Fuente: Iniciativa Debate/Medios CC/CL/Alberto Gómez Vaquero | Nueva Tribuna 24/12/2018
Tauri Ruusalu, un joven sin hogar de Barcelona sacaba un poco de dinero vendiendo pulseras. Su única compañera era una perra de nombre Sota. Un policía decidió que el hombre molestaba y, al parecer, le agredió o amenazó con hacerlo. La perra ladró. No mordió: ladró. Ignorante de las leyes del hombre, vio a su compañero amenazado y ladró. Entonces, el policía la tumbó contra el suelo y le disparó en la cabeza. Créanme si les digo que de todo lo que ha ocurrido en Barcelona en los últimos días, esta atrocidad es la única que de verdad me preocupa y me indigna.