Disculpas oficiales por la transfusión de sangre contaminada en Reino Unido

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La medicina ha retrocedido una barbaridad y, como consecuencia de ello, la iatrogenia se dispara. Cada vez hay más errores médicos, que son cada vez más graves. Sin contar con las empresas farmacéuticas, que también se equivocan cada vez más.

Por su parte, las “autoridades sanitarias” también tardan cada vez más en reconocer sus responsabilidades. El lunes el primer ministro británico, Rishi Sunak, se disculpó por la transfusión de sangre contaminada en las décadas de los sesenta a los noventa del pasado siglo, que dejó un saldo de 3.000 muertos.

En 2018 encomendaron al juez Brian Langstaff una vasta investigación pública sobre lo que se considera como “el peor desastre médico” en la historia de la salud pública británica. El informe, que tiene más de 2.500 páginas, acusa a las “autoridades sanitarias” de encubrir la verdadera causa de las miles de muertes.

Décadas después el gobierno ha aprobado un programa de indemnizaciones ante “la magnitud horrorosa” de lo ocurrido. Durante unos veinte años, miles de personas que padecían hemofilia o habían sido sometidas a operaciones quirúrgicas resultaron contaminadas por el virus de la hepatitis C y el VIH tras recibir transfusiones de sangre.

Durante siete años el juez escuchó a miles de testigos y estudió decenas de miles de documentos. Llegó a la conclusión de que la verdad sobre esta tragedia había estado «oculta durante décadas» y que el escándalo “podría haberse evitado en gran medida”.

“Este desastre no fue un accidente. Las contaminaciones se produjeron porque los responsables (médicos, servicios de sangre y los sucesivos gobiernos) no dieron prioridad a la seguridad de los pacientes”, dice el informe.

Debido a la escasez de sangre, el servicio público de salud, el NHS, recurrió a proveedores estadounidenses que pagaban a sus donantes, entre los que se encontraban presos y miembros de otros grupos con un riesgo importante de infección.

“La respuesta de las autoridades presentes no hizo más que agravar el sufrimiento” de las víctimas, añade. “Ha llegado, por fin, el momento de un reconocimiento nacional de este desastre, de una compensación real y de reivindicar a todos aquellos que han sido tan terriblemente agraviados”, recomienda Langstaff.

El sistema de salud sólo informó tarde a las personas infectadas, a veces años después, mientras que las “autoridades sanitarias” no retiraron la sangre contaminada cuando surgieron las primeras preocupaciones sobre su estado.

El NHS no se esforzó lo suficiente por reducir las importaciones de sangre procedentes de Estados Unidos, mientras que las donaciones de sangre en Reino Unido no fueron supervisadas adecuadamente.

El informe destaca la responsabilidad de los sucesivos gobiernos, que tardaron en actuar cuando surgió el escándalo.

Algunas víctimas ya recibieron una primera indemnización de 100.000 libras en 2022 tras la publicación de un informe de situación. Pero el coste final se anunciará esta semana y se espera que ascienda a miles de millones de libras.

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