Fuente: https://www.wsws.org/es/articles/2023/11/08/pers-n08.html?pk_campaign=newsletter&pk_kwd=wsws Alex Lantier 08.11.23
Después de que millones se manifestaran en todo el mundo contra la guerra genocida de Israel en Gaza este fin de semana, el secretario de Estado estadounidense Antony Blinken visitó Bagdad el domingo. En la capital iraquí, condenó a las milicias proiraníes que han estado activas en Irak desde que Washington invadió ilegalmente el país, derrocó su Gobierno y lo ocupó entre 2003 y 2011.
Blinken atribuyó a estas milicias los ataques a bases militares estadounidenses en Irak y Siria después de que comenzara la guerra en Gaza. Dijo, “A cualquiera que quiera sacar provecho del conflicto en Gaza y amenazar a nuestro personal aquí o en cualquier otra región: No lo hagan… Las amenazas que ha hecho la milicia alineada con Irán son totalmente inaceptables y tomaremos todos los pasos necesarios para proteger a nuestra gente. No estamos buscando un conflicto con Irán —hemos dejado eso muy claro— pero haremos lo que haga falta para proteger a nuestro personal…”.
El argumento de Blinken es una mentira de carácter político: Irán no está buscando una guerra con Estados Unidos, sino que Washington está buscando una guerra con Irán. Blinken está amenazando inequívocamente a las fuerzas iraníes o proiraníes en Irak, Siria y el resto de Oriente Próximo.
El levantamiento palestino contra el bloqueo ilegal de Gaza por Israel comenzó hace un mes. Desde entonces han muerto más de 10.000 palestinos, en su mayoría mujeres y niños. Israel ha bombardeado los campos de refugiados, hospitales y escuelas de Gaza; ha cortado el suministro de alimentos, agua y electricidad; y ha destruido la mitad de sus edificios.
Washington no intentó instar a la moderación para apaciguar la crisis, sino que la exacerbó, preparando el terreno para la guerra. Mientras el régimen iraní advertía que podría intervenir militarmente para tratar de proteger a los palestinos del genocidio si Israel invadía Gaza, Washington trataba con desprecio las protestas mundiales contra la guerra, abrazando las políticas genocidas de Israel y afirmando que Israel tiene “derecho a defenderse”. También envió a Oriente Próximo dos grupos de combate de portaaviones y baterías antimisiles, armas útiles que solo son útiles contra otras grandes potencias como Irán.
Las amenazas de Estados Unidos a Irán quedaron patentes esta semana, con el inusual anuncio público del envío de un submarino estadounidense con misiles nucleares al Comando Central, que preside Oriente Próximo. Un buque de estas características puede transportar 154 misiles de crucero Tomahawk con punta nuclear o 20 misiles balísticos nucleares. Esto le confiere un poder destructivo total de 23 o 28 megatones, unas 1.900 o 2.300 veces la potencia de la bomba atómica que destruyó Hiroshima en 1945.
El canal estadounidense CNN comentó: “El anuncio es un claro mensaje de disuasión dirigido a Irán y a sus fuerzas patrocinadas en la región”.
Hablemos claro: Washington amenaza a Irán y a sus aliados con una guerra nuclear. El apoyo de Washington y sus aliados imperialistas europeos a la guerra genocida de Israel contra Gaza no solo los implica en los crímenes de lesa humanidad israelíes. Es también una advertencia: las potencias imperialistas no dudarán en emprender acciones similares contra Irán o cualquier otra potencia de la región.
Los funcionarios estadounidenses ven esta guerra como parte de un conflicto mundial por la hegemonía global y no se detendrán ante nada para dominar Oriente Próximo.
Un ejemplo de la histeria belicista criminal que ha infectado a los círculos gobernantes imperialistas es un artículo, “El eje China-Rusia-Irán es una clara amenaza para Estados Unidos”, de Ariel Cohen, del influyente Atlantic Council. Denunciando los vínculos rusos y chinos con Irán, Cohen trata la guerra de Israel contra Gaza como una oportunidad de oro para destruir Irán con el fin de intimidar a Rusia y China: “La crisis actual ofrece una oportunidad única para que Washington envíe un mensaje inequívoco a Moscú y Beijing: retrocedan o pierdan Irán”.
Cualquier acción por parte de Irán, insiste Cohen, debería conducir a la aniquilación de sus fuerzas armadas, sus principales industrias y su Gobierno. “Si Irán no hace caso a las advertencias de Washington y (causa) daños inaceptables a la población civil israelí, debe ser severamente castigado y deben ser destruidos su programa nuclear, su posición militar y, posiblemente, sus terminales petrolíferas. No es probable que la cleptócrata dictadura yihadista chiita sobreviva tal eventualidad. Ese será el mensaje a Moscú y Beijing que no podrán ignorar”.
Si bien esta es una política descabellada y criminal, describe el curso que Washington y sus aliados imperialistas europeos han tomado, así como su fascinación con las armas nucleares. Esto deriva de la profunda crisis del imperialismo estadounidense y mundial que se ha desarrollado en las décadas desde la disolución estalinista de la Unión Soviética en 1991.
Al viajar a Bagdad para amenazar a Irán, Blinken siguió el camino trillado de la diplomacia imperialista estadounidense. Tras la revolución iraní de 1979, los funcionarios estadounidenses viajaron repetidamente a Irak para animar al presidente iraquí Sadam Huseín a declarar la guerra a Irán. Donald Rumsfeld, el futuro secretario de Defensa de EE.UU. durante la invasión de Irak en 2003, fue a Irak en 1983-84 como enviado de EE.UU. para animar a Huseín a utilizar gas venenoso contra las tropas kurdas aliadas de Irán en la guerra entre Irán e Irak de 1980-88.
Sin embargo, el imperialismo estadounidense y sus aliados europeos se enfrentan hoy a condiciones muy diferentes a las de aquella guerra o a las de la guerra del golfo Pérsico de 1991 contra Irak, dirigida por Estados Unidos. En las décadas intermedias, libres del obstáculo militar y político que suponía la existencia de la Unión Soviética, lanzaron guerras de cambio de régimen en toda esta región rica en recursos naturales: Irak, Afganistán, Libia, Siria, Ucrania y más allá. Pero a pesar de la muerte de millones de personas y del gasto de billones de dólares, estas guerras impopulares acabaron por socavar la posición de Washington.
En primer lugar, Washington se encuentra hoy en una crisis militar desesperada. Sus aliados ucranianos han sufrido una derrota en la guerra contra Rusia en Ucrania. Las fuerzas estadounidenses en Oriente Próximo se enfrentan a una red de cientos de bases que Irán, Rusia o sus aliados construyeron en Siria y en toda la región, en la medida en que Moscú y Teherán intervinieron para oponerse a la guerra de cambio de régimen que la OTAN emprendió en Siria en 2011. Además, el tratado firmado en 2021 entre China e Irán, que incluye un plan de infraestructura de 400.000 millones de dólares a 25 años, presuntamente también ofrece a Irán una alianza militar.
Sin embargo, por sí sola, la crisis militar no hace sino provocar una mayor temeridad por parte de Washington. Con los 40.000 soldados que quedan en Oriente Próximo, lejos de los 200.000 que invadieron Irak en 2003, Washington no puede, por ahora, invadir y ocupar Irán, un país cuatro veces más grande que Irak, ni luchar contra las fuerzas iraníes, rusas y chinas en guerras convencionales. Esto explica por qué Washington recurre de forma políticamente criminal a las amenazas de una guerra nuclear, aunque con ello corra el riesgo de provocar una conflagración entre potencias mundiales.
La cuestión decisiva es que el imperialismo se enfrenta a un movimiento mundial de trabajadores y jóvenes en rápido crecimiento contra la guerra y el genocidio de Israel en Gaza. En las semanas desde que comenzó la embestida israelí, millones han protestado en todos los continentes. La cuestión clave es cuál perspectiva puede unir y armar políticamente a este vasto movimiento para detener el genocidio y la incipiente tercera guerra mundial antes de que se convierta en un Armagedón nuclear.
Las amenazas estadounidenses contra Irán demuestran que el bombardeo de Gaza forma parte de una guerra global, dirigida por las potencias imperialistas, para repartirse y saquear los recursos y mercados del mundo. Estas guerras no pueden detenerse apelando a uno u otro Gobierno o político capitalista. El problema tiene sus causas en el propio sistema capitalista mundial. Es posible detener el genocidio de Gaza, así como la amenaza de una conflagración mundial. Pero eso requiere el desarrollo de un movimiento internacional conscientemente unido para transferir el poder a la clase obrera, abolir el capitalismo y sustituirlo por el socialismo.
(Artículo publicado originalmente en inglés el 6 de noviembre de 2023)