Carta abierta a organizadores de Escuela Andaluza de Salud Pública…

Fuente: Portal Libertario OACA                                                    04 Sep 2021 05:42 AM PDT

Carta abierta a los organizadores del estudio sobre «reticencia vacunal» de la Escuela Andaluza de Salud Pública

Estimados investigadores de la Escuela Andaluza de Salud Pública:

Autoridad

Hace unos días fui invitado muy amablemente a participar en el estudio sobre «reticencia vacunal» que estáis organizando. Dado que en aquel momento no supe muy bien qué contestar, y como entretanto se ha hecho además un llamamiento más o menos público a la participación en dicho estudio a través de un grupo de consumo del que soy socio, me permito responder públicamente y exponer en esta carta abierta los motivos por los que rechazo la invitación a participar en el mismo.

Primero: después de un larguísimo año y medio en el que no han dejado de sucederse órdenes y medidas médico-policiales manifiestamente absurdas, completamente inútiles y sumamente dañinas para la gente, y en el que ha reinado en el pueblo en el que vivo, como en casi todas partes, un sepulcral silencio y una rigurosa prohibición, tanto tácita como explícita, de hablar contra lo que está pasando, me resulta asombroso que a los organizadores de este estudio os haya parecido que la cosa de la que hay que hablar, la cosa que merece la pena ponerse a estudiar, sea precisamente, de entre todas las posibles, la conducta, las opiniones y el ‘perfil sociológico’, o comoquiera que lo llaméis, del puñado de personas que nos estamos negando a cumplir una de las más dañinas, inútiles y absurdas de todas esas órdenes, a saber: la de inyectarse una sustancia experimental tan peligrosa para la salud como ineficaz para el fin para el que supuestamente sirve, que no es otro que prevenir el contagio de la fantasmagórica enfermedad que el Régimen se ha sacado de la manga, con palmario y rotundísimo éxito por cierto.

Queda claro, desde su planteamiento mismo, qué es lo que a los organizadores de este estudio os parece normal, aceptable y deseable (dejarse inyectar sin más) y qué, por el contrario, anormal, problemático y digno de estudio: nosotros. Ni se os pasa por la cabeza que en este estado de cosas pueda estar todo del revés y que en un mundo un poco menos enloquecido lo lógico fuera más bien ponerse a estudiar exactamente lo contrario, a saber: el hecho de que millones y millones de personas, en el cada vez más vano intento de conservar sus derechos de ciudadanía, proteger sus intereses personales y tener un lugar en este mundo, se estén aviniendo a cumplir esa sucesión propiamente interminable de órdenes, rituales, supersticiones y sacrificios que se les están exigiendo y que atentan directamente contra su dignidad, sus derechos fundamentales, sus más elementales intereses personales y hasta la posibilidad misma de tener un lugar en este mundo.

Segundo: me parece igualmente asombroso que pueda presentarse como «diálogo» lo que más bien habría que denominar ‘extracción dirigida y controlada de información’ o, más sencillamente, ‘estudio científico del adversario’. Dicho de otra manera: lo que se nos propone bajo el nombre de «Diálogo Vacunas» no es sino otro experimento que nos toma a nosotros por objeto de estudio, en este caso con el objetivo de doblegar esta insidiosa e irracional negativa nuestra a dejarnos inyectar estos venenos. (Tan pecaminosa e inconcebible os resulta esta negativa o resistencia nuestra que recurrís a un eufemismo ininteligible, supersticioso y puritano —‘reticencia vacunal’— para no tener que nombrarla siquiera.) Por si no fuera suficiente con tener que estar padeciendo la mayor operación de propaganda, terror, manipulación y control de la que se tiene noticia, y este virulento y sostenido intento del Régimen de convertirnos a todos en los conejillos de indias de un pavoroso experimento político, médico y farmacológico de escala planetaria, venís ahora científicos sociales y bioéticos a convertir también las razones de nuestro rechazo en un nuevo objeto de indagación, análisis y cómputo científicos, fisgoneo cuya sola finalidad posible es conocer más a fondo y en detalle las razones, la conducta y los puntos débiles de vuestro enemigo para afinar, pulir y perfeccionar vuestros métodos de persuasión y presión vacunatorias; lo cual lleva, por cierto, a concluir que estos estudios sobre ‘reticencia vacunal’ forman parte también de la mayor operación de propaganda, terror, manipulación y control de la que se tiene noticia y de aquel virulento y sostenido intento del Régimen de convertirnos a todos en los conejillos de indias de un pavoroso experimento político, médico y farmacológico de escala planetaria.

Pues bien: a esta extracción dirigida y controlada de información y a este estudio científico del adversario es a lo que no tenéis reparo en llamar «diálogo». Cabe sospechar que si esta operación puede presentarse impunemente como un «diálogo» es porque nadie sabe ya lo que es un diálogo, y porque a las palabras se les puede hacer tanta violencia como se quiera. Ahora bien, la violencia que se le hace a las palabras es sólo el anuncio de la que se le hará a continuación a las cosas; en este caso, a la gente misma. Porque lo que está aquí en juego es la posibilidad de que la gente hable de verdad. Y eso es precisamente lo que os obliga a malentender la cuestión y a sostener esta confusión y hacer esta violencia a las palabras y a las cosas. Es verdad: en estos estudios la gente habla. Pero el hecho de que, en lugar de dar su brazo a inyectar o de permanecer encerrados en sus casas el tiempo que las autoridades estimen necesario, a los objetos de estas investigaciones se les invite a hablar y a exponer sus razones no convierte, ni mucho menos, dichas investigaciones en un diálogo. También la policía investiga, también en las salas de tortura acaba hablando la gente, y ningún comisario, ministro o jefe de prensa ha tenido jamás la ocurrencia de presentar la cosa como un diálogo. Aunque… ¡tiempo al tiempo!

No: la condición para que haya diálogo es que tú puedas preguntarme a mí tanto como yo pueda preguntarte a ti; que el objeto de estudio deje de ser objeto y se vuelva YO que pregunta, niega y contradice, interminablemente, cada pregunta que TÚ le haces; que YO y TÚ se vean alterados, modificados, perturbados y trasmutados por el hacer y deshacer imprevisible y sin fin del propio diálogo; que lo que el diálogo entre TÚ y YO vaya diciendo y desdiciendo, haciendo y deshaciendo no pueda convertirse de ninguna manera en un flujo computable de información, datos o dinero, ni por lo tanto usarse para alimentar estudios, programas o planes de ningún tipo.

¿Podrán entonces los objetos de este estudio preguntaros qué es y cómo está hecha y aprobada la sustancia cuyo rechazo los convierte a ellos en anomalías dignas de estudio, y qué opináis vosotros de semejante sustancia, y por qué consideráis que son ellos dignos de estudio? ¿Podrán preguntaros los objetos de este estudio qué pensáis vosotros de las escandalosas cifras de efectos adversos graves y muy graves y de muertes tras vacunación que están registrando los servicios de farmacovigilancia del mundo entero? ¿Podrán saber los objetos de este estudio por qué la institución de Salud Pública que organiza este estudio no ha dicho una sola palabra sobre los casos de vacunación forzosa y por lo tanto ilegal de migrantes que se han producido en Granada y que algunos hemos denunciado públicamente, vacunaciones forzosas que han sido justificadas, consentidas y muy probablemente promovidas y autorizadas por personas muy próximas a la misma institución de Salud Pública que organiza este estudio? ¿Podrían los científicos que lleven a cabo este estudio llegar a verse afectados, alterados y modificados por lo que digan sus objetos de estudio hasta el punto incluso de llegar a reconocer que lo incomprensible, lo anómalo y lo inaceptable es que a la gente se le esté inyectando una sustancia experimental inútil y nociva y que esa inyección se esté convirtiendo en un instrumento de segregación y control social? ¿Podrían llegar a hablar abiertamente esos científicos en contra de dicha sustancia y de lo que dicha sustancia representa, que es lo que en ningún caso cabría descartar si lo que tuviera lugar fuera un verdadero diálogo? ¿Os vais a abstener, los científicos que llevéis a cabo este estudio, de convertir en información y datos lo que vuestros objetos de estudio digan, y de elaborar las correspondientes conclusiones, recomendaciones y propuestas, encaminadas a «mejorar la comunicación y la transparencia», a «contrarrestar la difusión de noticias y teorías falsas», a «reducir las barreras y hacer más fácil y cómodo recibir la vacuna» o a «hacer partícipe al conjunto de la población de las decisiones que se toman en relación con la fabricación y la distribución de las vacunas», para así reducir la reticencia contra estas sustancias [1]? Me temo que no. Me temo que los científicos saldréis del estudio tan confirmados en vuestra fe como entráis en él y que lo único que vuestros ‘objetos de estudio’ podrán hacer será contestar (eso sí, tan largo y tendido como quieran, y tanto mejor cuanto más largo y tendido) a las preguntas o cuestiones o temas que los científicos les vayáis planteando, preguntas que un verdadero diálogo podría poner una y otra vez y cuantas veces hiciera falta en cuestión, volviendo la pregunta contra la propia pregunta y amenazando así a cada paso con deshacer la división misma entre interrogador e interrogado, entre Sujeto y Objeto, y con ella la constitución y la fe de cada cual y la realidad misma que se está investigando. Ante lo cual mucho me temo que los responsables de la investigación os veríais en la obligación de decir bien claro y bien alto lo que todo buen científico y todo buen policía tiene que decir en algún momento: «Aquí las preguntas las hago yo».

Cabe, no obstante, preguntarse por qué este empeño en aplicar estos métodos abiertos, estos sucedáneos de diálogo a la investigación social. Y no es difícil adivinar la función que esta conversación trucada y falsificada cumple en el marco general del Régimen Inmunitario Universal: además de la ya mencionada de afinar y mejorar el conocimiento que el propio Régimen obtiene así de los recalcitrantes (conocimiento que le permite modular, pulir y perfeccionar sus métodos de persuasión y evitar en lo posible llegar a imponer medidas abiertamente coercitivas, decisión siempre gravosa en términos propagandísticos y de orden público), se trata de sostener la ilusión de que el Régimen dialoga, de que el Régimen escucha, de que el Régimen admite, protege y fomenta la discrepancia y la crítica. Y esta ilusión os ponéis a cultivarla justamente ahora, cuando, después de aplicar cantidades inconcebibles de propaganda y terror, el Régimen ha logrado vacunar ya a prácticamente todos los mayores de cuarenta años; cuando redobla la presión para inocular a la totalidad de los niños y cuando, en aquellos países quizás menos narcotizados por la Pax Democrática, Dineraria y Televisiva en los que la gente se ha echado a la calle, no duda en recurrir abiertamente a la represión, la coacción y la violencia directas para lograr el delirante objetivo de vacunar una y otra vez y cuantas veces haga falta a la totalidad de sus poblaciones. Y como era de esperar, los encargados de cultivar esta ilusión de diálogo y pluralismo sois los miembros de la fracción más progresista del Régimen, sus funcionarios y dirigentes de izquierdas, esos que lo mismo te vacunan a la fuerza a un migrante que te redactan una ley de consentimiento informado. Pues tal es la función específica que le ha sido asignada a la izquierda en la división del trabajo social, y su seña de identidad más característica: la de obedecer discrepando, la de ser la vanguardia crítica y falsamente dialogante del Régimen y la encargada de hacer aceptables sus exigencias más cruentas.

Así pues, el plan es claro: vacunación universal, tan voluntaria como forzosa, para asalariados, trabajadores precarios, migrantes, ancianos, niños, embarazadas, enfermos, personas tuteladas, etcétera, y tolerancia controlada y propagandística para con el rechazo vacunatorio moderado, siempre y cuando éste afecte únicamente a grupos de población tan insignificantes como manejables, y a condición de que dicho rechazo se deje interrogar, estudiar, seducir, persuadir, convencer… y vacunar llegado el caso.

Largo y tendido podría seguir hablando de estos y otros muchos aspectos del nuevo Régimen Inmunitario Universal. Paro aquí, sin embargo, porque parece ser que mañana mismo da comienzo este estudio y querría que estas pocas razones pudieran leerse a tiempo. ¿Habrán quedado suficientemente claras? Las repito y resumo por si acaso:

Me niego a participar en este estudio porque me niego a colaborar de ningún modo con unas instituciones (desde la Escuela Andaluza de Salud Pública hasta la multinacional farmacéutica que patrocina y financia generosamente, a través de una de sus fundaciones, este estudio vuestro) que se han convertido en un engranaje esencial del nuevo aparato de administración de muerte y que están sosteniendo la realidad de esta mentira, la realidad de esta fantasmagórica enfermedad detrás de la cual se oculta una mutación profunda y terrible de la Dominación de la que nadie parece querer enterarse.

Y rechazo la invitación a participar en este estudio porque me niego a sostener el simulacro o sucedáneo de diálogo con el que el Régimen mata y sustituye la conversación pública y libre de la gente, esa razón común y de nadie que es la sola voz que puede hablar y hacer contra la mentira que nos está matando, y a cuyo libre, desobediente y público ejercicio —en calles, parques, campos o a la vera del río— llamo e invito desde aquí, en sustitución del estudio que esta institución de Salud Pública nos propone, a todos los vecinos de este pueblo, vacunados o no, que estén dispuestos a hablar de lo que está pasando.

En cuanto a los científicos que vais a llevar a cabo esta y otras investigaciones, no desespero de que estas apresuradas razones puedan llegar a haceros dudar, al menos un poco, de la necesidad de estos estudios en los que tanta fe tenéis, como tampoco desespero de que os animéis alguna vez, movidos tal vez por esa duda y en un descuido de vuestras importantes tareas, a uniros alegremente, como uno más, como uno cualquiera, a la libre e interminable conversación en la que se encuentra siempre y a cada momento —aquí, ahora: donde no cabe fe, persona, ni mentira ningunas— el común de la gente.

Reciba, por lo demás, un cordial saludo.

Emilio
Monachil, 1 de septiembre de 2021
(Corregido y ampliado el 3 de septiembre de 2021)

https://contraelencierro.blogspot.com/

NOTA

[1] Ejemplos sacados al azar de M. Cruz, J. Hortal y J. Padilla, «”Vísteme despacio que tengo prisa”. Un análisis ético de la vacuna del COVID-19: fabricación, distribución y reticencia», revista Enrahonar, núm. 65, 2020, y de «Behavioural considerations for acceptance and uptake of COVID-19 vaccines. WHO technical advisory group on behavioural insights and sciences for health. Meeting report», Organización Mundial de la Salud, octubre de 2020.

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