El papel del ejército británico en la matanza de Srebrenica

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Las fuerzas especiales británicas desempeñaron un papel crucial en una de las masacres más notorias y controvertidas del siglo XX: la de Srebrenica.

En julio de este año la agente de inteligencia británica convertida en parlamentaria, Alicia Kearns, hizo un llamamiento público para que la OTAN enviara tropas a la antigua Yugoslavia.

La sesión de la Cámara de los Comunes celebraba un debate parlamentario sobre la Semana Conmemorativa de Srebrenica, que conmemora la masacre. Allí se cometieron graves crímenes, muchos de los cuales siguen impunes. Sin embargo, tres décadas después, los detalles de lo que ocurrió ese fatídico mes, incluido el número total de personas asesinadas y la naturaleza exacta de sus muertes, siguen siendo inciertos.

Los dirigentes occidentales han invocado con frecuencia el evento para justificar intervenciones militares ilegales. Las campañas de bombardeos contra países problemáticos se presentan con frecuencia como acciones justas, preocupadas por prevenir “otra Srebrenica”. Se convirtió en la piedra angular de un tipo de intervencionismo que ha llegado a ser conocido como “Responsabilidad de Proteger” (R2P).

Los británicos son particularmente entusiastas promotores de este argumento, siendo Kearns el último ejemplo de ello. Hoy Gran Bretaña es el único país, además de Bosnia Herzegovina, que conmemora oficialmente las matanzas como un acto de genocidio. Desde finales de la década de 1990, Londres también ha sido sede de muchas ONG que han promovido la afirmación de que Srebrenica constituyó un acto de genocidio.

A pesar de toda la conmemoración de los trágicos acontecimientos de julio de 1995 por parte de periodistas, expertos y políticos británicos, la presencia del SAS en la zona en ese momento ha permanecido en secreto.

Los archivos desclasificados del Ministerio de Defensa británico plantean preguntas inquietantes sobre el papel clandestino de Londres en Srebrenica, por qué el MI6 supo que se avecinaba un ataque al enclave antes de que el VRS, el ejército de la República Srpska, lo planeara siquiera.

En Bosnia los británicos podrían provocar una guerra mundial

Siete años después el gobierno holandés publicó su investigación oficial sobre el fracaso de su fuerza de mantenimiento de la paz para proteger Srebrenica, que fue compilada por el Instituto Holandés de Documentación de Guerra (NIOD). Seis días después de la publicación de los resultados, el primer ministro Wim Kok dimitió. Países Bajos finalmente aceptó una responsabilidad política parcial por la masacre después de que el Tribunal Supremo del país declarara que el gobierno holandés asumía el 10 por cien de la responsabilidad.

A lo largo del informe hay pasajes notables que hacen referencia a la presencia de una “unidad británica que opera en secreto” en Srebrenica. El personal de las fuerzas especiales británicas alojado en el cuartel general del Batallón Holandés fue descrito como “Observadores de la Comisión Conjunta” (JCO), pero el informe del NIOD señala que “en realidad se trataba de unidades de los Servicios Aéreos Especiales (SAS) y del Servicio de Embarcaciones Especiales (SBS)”, que llevó a cabo “misiones de reconocimiento” y “asignaciones especiales” por orden del general Michael Rose, quien dirigió la fuerza británica de mantenimiento de la paz de la ONU en Bosnia durante la guerra.

La relación de los agentes británicos con el batallón holandés “no era buena”, concluyó el NIOD. Al parecer, el batallón holandés tenía poco conocimiento de las actividades de las JCO, cuyas operaciones en Srebrenica eran tan secretas que incluso el Centro de Gestión de Crisis de Defensa de Países Bajos, que supervisó las operaciones del país en Bosnia, “no sabía de la presencia de las JCO en el enclave”. Pero los holandeses sospechaban que la principal tarea de las JCO británicas era espiarles. “El principal objetivo subyacente de las JCO en Srebrenica era reunir información de inteligencia sobre el batallón holandés y descubrir si estaba ocurriendo algo ilegal entre las tropas holandesas y las fuerzas musulmanas”, señala el informe.

Los agentes del SAS fueron apostados en zonas de Srebrenica supervisadas por fuerzas de paz escandinavas, que no estaban autorizadas a dar órdenes a sus homólogos británicos. A los escandinavos también se les mantuvo en la ignorancia sobre la naturaleza de las actividades del JOC, y sólo se les permitió conocer los lugares de sus movimientos después de la negociación. El coronel noruego que supervisó el batallón dijo que los soldados británicos de élite se movían “de aquí para allá” por todo el este de Bosnia con impunidad, y “ocasionalmente quedaban atrapados en escaramuzas” a lo largo del camino, según el NIOD.

Si bien los detalles de las operaciones específicas del SAS son escasos, uno de los pocos ejemplos concretos de actividades de la JCO citados por investigadores holandeses deja claro que su mandato en Bosnia se extendía mucho más allá de la mera recopilación de inteligencia. En un momento dado, señalan los autores del informe, hubo una “operación especial del SAS en la que participaron ambulancias que transportaban equipos de comunicación en lugar de camillas”.

“Esas ‘ambulancias’ fueron donadas a Bosnia por [las autoridades sanitarias británicas] por consideraciones humanitarias, pero a menudo aparecían repentinamente en los lugares más sorprendentes”, señala el informe.

Según los Convenios de Ginebra, el uso de vehículos con marcas médicas con fines militares es un crimen de guerra. Pero tal engaño es normal para el Servicio Aéreo Especial, cuyo nombre en sí es un producto directo de un plan de la Segunda Guerra Mundial para engañar a las potencias del Eje haciéndoles creer que Reino Unido tenía un regimiento completo de paracaidistas a su disposición en la región. Y hay pocos indicios de que el equipo militar haya cambiado sus costumbres desde entonces. En 2015 surgieron informes sobre las incursiones del SAS en territorio ocupado por Califato Islámico en Irak y Siria, disfrazadas de combatientes del grupo.

Dos años más tarde, miembros armados del Ala de Guerra Contrarrevolucionaria del SAS supuestamente fueron apostados en las calles británicas, haciéndose pasar por barrenderos y vagabundos en un aparente esfuerzo por evitar ataques terroristas. Durante la ocupación de Afganistán por la OTAN, los escuadrones de la muerte del SAS ejecutaron rutinariamente a civiles inocentes y desarmados y luego falsificaron pruebas para condenar falsamente a sus víctimas como insurgentes armados.

En Bosnia, según un casco azul holandés anónimo consultado por NIOD, los miembros del Dutchbat “tenían miedo de los británicos y de que pudieran provocar la Tercera Guerra Mundial”. Si las JCO se ocuparon exclusivamente de la recopilación de inteligencia, parece una evaluación bastante peculiar.

El SAS simuló convocar ataques aéreos

Cuando Srebrenica cayó el 11 de julio, el informe del NIOD señala que dos JCO aparecieron en la sede local de Observadores Militares de la ONU temprano en la mañana. Afirmaron ser un “equipo de contacto aéreo”, encargado de identificar lugares para los ataques aéreos de la OTAN, lo que impediría que el VRS, el ejército de la República Srpska, capturara el área. Un enlace del ejército musulmán guió debidamente a los agentes del SAS hasta un punto estratégico en una colina que ofrecía vistas claras de Srebrenica, lo que creían que garantizaría “un contacto excelente con el avión”.

El enlace le dijo al NIOD que los JCO “estuvieron en contacto constante con alguien” durante todo este tiempo. Aproximadamente media hora después de su llegada a la colina, “vieron un claro alivio en los rostros de los británicos”, por razones que no están claras. Según los informes, los hombres del SAS afirmaron entonces que no podían solicitar ataques aéreos porque sus teléfonos satelitales se habían quedado sin batería.

Cuando su posición fue atacada por el VRS, los JCO se refugiaron en trincheras cercanas ocupadas por soldados musulmanes, “que no tenían idea de lo que estaban haciendo allí”. Según el informe, los británicos “se sintieron seguros y relajados” y se quitaron los cascos y los chalecos antibalas una vez dentro. Curiosamente, su enlace recuerda que “fingieron establecer contacto por radio, pero permanecieron sentados y no parecían estar planeando ninguna acción adicional”.

Los británicos tenían amplias razones para creer que se avecinaba un asalto a Srebrenica en las semanas anteriores. Como señala el informe del NIOD, el 8 de junio representantes musulmanes se reunieron con las JCO y les proporcionaron “planes detallados de un ataque inminente” al enclave. Sin embargo, “esto no hizo sonar ninguna alarma”, supuestamente debido a la frecuencia con la que durante los tres años anteriores habían circulado rumores infundados sobre una inminente invasión del VRS, el ejército de la República Srpska, a Srebrenica.

El informe del NIOD señala que los JCO también dudaron de un “ataque inminente”, ya que “no recibieron ninguna evidencia que confirmara el plan”. Los funcionarios holandeses argumentan que es un indicativo de que “los servicios de inteligencia británicos no conocían tales planes”. Sin embargo, los JCO consideraron que esta información era suficientemente significativa, informaron a los dirigentes del Dutchbat, el Batallón Alemán de cascos azules. Archivos desclasificados del Ministerio de Defensa británico indican que en ese momento el MI6 creía que “los serbios atacarían Srebrenica”.

No era la misma información proporcionada por los musulmanes a las JCO. Los archivos desclasificados muestran que el MI6 compartió su inteligencia con Amsterdam, y el NIOD solicitó permiso para citarlo en su informe sobre Srebrenica. Londres se negó, con la excusa de proteger sus fuentes y la prevención de que su “material” fuera utilizado en “procedimientos públicos/legales fuera de Reino Unido”.

Los mismos documentos advertían que los británicos que testificaron en una investigación de la ONU sobre Srebrenica debían guardar silencio sobre lo que sabían. “Si se les pregunta sobre la existencia de información de inteligencia relacionada con los acontecimientos en Srebrenica, deberían simplemente responder que no están autorizados a discutir tales asuntos”, afirman los archivos.

¿Podemos permitir que Srebrenica caiga?

El Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia (TPIY), creado y financiado por la OTAN, concluyó que la planificación del asalto a Srebrenica no comenzó hasta el 30 de junio, una semana antes de su ejecución.

Esto plantea la pregunta obvia de cómo el MI6 y las fuerzas musulmanas supieron de forma independiente a principios de ese mes que era inminente un ataque, y qué previeron exactamente. Según el TPIY, inicialmente el VRS, el ejército de República Srpska, tenía simplemente la intención de ahuyentar a las unidades militares musulmanas que operaban alrededor de Srebrenica y luego rodearla para evitar nuevos ataques contra el territorio de los serbios de Bosnia. No se trataba de atacar el enclave mismo.

Con sólo 2.000 soldados del VRS involucrados en la operación y aproximadamente 6.000 soldados musulmanes esperándolos en Srebrenica y sus alrededores, no se esperaba que fuera una victoria fácil. La decisión de invadir el enclave se tomó el 9 ó 10 de julio, después de que el VRS prácticamente no encontrara oposición en el camino.

Un memorando del Ministerio de Defensa británico del 11 de julio señalaba que “el reciente ataque del BSA [ejército serbio de Bosnia] a Srebrenica fue provocado por constantes ataques [musulmanes] durante los tres meses anteriores a la ruta de suministro del BSA al sur del enclave”.

”La acción de los BSA es una respuesta directa a la presión [musulmana] sobre una línea de comunicación de los BSA y los BSA reaccionaron obligando a [los musulmanes] a retroceder hacia Srebrenica… Los serbios encontraron que había poca resistencia por lo que pudieron explotar más allá de su objetivo original”.

Esta falta de resistencia aparentemente dejó atónito a Dutchbat, el Batallón Alemán de cascos azules. El 6 de julio informaron a las fuerzas musulmanas que si el VRS entraba en Srebrenica, les entregarían las armas que la ONU tenía en la zona, que contenía un arsenal considerable, incluidas armas pesadas. Pero cuando llegó el VRS, los musulmanes “no aprovecharon la oportunidad”, según un informe del Dutchbat.

“Las ventajas militares parecen haber sido que los defensores al menos resistieron durante bastante más tiempo y han infligido al [VRS] mayores pérdidas de las que se creían”, concluyó un informe separado del Observador Militar de la ONU. Sin embargo, “los dirigentes [musulmanes] parecen haber actuado en realidad contra sus propios intereses para llevar a cabo una defensa exitosa, con poca coordinación… y ningún intento de apoderarse de las armas pesadas en poder de la ONU”.

Autorizaron al Dutchbat a solicitar ataques aéreos de la OTAN, lo que hicieron con creciente urgencia a medida que el VRS abrumaba a Srebrenica. Sin embargo, la alianza no aprobó la intervención hasta el 11 de julio, cuando se completó la captura total del enclave. Geoffrey Nice, un controvertido abogado británico que dirigió varios procesos ante el TPIY, ha desenterrado un acuerdo secreto alcanzado en mayo de 1995 entre Gran Bretaña, Francia y Estados Unidos según el cual no habría ninguna campaña de bombardeos para defender la zona.

Las operaciones secretas del SAS durante la masacre

El acuerdo también podría explicar el extraño comportamiento de las JCO durante la caída de Srebrenica. Evidentemente, las fuerzas musulmanas locales esperaban ataques aéreos de la OTAN una vez que llegara el VRS y, aparentemente, los británicos les dieron amplias razones para creer que se producirían. Sus falsas promesas pueden explicar la falta de resistencia de los musulmanes contra las incursiones del VRS.

Una vez que el VRS tuvo el control total de Srebrenica, evacuaron a mujeres y niños musulmanes, mientras detenían a los varones en edad militar, aunque algunos de sus cautivos eran considerablemente más jóvenes y mayores. Su objetivo era identificar a los responsables de los ataques a zonas serbias. Al respecto el NIOD informa que entonces un alto oficial militar holandés “hizo varios intentos” de verificar las acusaciones de “crímenes de guerra” en el enclave, que incluyeron ordenar a “alguien” que preguntara a los JCO si habían descubierto pruebas en ese sentido.

Los agentes del SAS supuestamente informaron muy poco, a pesar de las prolongadas ausencias periódicas del cuartel general del Dutchbat durante y después de la captura de Srebrenica por el VRS. El NIOD señala que “poco después de la caída” del enclave, un representante del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados y su intérprete presenciaron cómo uno de los soldados británicos regresaba a la base una noche, “completamente empapado de barro”, como si sólo hubiera estado arrastrándose”.

Tal actividad se vuelve aún más sospechosa, dado que los JCO aparentemente “como medida de precaución, destruyeron su equipo especial de comunicaciones” el 11 ó 12 de julio. Esto supuestamente resultó en una “ruptura de las comunicaciones” entre ellos y el curioso oficial militar holandés durante algún tiempo después, exactamente cuando supuestamente comenzó la masacre de la población masculina de Srebrenica.

Como las autoridades británicas prohibieron al NIOD hablar con los agentes del SAS, no hay información sobre sus actividades durante este período ni sobre si pudieron haber recibido órdenes. Otro oficial militar holandés que intentó rastrear a los agentes del SAS a través de la misión diplomática británica en La Haya fue rechazado, una decisión que sospechaban que se debía a “la sensibilidad política de la presencia de los británicos en Srebrenica en el momento de la caída”.

El NIOD se enteró de que tres de los JCO recibieron honores militares británicos por su servicio en Srebrenica. Desde su puesto de observación, el 11 de julio el SAS podía monitorear atentamente la situación en el terreno y notificar a sus controladores cuando se completara la toma del enclave. ¿Asegurarse de que esto se cumpliera era su misión real? ¿Sintieron “alivio” esa sombría mañana porque recibieron la confirmación de que los ataques aéreos ordenados por el batallón holandés no se materializarían hasta que fuera demasiado tarde?

La ‘trampa’ de Srebrenica

Cuando en abril de 1993 Srebrenica fue designada “zona segura” por la ONU, los dirigentes musulmanes advirtieron que su población estaba “amenazada de extinción” y que “miles de mujeres, niños y ancianos” serían masacrados si el VRS se apoderaba del enclave. Sin embargo, curiosamente, tanto el gobierno de Sarajevo como las fuerzas militares musulmanas locales bloquearon repetidamente los intentos de la ONU de evacuar la zona.

Ese mes, combatientes armados rodearon un enorme convoy de la ONU destinado a transportar a miles de habitantes de Srebrenica a un lugar seguro, lo que llevó al comandante musulmán Naser Oric a rechazarlo. Afirmó que no se podía permitir el rescate, ya que conduciría a la ocupación del enclave por parte del VRS.

El general Philippe Morillon, que comandó las fuerzas de paz de la ONU en Bosnia en 1992/93, ha planteado un razonamiento bastante diferente. Afirmó que el presidente de Sarajevo, respaldado por Occidente, Alija Izetbegovic, saboteó los esfuerzos de evacuación porque “no estaba en condiciones de ganar una batalla estratégicamente”:

“El objetivo de la Presidencia de Bosnia, desde el principio, fue asegurar la intervención de las fuerzas internacionales para su propio beneficio… es una de las razones por las que nunca estuvieron dispuestos a entablar conversaciones”.

En 1993, dijo Morillon, previó que “algo terrible” sucedería en Srebrenica debido al uso del enclave por parte de Oric () para atacar el territorio de los serbios de Bosnia. Con frecuencia atacaban pueblos indefensos y no tomaban prisioneros, incluso en días festivos religiosos, las tropas de Oric tenían una reputación temible de torturar, mutilar y asesinar brutalmente a sus víctimas. A pesar de mostrar alegremente imágenes de vídeo de esta espeluznante obra a periodistas occidentales, nunca fue procesado ni castigado por sus crímenes ().

Estas tácticas sumergieron a los musulmanes y serbios bosnios en un ciclo “infernal” de violencia, sostiene Morillon, lo que significa que cuando el VRS invadió Srebrenica, “querían vengarse de todo lo que atribuían a Naser Oric”. En las semanas previas al asalto, las fuerzas de Oric eludieron a las fuerzas de paz de la ONU para atacar áreas civiles serbias de Bosnia cerca del enclave en múltiples ocasiones, arrasando casas, robando ganado, matando a los vecinos y dejando a los supervivientes sin hogar.

El reconocimiento de que tales acciones provocarían inevitablemente una represalia brutal podría explicar por qué el ejército musulmán advirtió al Dutchbat que se avecinaba un ataque a Srebrenica. Según Morillon, la masacre que supuestamente se desarrolló era exactamente lo que querían las fuerzas occidentales y los dirigentes musulmanes.

El VRS “entró en una emboscada en Srebrenica, una trampa, de hecho”, y la población fue “víctima de un interés superior… ubicado en Sarajevo y Nueva York”, explicó. Mientras tanto, el jefe de policía de Srebrenica en tiempos de guerra ha afirmado repetidamente que Izetbegovic le dijo que si el VRS invadía el enclave y masacraba a 5.000 musulmanes, ello conduciría directamente a la intervención de la OTAN.

Esa versión está corroborada por el informe del Secretario General de la ONU sobre la captura de Srebrenica. Izetbegovic dijo abiertamente a los miembros de una delegación musulmana enviada a las conversaciones de paz en un buque de guerra británico en septiembre de 1993: “La intervención de la OTAN en Bosnia y Herzegovina era posible, pero sólo podría ocurrir si los serbios irrumpían en Srebrenica, matando al menos a 5.000 de su población”.

¿Qué esconden los británicos?

Como aparentemente predijo Izetbegovic, la intervención de la OTAN finalmente se produjo a finales de agosto de 1995, en forma de una campaña de bombardeos de un mes de duración contra el VRS, que mató a hasta 2.000 civiles. Tres meses después, se firmó el Acuerdo de Dayton y la guerra llegó a su fin.

Posteriormente, varios dirigentes serbios de Bosnia fueron condenados por genocidio por el TPIY, que los acusó de participar en una “empresa criminal conjunta” al capturar Srebrenica. Según esta extraordinaria y muy controvertida doctrina jurídica, un acusado puede ser declarado culpable de delitos que no cometió, aprobó ni conoció personalmente en el momento en que los cometió.

Ninguno de los juicios produjo pruebas de que alguna vez se hubiera dado una orden a ningún nivel de mando para masacrar a la población masculina de Srebrenica. Cuando el TPIY condenó al general Radislav Krstic por genocidio, el tribunal admitió que el comandante del cuerpo multiétnico del VRS que se apoderó de Srebrenica no sólo no estaba al tanto de los presuntos crímenes de guerra ni estaba involucrado en ellos, sino que ordenó explícitamente a sus soldados que no dañaran a los civiles.

Sólo una persona fue condenada por el TPIY por participación directa en Srebrenica: un soldado devastado por el trastorno de estrés postraumático llamado Drazen Erdemovic. A cambio de testificar en múltiples juicios ante el Tribunal (a pesar de que los expertos lo consideraron mentalmente incapaz de ser juzgado), cumplió sólo tres años y medio de prisión y luego ingresó en un programa de protección de testigos. Durante sus numerosas apariciones en el Tribunal, claramente preparadas, se le escapó la memoria sobre muchos hechos clave, incluido su propio rango militar, cuántas personas ejecutó personalmente, cuántas personas mató su unidad en total, cuándo ocurrió la masacre y quién dio la orden de llevarlo a cabo.

Erdemovic finalmente optó por el escenario inverosímil de que un soldado de bajo rango de su unidad le transmitió las instrucciones genocidas en nombre de un coronel cuya identidad afirmó desconocer y que nunca ha sido determinada. De manera igualmente inverosímil, afirmó que su unidad masacró hasta 1.200 personas en grupos de 10 a la vez, en sólo cinco horas. A pesar de implicar a ocho compañeros soldados en su testimonio, el TPIY nunca los procesó, ni siquiera los interrogó como testigos.

La inteligencia británica jugó un papel importante en la recopilación de pruebas de crímenes de guerra en Yugoslavia para el TPIY. Jueces y abogados británicos bien conectados fueron figuras centrales durante todo el proceso, que duró 23 años. Las autoridades británicas -incluido el SAS- tomaron la iniciativa en la captura de los serbios de Bosnia acusados por el Tribunal. Uno de los genocidas condenados, Radovan Karadzic, se encuentra actualmente encarcelado en Gran Bretaña. Sin embargo, en ningún momento durante los juicios se mencionó a la unidad secreta del SAS que operaba en Srebrenica, y mucho menos se la llamó a testificar.

Es difícil determinar si eso implica que su testimonio podría haber planteado problemas a los fiscales del TPIY, o si tienen algo siniestro que ocultar. Pero los británicos bloquearon sistemáticamente las propuestas para revocar un embargo de la ONU sobre los envíos de armas a las fuerzas musulmanas durante la guerra, aparentemente debido al gobierno estadounidense. El presidente Clinton describió el deseo de Londres de “una restauración dolorosa pero realista de la Europa cristiana”.

A pesar de los miles de musulmanes muertos, ese deseo no se ha cumplido. Sin embargo, para aquellos que esperaban balcanizar el último gran Estado multiétnico que quedaba en el continente, la guerra fue un éxito rotundo.

Kit Klarenberg https://strategic-culture.su/news/2023/12/30/mass-graves-grave-questions-britains-secret-srebrenica-role/

(*) Naser Oric dirigía las fuerzas del ejército bosnio en Srebrenica. En 2006 fue condenado a dos años de prisión por el Tribunal Penal Internacional para la ex Yugoslavia.

 

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