América Latina y el 11 de septiembre

Muchos evaluaron que después de los atentados del 11 de septiembre de 2001 y de las invasiones a Afganistán e Irak había un giro de la política exterior de Estados Unidos, que dirigiría su atención al mundo árabe e islámico. Una mirada menos superficial permitía comprobar entonces –y ahora– que Estados Unidos podía librar dos guerras simultáneas en Asia sin descuidar sus intereses en América Latina, en concordancia con su famosa Doctrina Monroe, afirma Pedro Brieger, en nota que resumo e invito a leer completa picando en el vínculo digital anexo.

Mientras Estados Unidos bombardeaba Afganistán, intervenía en las elecciones presidenciales en Nicaragua para evitar un triunfo de Daniel Ortega, avanzaba con el proyecto del ALCA, continuaba con el bloqueo a Cuba e invertía millones de dólares en el Plan Colombia. En abril de 2002, un golpe de Estado derrocó a Hugo Chávez en Venezuela. No cabe duda de que el presidente golpista Pedro Carmona –que duró lo que canta un gallo– tuvo apoyo desde Estados Unidos. El mismo año, en Bolivia, el embajador Manuel Rocha llamó a votar contra Evo Morales antes de las elecciones. En 2004, el presidente de Haití fue derrocado por un golpe y The New York Times revelaba que había sido a consecuencia de la abierta presión de la administración Bush para permitir que removieran a un líder que no le gustaba y de quien desconfiaba.

Mucho ha cambiado en los pasados 20 años en el mundo desde el ataque a las Torres Gemelas, pero en esencia la política de Estados Unidos hacia América Latina no ha sufrido grandes modificaciones. Por eso, el 11 de septiembre no deja de ser Chile. Es Pinochet en el basurero de la historia y es Allende agigantado en la historia (https://shortest.link/Zpl).

Twitter: @aguerraguerra