La guerra es la continuación de la pandemia por otros medios

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Estado Islámico ha reparecido. Daba la impresión de que se había acabado y que la “guerra contra el terrorismo” había dado paso a la “guerra contra el covid”. Pero no ha sido así; vuelven las noticias sobre los atentados yihadistas, que mutan lo mismo que las infinitas cepas del mortífero virus.

La última vez que los cortadores de cabezas de bandera negra hablaron recomendaban a sus muchachos que se mantuvieran alejados de una Europa azotada por el coronavirus. Según un estudio de la Universidad de Yale, los confinamientos fueron positivos porque redujeron los “atentados terroristas violentos” (1).

Tres años después, un yihadista mata a un sacristán en Algeciras y hiere a un sacerdote. Meses después otro mata con un fusil a dos personas en pleno centro de Bruselas. En España se ha promulgado una “alerta terrorista” y ya han detenido a 14 yihadistas en lo que va de año. Los Mossos d’Esquadra han llevado a cabo un simulacro de atentado yihadista en la Estación de Sants, en Barcelona.

Desde el otro lado del Atlántico los políticos estadounidenses advierten de que la guerra contra el terrorismo no ha terminado. El Califato Islámico es un “polvorín de mecha lenta”. Estados Unidos ha comenzado a atacar de nuevo a sus dirigentes. En abril mató a dos y en julio al tercero. Siria también ha intervenido eliminando a otro. No hay organización que tenga más dirigentes que el Califato Islámico, cuyos cadáveres llenan los cementerios.

A lo largo del verano el Califato Islámico se atribuyó la autoría de varios ataques en Afganistán, Pakistán y Uganda, pero en los últimos días las actividades han empezado a multiplicarse.

El 11 de agosto la CBS informó de que Califato Islámico estaba detrás de una emboscada en Siria, en la que había matado a 20 soldados sirios.

Al día siguiente el Washington Post informó que una filial del Califato Islámico en el Congo, llamada ADF, se estaba volviendo “cada vez más mortífera”.

Al día siguiente siguieron apareciendo noticias de que Califato Islámico estaba recurriendo a las criptomonedas para “continuar su reinado de terror”.

Al día siguiente el gobierno iraní culpó oficialmente a Califato Islámico por un presunto ataque terrorista contra un santuario en Shiraz, y TimesNow informó que un experto en fabricación de bombas del Califato Islámico planeaba un ataque en India.

El sábado el Daily Mirror advirtió de que Al Qaeda y el Califato Islámico estaban de regreso en Afganistán. Mientras tanto, la policía indonesia había registrado la vivienda de un sospechoso de terrorismo, donde encontró una bandera del Califato Islámico.

Al mismo tiempo la ONU publica un informe advirtiendo de que Califato Islámico todavía representa una amenaza grave porque tiene entre 5.000 y 7.000 combatientes en Siria e Irak (2).

La falta de actividad de la ofrganización yihadista en los últimos años no fue porque en el mundo se desatara una horrible pandemia, sino que sólo se trataba de una pausa para facilitar el reclutamiento y la reorganización.

Pero el Califato Islámico, lo miso que los virus, nunca había hecho pausas. Han seguido sacando de contrabando de Siria cientos de toneladas de petróleo diariamente en convoyes de varios kilómetros y, según algunos, a lomos de mulas. Los cargamentos, que sirven para su financiación, son imposibles de detectar ni de detener.

Sus cuentas bancarias nunca se cerraron y sus cuentas en las redes sociales tampoco.

Todo está como al principio. El yihadismo es otra cortina de humo que hay que mantener, sobre todo desde el 7 de octubre, para vincular con él a los palestinos. La posibles repercusiones de esta segunda ola preocupan a los Mossos d’Esquadra, que han cuadruplicado las horas de protección de los intereses israelíes en Catalunya y se precupan por la “desinformación”. Los catalanes deberían estar más atentos a lo que digan las instituciones públicas que a las redes sociales (3).

Tienen razón los sesudos investigadores de la Universidad de Yale. Con la pandemia descubrimos que lo mejor para acabar con las olas de terrorismo son los confinamientos.

(1) https://news.yale.edu/2023/01/30/terror-under-lockdown-pandemic-restrictions-reduce-isis-violence
(2) https://www.thenationalnews.com/mena/2023/08/15/isis-still-poses-serious-threat-with-thousands-of-fighters-in-middle-east-un-says/
(3) https://www.telecinco.es/noticias/catalunya/20231020/mossos-cuadruplican-proteccion-sinagogas-preparan-mayor-simulacro-historia-estacion-sants_18_010759623.html

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