Estado de conmoción

con

emociones

que

desbordan.

“No se sabe bien qué pasó y estuve pensando que no me voy a enojar con ellos si mi papá va a la cárcel, pero soñé que mis hermanos no me perdonaban porque yo tenía la culpa de que mi papá matara al suyo”.

“Fuimos juntas, con mamá, a hacer la denuncia pero ella mintió. Yo estaba afuera y escuchaba. Mintió. Igual nos dieron la perimetral. Él se mudó y alquiló otra casa. Yo veía que de a poco mamá se llevaba cosas y ropa y después el televisor. Finalmente a mis hermanitos. Se fueron con él y me dejó sola. Lo eligió a él”.

“Me gritó, se me puso así de mi cara, nunca me había gritado así. Yo tenía miedo de que me pegara, pensé que me pegaba. Fue horrible”.

¿En qué estado se escucha?

¿En qué Estado se vive?

¿Alguna vez viviste en una villa?

¿Alguna vez tu cuerpo, tus entrañas sintieron hambre?

¿Alguna vez, sólo pan y mate cocido?,

¿o los restos del tupper del comedor del barrio

para todxs

en la cena?

¿Alguna vez aceptar

con vergüenza y agradecimiento

la bolsa con alimentos que te juntaron en la escuela?

¿Y la necesidad de llamar a alguien nuestro angelito?

¿Alguna vez arreglar y arreglar anteojos

malhechos maltrechos?

¿Y la espera de seis años eternos

por una prótesis para tu pierna de dieciséis

que nunca llega

porque la lista de espera

y el papelerío

que le falta un sello

y el dólar que se disparó

y ahora ya no sabemos qué va a pasar con esto?

¿Alguna vez te peleaste con el vecino

porque chorreaba caca por tu pared?

¿O decidiste, después de dos intentos de suicidio

-en qué parte del cuerpo, del pensamiento se decide eso-

que todavía no te querías morir?

Y aún así, la dignidad de seguir viviendo.

Aún así, una alegría y un agradecimiento

que hace brillar los ojos, reír y emocionarse.

Y aún así, el amor de primera vez.

Y la insistencia, re(in)sistencia en desafiar

y seguir desafiando

a que existen otros estados posibles.

¿otros Estados posibles?

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