Fuente: Umoya, num. 102 1er trimestre 2021 Ainhoa Díez Ruiz
Zandile Tshabalala se ha convertido, a sus 21 años, en el centro de atención de críticos y coleccionistas de arte a nivel internacional. La artista, que aún asiste a la Universidad de Witwatersrand en Sudáfrica, ha revolucionado el mundo de la pintura con su uso de colores y la combinación de patrones cautivantes. Aunque, si por algo destacan sus pinturas, es por romper los estereotipos que han acarreado históricamente las representaciones de la mujer africana.
Originaria de Soweto, nace 23 años después de las revueltas que tuvieron lugar en 1979 para acabar con el sistema de educación bantú, que servía para reforzar el apartheid. El deseo de un cambio educativo inició una marcha pacífica que acabó convirtiéndose en un enfrentamiento violento entre policía y juventud. Se perdieron muchas vidas, pero finalmente consiguieron acabar con una educación que pretendía inculcar en los jóvenes la aceptación de la segregación característica de la época.
Thsabalala ha heredado el espíritu de lucha contra las injusticias por el que se conoce a su tierra. Defiende y confía en la fuerza de la juventud como motor de cambio para mejorar la sociedad, como ya lo hicieron en Soweto y continuarán la labor, tanto para la generación actual como para dejar un mundo mejor a las que están por llegar.
Su filosofía de buscar una mejora, por pequeña que sea, se traduce en una pasión y un espíritu de lucha contra las injusticias que refleja en su trabajo. Pinta desde que tiene uso de razón. Se le daba bien y fue inevitable que acabase desarrollando un interés por la carrera artística en el instituto. Incluso siendo la profesión de pintora una salida laboral sobre la que no hay mucha información, no renunció a los estudios de arte.
Zandile Tshabalala explica que, aunque sabía de lo que quería hablar en sus pinturas, le costó encontrar la manera de plasmarlo. Solo a base de prueba y error consiguió encontrar una manera de pintar que se alineara con ella. Se alejó del realismo y encontró su lugar en el estilo figurativo que ha permitido que su nombre se difunda alrededor del globo. Ese recordatorio de haber encontrado su propia fuerza se refleja en su primera pintura de mediados del año pasado Thinking bout’you, un autorretrato en el que se muestra a sí misma arropada por un abrigo de piel de guepardo sobre un estampado de cebra.
Sus obras retratan también a gran variedad de mujeres negras como protagonistas de situaciones y momentos muy diversos. No siempre pensó en su pintura como una manera de reivindicar a este colectivo olvidado, pero ahora es consciente de su importancia “Alejarme de la pintura realista me hizo darme cuenta de que había una necesidad de más imágenes que hablaran y representaran a la mujer negra bajo una luz diferente a la narrativa pasada de inferioridad.”
Así su obra se ha convertido en un reclamo constante para luchar contra los estereotipos de la mujer negra. No solo los que las tratan como indefensas o inferiores, también presenta una narrativa alternativa a la simplificación de “mujer negra y fuerte”. Para ello, las retrata en todos los ámbitos de la vida: felices, poderosas, fatigadas. Su arte se convierte en una radiografía, una visión de 360 grados, con la mujer africana como centro. “Somos fuertes, sí, pero somos mujeres y también humanas, amables y, a veces, cansadas.” El arte es para Tshabalala una forma de lucha tan válida y efectiva como las protestas. Con su pintura como arma para combatir injusticias raciales, su último trabajo mantiene la esencia de la artista y su matiz reivindicativo. La serie de pinturas Mother/Cow, pretende explorar la sensualidad, redefiniendo a las mujeres negras como dueñas de su propia experiencia sexual. Ha comenzado a cambiar la manera en que el mundo las ve y a inspirar a otros para que hagan lo mismo. Las muestra relajadas, pero también confiadas, atrevidas y combativas.
Por el momento estas son las últimas pinturas que se conocen de Zandile Tshabalala; no obstante, es poco probable que su labor de creación acabe aquí. Como mujer africana, considera que tiene una responsabilidad de hablar de los problemas sociales que la afectan a ella y a otras. “Y, como artista, que es no solo mujer, sino también negra, diría que mi sola existencia y la de mi trabajo ya es una protesta radical en sí misma.” Y pretende que continúe siéndolo.
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