Fuente: Umoya num. 100 – 3er trimestre 2020 Pablo Arconada
Etiopía ha sido durante las últimas décadas un referente de estabilidad en el Cuerno de África. Sin embargo, en los últimos años estamos asistiendo a un proceso de quiebra que ya ha dado varios toques de atención. Las protestas oromo, junto con el proyecto de construcción de un nuevo Estado federado en la región de Sidama, así como las reivindicaciones de viejos nacionalismos, están poniendo en entredicho la unidad del país.
Sin embargo, el problema de Etiopía no es solo una cuestión territorial, también tiene que ver con el reparto de poder, el fracaso de un cambio real y las complejas relaciones con los países de la región. La supuesta transición política iniciada por el primer ministro Abiy Ahmed alumbró los sueños de que el país, gobernado por una coalición de partidos desde 1995, se transformaría en una democracia.