Como contábamos en su día, la mina de Bisie, en el territorio -división administrativa de las provincias congoleñas- de Walikale, en la provincia de Kivu Norte, suspendió sus trabajos el 14 de marzo pasado debido a la cercanía y virulencia de los combates entre los rebeldes del M-23 y el Ejército congoleño y sus aliados. No dejaba de sorprender que una actividad minera tan importante se cerrara, aunque fuera temporalmente, porque para su propietaria «La seguridad de los empleados y contratistas de la Compañía sigue siendo su máxima prioridad y no se puede garantizar en este momento», según comunicado de 13 de marzo de Alphamin Resources. Porque la mina de Bisie no era una mina mas de las muchísimas que horadan el suelo congoleño.
La mina de casiterita de Bisie es la tercera más importante del mundo y de ella se extrae un 6% del estaño mundial. El estaño, contenido en la casiterita, tiene en la actualidad una importancia añadida por resultar fundamental para el avance tecnológico y utilizarse en el almacenamiento de sistemas de energía, sensores y paneles solares y resultar el metal más afectado por las nuevas tecnologías, incluso por encima del litio y el cobalto. Pero su producción atraviesa un mal momento, debido sobre todo a que las minas del Estado de Wa, en Myammar -uno de los principales países productores de estaño- habían cesado su producción en agosto de 2023 para proteger sus recursos. De esta manera, en lo que iba de 2025, el precio del estaño había subido un 25% y superado incluso al oro.
«La Compañía, propiedad mayoritaria de entidades estadounidenses, ha designado a una firma estadounidense para presionar a favor de la intervención diplomática estadounidense ante estas amenazas a la seguridad», reseñaba Alphamin Resources abiertamente en el mismo comunicado en el que informaba del cierre.
LA TOMA Y EL ABANDONO DE LA CAPITAL DE WALIKALE
El 18 de marzo ocurría en Doha (Qatar) un hecho excepcional, casi imposible pocos días antes: con la mediación del emir de Qatar se reunían el presidente congoleño, Felix A. Thisekedi, y el presidente ruandés, Paul Kagame. No hacía tanto que Thisekedi había afirmado que solo se encontraría con Kagame en el cielo. Los verdaderos responsables de la guerra desatada por los rebeldes del Movimiento 23 de Marzo (M-23) tuvieron palabras conciliadoras, esperanzadoras frente a los diferentes procesos de paz abiertos y apostaron por un alto el fuego inmediato e incondicional… Al día siguiente por la noche el M-23 tomaba la ciudad de Walikale, de 60.000 habitantes. Nunca, ni en su primera fase (2012-2013) ni en los pasados años de su resurgimiento, el M-23 había avanzado tan lejos hacia el oeste de la RDC.
Pero sólo unos días después la Alianza del Río Congo (AFC), movimiento político-militar en el que se integra el M-23, anunciaba su retirada de la ciudad con el fin de «promover condiciones propicias para las iniciativas de paz y el diálogo político». Como ha hecho otras veces el M-23, solo se movió en parte y siguió siendo visible en muchos puntos de la ciudad. La retirada «real» no se produjo hasta la noche del 31 de marzo y los rebeldes enfrentaron combates con el Ejército y sus grupos aliados en su retirada. Los mercados mundiales de estaño, que se habían complicado aún más con la especulación surgida con el seísmo de Myammar -que no afectó directamente a las minas de estaño- lo reflejaron rápidamente.
Los medios especializados relacionaban claramente la vuelta a la actividad de la mina de Bisie con que la tranquilidad hubiera vuelto a los mercados:.
«Las materias primas inmediatas de fundición doméstica aún enfrentan presión, pero se espera que la reanudación de la producción en RDC debilite los desequilibrios futuros de materias primas».
Shanghai Metals Market, 10 y 14 de abril.
La empresa contratada por Alphamin Resources para influir en Washington había hecho bien su trabajo.
OTRAS VERSIONES QUE HAY QUE CONSIDERAR
En su comunicado de «reposicionamiento» -el M-23 nunca ha hablado de retirada- de la ciudad de Walikale, los rebeldes apoyados por Ruanda lo justificaban como una manera de apoyar procesos de paz y diálogo y lo enmarcaban en el alto el fuego unilateral que ellos declararan el 22 de febrero y que prácticamente no fue efectivo en ningún momento.
Difícilmente se puede creer en esa voluntad de paz y diálogo cuando en su retirada los milicianos del M-23 sometieron a la población de Kibua a un saqueo feroz de sus tiendas, farmacias e, incluso viviendas. De la misma manera, saquearon cuatro centros de salud, llevándose equipos médicos, medicamentos y hasta colchones, e incluso destruyendo las placas solares, puertas y ventanas de uno de ellos y, en todos los casos, dejando en situación crítica a la población necesitada de servicios sanitarios de estas zonas sanitarias. Además, en su retirada y posterior «posicionamiento» en las poblaciones de Kashebere y Kibati -dentro del territorio de Walikale pero en la otra punta de la mina de Bisie- dejaron, según fuentes locales, un rastro de mas de treinta asesinatos.
Sorprende que ese afán por promover la paz y el diálogo se haya materializado exclusivamente en Walikale -con la mina de Bisie y los mercados de estaño al fondo- cuando el M-23 ocupa extensas zonas en los territorios de Rutshuru y Masisi.
La explicación podría venir de la noticia de que la retirada habría sido fruto de negociaciones en Doha a cambio de la liberación de cinco miembros del M-23 condenados a muerte. Ciertamente, cinco personas detenidas fueron liberadas por Kinshasa, aunque ninguna correspondía a los nombres solicitados por el M-23 (una de las personas liberadas fue la cuñada de Corneille Nangaa, líder de la AFC/M-23), que había solicitado la liberación de 700.
Nuevamente sorprende que conquistas tan importantes para el M-23, fruto de duros combates y de la pérdida de la vida de sus milicianos, se abandonen únicamente a cambio de la liberación de cinco de sus miembros. Otra cosa es que fuera uno de los pagos que los rebeldes recibieron, obligados a retirarse de Walikale por sus propios aliados.
EN EL CONGO LA PAZ ES PARA LAS MULTINACIONALES
Según todo ello, la paz imposible para los seres humanos en RDC, que les obliga a abandonar sus hogares a cientos de miles y a vivir entre la miseria, el hambre y el continuo miedo por sus vidas, había sido cuestión de pocas semanas cuando determinados países, empresas e inversores han visto el riesgo en sus bolsillos y han acudido a los lugares, todos lejanos de la RDC, donde se decide la vida y muerte del pueblo congoleño.
Los mapas son elaboración propia y las cotizaciones del mercado del estaño están extraídas de informaciones publicadas en expansion.com