienda civil en la URSS, o, incluso, que nos despertáramos con la noticia de que la URSS se desintegró, cosa que esperamos que no ocurra jamás, ¡aun en esas circunstancias Cuba y la Revolución Cubana seguirían luchando y seguirían resistiendo!”.
Tengo la más firme convicción de que Fidel, con esas y otras informaciones que llegaron a sus manos, tomó la decisión de buscar aceleradamente el proceso de negociación y lo digo porque, el Comandante en Jefe me había dado instrucciones de invitar a Javier Pérez de Cuéllar a visitar Cuba, y hago las gestiones pertinentes y el Secretario General acepta viajar a La Habana. Fidel estaba interesado en hablar tete a tete sobre África Austral y, en especial, sobre Angola, cuando estábamos negociando la retirada de las tropas cubanas, la Independencia de Namibia, y una solución global para la zona.
Después me da instrucciones de cultivar el contacto con Javier Pérez de Cuellar en Nueva York y posteriormente me envía una carta para el Secretario General muy urgente y tengo que viajar a Holanda, para entregársela.