Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2024/05/21/e506-m21.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Alex Lantier 21/05/24
Los días 16 y 17 de mayo, en su primer viaje al extranjero tras ser reelegido en marzo como presidente ruso, Vladimir Putin visitó Pekín y la estratégica ciudad nororiental china de Harbin. La cumbre puso de relieve cómo las amenazas de Washington y sus aliados imperialistas en Europa y el Pacífico empujan a Moscú y Pekín a una alianza cada vez más estrecha.
Fue un reproche inequívoco de Pekín a la presión de Estados Unidos y la OTAN para que China cortara sus lazos con Rusia en medio de la guerra OTAN-Rusia en Ucrania. El mes pasado, funcionarios estadounidenses encabezados por el secretario de Estado Anthony Blinken amenazaron con cortar el acceso al dólar estadounidense a cualquier banco chino que financiara el comercio chino con Rusia de productos de ‘doble uso’ con posibles usos militares. No obstante, el Presidente chino, Xi Jinping, subrayó la intención de Pekín de proseguir el comercio y las buenas relaciones con Rusia.
‘Fue el nivel sin precedentes de la asociación estratégica entre nuestros países lo que determinó mi elección de China como primer Estado que visitaría tras tomar posesión como presidente’, dijo Putin a su llegada a Pekín. ‘Intentaremos establecer una cooperación más estrecha en los campos de la industria y la alta tecnología, el espacio y la energía nuclear pacífica, la inteligencia artificial, las fuentes de energía renovables y otros sectores innovadores’.
Xi calificó a China y Rusia de ‘buenos vecinos, buenos amigos, buenos socios’, mientras él y Putin firmaban un acuerdo para desarrollar los lazos intergubernamentales y comerciales. ‘La relación actual entre China y Rusia se ha ganado a pulso y ambas partes deben cuidarla y cultivarla’, afirmó Xi. ‘China está dispuesta a … lograr conjuntamente el desarrollo y el rejuvenecimiento de nuestros respectivos países, y trabajar juntos para defender la equidad y la justicia en el mundo’.
Aunque Putin y Xi hicieron hincapié en sus relaciones amistosas, no pudieron eludir del todo la guerra de Ucrania y el peligro de una escalada militar catastrófica. La visita de Putin a China se produjo mientras las tropas rusas lanzaban una ofensiva contra la ciudad ucraniana de Járkov, y funcionarios estadounidenses, británicos y ucranianos amenazaban con utilizar misiles de largo alcance cedidos a Ucrania por la OTAN para atacar en el interior de Rusia. Por ello, Putin y Xi se esforzaron en insistir en que podían gestionar las tensiones internacionales surgidas a raíz de la guerra de Ucrania.
Prometiendo informar a Xi sobre ‘la situación en Ucrania’, Putin dijo que estaba ‘agradecido por la iniciativa de nuestros colegas y amigos chinos para regular la situación’, mientras que Xi dijo: ‘China espera el pronto retorno de Europa a la paz y la estabilidad y seguirá desempeñando un papel constructivo en este sentido’.
Putin insistió especialmente en que Rusia busca una resolución pacífica de la guerra de Ucrania. ‘Nunca nos hemos negado a negociar’, declaró a la agencia de noticias china Xinhua. ‘Buscamos una solución global, sostenible y justa de este conflicto por medios pacíficos. Estamos abiertos a un diálogo sobre Ucrania, pero esas negociaciones deben tener en cuenta los intereses de todos los países implicados en el conflicto, incluidos los nuestros’.
De hecho, los organizadores de la cumbre se esforzaron por resaltar los lazos ruso-chinos o, más exactamente, soviético-chinos. Conmemoraron el 75 aniversario del reconocimiento soviético de la República Popular China durante la revolución china de 1949. En esta revolución, el Ejército Rojo fundado por León Trotsky desempeñó un papel clave: aplastó a las fuerzas de ocupación japonesas en China en 1945 y luego apoyó a los obreros y campesinos chinos insurgentes contra el régimen nacionalista chino. Harbin, que visitó Putin, está situada en el centro de la región que ocupó.
En Harbin, Putin visitó una escuela de ingeniería que desarrolla programas conjuntos con la Universidad Estatal de San Petersburgo. La asociación Rusia-China, repitió Putin allí, ‘no va dirigida contra nadie’, y añadió: ‘Tiene un único objetivo: crear mejores condiciones para el desarrollo de nuestros países y mejorar el bienestar de los pueblos de China y la Federación Rusa’. Con la asociación, afirmó Putin, un ‘mundo multipolar emergente… está tomando forma ante nuestros ojos’.
Sin embargo, es una mentira absurda que Putin afirme que la actual relación ruso-china no va dirigida contra nadie. Moscú y Pekín se están acercando en respuesta al armamento de Ucrania y Europa del Este por parte de las potencias imperialistas de la OTAN para la guerra contra Rusia, y a movimientos como la integración de Japón por parte de Washington en la alianza Australia-Reino Unido-Estados Unidos (AUKUS) dirigida contra China. Es decir, están desarrollando una relación en gran medida defensiva dirigida a la campaña del imperialismo para amenazar, atacar y potencialmente dividir a Rusia y China.
Mientras las potencias imperialistas libran una guerra abierta contra Rusia a través de Ucrania, están librando una guerra económica contra China, bloqueando sus importaciones de microchips y aplicando aranceles masivos a sus vehículos eléctricos y otras exportaciones clave. Esta guerra económica está ahora directamente vinculada a la guerra de la OTAN en Ucrania.
El comercio ruso-chino se ha disparado a más de 240.000 millones de dólares anuales desde que comenzó la guerra de Ucrania, ya que Rusia suministra energía y alimentos a China, y China suministra productos manufacturados que Rusia importaba anteriormente de Europa, pero que ahora se ven afectados por las sanciones económicas de la OTAN. Sin embargo, este comercio cayó alrededor de un 10% a principios de año, ya que el Tesoro de EE.UU. amenaza con cortar por completo a los bancos chinos la financiación del comercio con Rusia con el uso del dólar estadounidense.
‘Proteger los activos financieros de los grandes bancos chinos es el principal interés de China’, declaró al New York Times el profesor Shi Yinhong, de la Universidad Renmin de Pekín. Shi añadió que un problema para China es que el margen para diversificarse fuera del dólar estadounidense es ‘limitado’.
Al mismo tiempo que Putin y Xi se reunían en China, funcionarios estadounidenses intensificaban las amenazas militares contra Rusia. De visita en la capital ucraniana, Blinken señaló al régimen ucraniano que potencialmente podría utilizar misiles ATACMS estadounidenses para ataques directamente dentro de Rusia, diciendo: ‘No hemos alentado ni permitido ataques fuera de Ucrania, pero en última instancia Ucrania tiene que tomar decisiones por sí misma sobre cómo va a llevar a cabo esta guerra’.
Esta declaración fue asombrosamente imprudente, ya que los funcionarios rusos habían intentado anteriormente disuadir a la OTAN de fomentar ataques con misiles de largo alcance contra Rusia advirtiendo de que Moscú tomaría represalias militares contra un país de la OTAN que diera luz verde a tales ataques. Sin embargo, Blinken siguió adelante, a pesar de que con ello se corre el riesgo de una guerra directa entre Rusia y Estados Unidos.
Esto expone la quiebra esencial de la perspectiva subyacente a la política de Moscú y Pekín en esta guerra actual, expuesta en una declaración conjunta de febrero de 2022. La declaración advertía de que ‘actores que no representan más que a una minoría a escala internacional siguen abogando por enfoques unilaterales para abordar las cuestiones internacionales y recurrir a la fuerza’.
Proponía construir un nuevo orden mundial, todavía basado en el sistema capitalista de Estados-nación, pero caracterizado por ‘la multipolaridad, la globalización económica, el advenimiento de la sociedad de la información, la diversidad cultural, la transformación de la arquitectura de la gobernanza global y el orden mundial’.
Esta perspectiva contrarrevolucionaria y antisocialista de buscar una coexistencia duradera con el imperialismo refleja los orígenes estalinistas tanto del régimen capitalista ruso como del chino. Stalin avanzó la falsa teoría del ‘socialismo en un solo país’ y la concepción de la burocracia soviética de la ‘coexistencia pacífica’ con las potencias imperialistas en contra de la perspectiva de la revolución socialista internacional. Tras haber restaurado el capitalismo y disuelto la Unión Soviética en 1989-1991, los regímenes de Moscú y Pekín buscan ahora simplemente una remodelación limitada del mundo con el imperialismo.
Pero las potencias imperialistas, encabezadas por Washington, no pretenden acomodar sino aplastar los intereses de Moscú y Pekín. Persiguen una implacable escalada militar y financiera. Frente a esto, la perspectiva de construir un orden mundial capitalista ‘multipolar’, que no ofrece nada a la clase obrera, es incapaz de movilizar la masiva oposición internacional a la guerra que ha estallado en protestas masivas contra el genocidio de Gaza en todo el mundo. En su lugar, Moscú y Pekín simplemente intensifican las amenazas militares que corren el riesgo de provocar una guerra nuclear global.
La única solución progresista a esta crisis del capitalismo mundial es la construcción de un movimiento internacional socialista contra la guerra imperialista en la clase obrera, basado en una perspectiva trotskista de oposición tanto al capitalismo como al estalinismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 19 de mayo de 2024)