El embajador italiano, víctima de la violencia en la RD Congo

Fuente: Umoya num. 103  2º trimestre 2021                              José Lucas. Comité de Madrid.

El pasado 23 de febrero, el embajador italiano en la República Democrática del Congo, Luca Attanasio, fue asesinado cuando transitaba por el territorio de Nyirangongo, a unos veinte kilómetros de la ciudad de Goma, la capital de Kivu Norte. Un grupo armado desconocido atacó el jeep en el que viajaba el embajador, resultando heridos graves su guardaespaldas, Vittorio Iacovacci, y el conductor, quienes fallecerían posteriormente en el hospital de la misión de la ONU, donde fueron llevados por la gente del lugar.
El embajador italiano, Luca Attanasio, se había caracterizado a lo largo de su carrera por ser una persona de gran compromiso con los que sufren. Había conocido a la que fuera su mujer, la marroquí Zakia Seddiki, en Casablanca, cuando Attanasio era cónsul general de Italia en Marrecos, y Zania realizaba actividades en defensa de los derechos de las mujeres y especialmente de las niñas. Se trasladó a la R. D. Congo en el año 2017 y ese mismo año fundó junto a su esposa la organización “Mamá Sofía”, de ayuda a niños congoleños de la calle garantizando la asistencia a sus madres. El lema de la organización era: “Soñar con una realidad más bella. Juntos es posible”.
Esta organización realizaba proyectos, como un servicio sanitario móvil que ofrecía ayuda médica en cinco de los barrios más desfavorecidos de Kinshasa. En el año 2020, Luca Attanasio y su mujer compartieron el Premio Internacional de la Paz Nassiriya.
Luca Attanasio se interesó igualmente por las víctimas de la violencia en el este del Congo, por lo que organizó ayudas para los niños desnutridos y abandonados de estas áreas del país, en colaboración con las lecherías de las zonas montañosas del este del Congo.

Asesinan a embajador de Italia en ataque armado en la RD del Congo - El Sol News Media

Sus visitas frecuentes al premio Nobel de la paz, el doctor congoleño Denis Mukwege y sus estancias prolongadas en las misiones italianas de javerianos que viven en el este del país, son prueba del interés mostrado por el embajador por conocer las causas de la violencia en el Congo.
En un primer momento, desde instancias del gobierno congoleño, se señaló a la guerrilla del FDLR (Fuerzas Democráticas para la Liberación de Ruanda) como responsable del atentado, para
retractarse al día siguiente y expulsar al funcionario congoleño responsable de la declaración.
La atribución a alguna guerrilla ha sido el procedimiento habitual inmediato cuando se atenta contra algún europeo .La Audiencia Nacional española que investigó el asesinato de varios misioneros y cooperantes españoles en Congo y Ruanda, oficialmente atribuidos a diferentes guerrillas, demostró la falsedad de estas
atribuciones años más tarde, después de que declarasen
individuos que formaron parte del operativo de las guerrillas de bandera falsa que acabaron con la vida de los misioneros y cooperantes. La Audiencia Nacional acusó en su lugar a altos cargos del gobierno ruandés de ser los responsables de la operación guerrillera y del asesinato de los españoles.
Por lo tanto, la atribución del crimen al FDLR no presenta demasiada credibilidad.
Causas
Las causas del asesinato del embajador, en mi opinión, habría que buscarlas en los contactos que había establecido y las posibilidades que se abrían de llevar ante la justicia a los autores intelectuales de la violencia en el este de la R. D. Congo. Lucca Attanasio, sin duda, quiso hacer algo para combatir la violencia del Este y de ahí su estrecha relación con activistas, como los javerianos italianos que residen en la zona o el doctor Denis Mukwege.
Los javerianos italianos de Bukavu llevan mucho tiempo en Congo y por sus denuncias,en uno de los informes de la ONU, fueron acusados hace años, junto con el español Juan Carrero, de colaboradores de las guerrillas hutus, algo bastante absurdo y que lo único que pretendía era descalificar sus denuncias. Juan Carrero es el principal artífice del proceso que se lleva a cabo en la Audiencia Nacional española para juzgar a los responsables del asesinato de cooperantes y misioneros españoles en Congo y Ruanda, un proceso que molestó a Estados Unidos y a los medios
de comunicación españoles influidos por este país.
El doctor Denis Mukwege, premio Nobel de la Paz en 2018, aunque discreto en sus primeros tiempos, ha dado muestras de coraje al proponer la creación de un Tribunal Internacional que juzgue a los culpables de la violencia en esta parte de la R.D. Congo siguiendo el informe “Mapping”, que es una forma de llevar a juicio a quien daba las órdenes a las guerrillas para que llevasen a cabo asesinatos.
En dicho informe “Mapping” hay elementos suficientes para tirar del hilo y llegar a los autores intelectuales de los crímenes. No olvidemos que la continuación de los anexos del informe fue suspendida por iniciativa de Estados Unidos y Gran Bretaña, países protectores del actual gobierno ruandés.

La narrativa de las multinacionales

Una de las causas de la impunidad en Congo, es que se hace una justicia muy superficial, justificada por una narrativa muy publicitada para explicar el conflicto congoleño, donde este sería el resultado de la violencia promovida por guerrillas autónomas ligadas con multinacionales mineras. En este caso, la detención de señores de la guerra o la sanción a alguna multinacional minera sería suficiente, no sería necesario buscar más.
Los poderes que operan en la R.D. Congo, para explicar la violencia en este país, han apoyado la narrativa por ellos creada para explicar la guerra del Congo. Una narrativa que nos habla de un conflicto generado por multinacionales sin escrúpulos aliadas con señores de la guerra locales, donde las multinacionales se benefician de los bajos costes de los minerales controlados por la
guerrilla. La Comunidad Internacional, a través de algún tribunal de justicia, como el Tribunal Penal Internacional de la Haya, de tiempo en tiempo, atrapa a alguno de estos señores de la guerra y
lo encarcela, pero la violencia continúa desde hace unos veinte años sin signos de disminuir. En la misma línea, el gobierno norteamericano publicó en su momento una lista de multinacionales y las acusó de fomentar la violencia en el Congo.
La narrativa de la que hablamos fue creada hace muchos años y, en un principio, resultó creíble, pero a medida que pasaban los años se hizo evidente que la guerra no era como la contaban y esa explicación resultaba insuficiente.
Faltaban actores. En el relato se habían tomado elementos de la realidad, pero también se habían eliminado otros. La “inteligencia” había creado una historia atrayente pero que no resistía un examen más profundo. Era una narrativa que evitaba acusar tanto a los estados vecinos de Uganda y Ruanda, como a sus padrinos
anglosajones. Sin embargo, la realidad de lo que ocurría en la R.D. Congo no era la que contaba la narrativa. Por supuesto, había guerrillas que pugnaban entre ellas para tomar zonas mineras. Esa era su principal misión. También ocurría que cuando una guerrilla controlaba una zona minera, había una multinacional que explotaba el mineral. Pero faltaba decir que esas guerrillas y esas multinacionales estaban creadas y dirigidas por los países vecinos: Uganda y Ruanda. Así se dirimieron numerosas zonas de minas artesanales como las del coltán, donde al final fue Ruanda,
con sus guerrillas que se hacen pasar por congoleñas y sus
multinacionales, quien consiguió el monopolio.
¿Y qué pasaba con las grandes multinacionales internacionales, no creadas por Ruanda o Uganda, que tenían contratos firmados y explotaban los yacimientos más rentables de la zona? Pues
también en sus minas hubo enfrentamientos de guerrillas, y cuando una de ellas controlaba la zona, saltaba la sorpresa, y el contrato de la gran multinacional era respetado y la guerrilla lo único que conseguía era un subcontrato para su multinacional formada por Ruanda o Uganda. Para la gran multinacional, la única diferencia entre antes y después era que el porcentaje que
antes se llevaba el gobierno congoleño, ahora se lo llevaba una multinacional pequeña formada por uno de los países vecinos.
Era conocido que el embajador italiano se veía frecuentemente con gente que sabía que la narrativa que explicaba la violencia en
el Congo quería sobre todo proteger al gobierno ruandés.
Gente que sabía que los jefes de guerrillas eran simples peones que ejecutaban los crímenes ordenados por los gobiernos de países vecinos, a su vez protegidos por los países anglosajones, que querían conservar su influencia en la zona. Todo esto, ya de por sí peligroso, lo era mucho más cuando se estaba trabajando para crear un Tribunal independiente que castigase a los autores intelectuales de los crímenes.

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