Fuente: Umoya num 99 – 2º trimestre 2020 Comité de Madrid
Dicen los expertos que hasta que no haya una vacuna disponible en una cantidad de dosis multimillonaria, la pandemia continuará en todos los asentamientos humanos: Nueva York y Maputo; Maseru y París; Accra y Madrid; Londres y Bandundu, la capital de la provincia de Kwilu, al sur de la República Democrática del Congo… y la llegada de una vacuna tardará unos dos años.
Parece que África lo ha manejado bastante bien, no ha tenido -al final de mayo de 2020- un solo punto caliente en ninguna región de ninguno de sus 55 países, pero no se puede esperar que esa situación siga siendo así durante los dos próximos años. La mayoría no confía en las infraestructuras ni en las capacidades de los gobiernos de los diferentes países africanos para afrontar la pandemia.
Creemos que no se puede confiar en los gobernantes de los diversos países africanos como no se puede confiar en los gobernantes de los países occidentales, que han demostrado estar más preocupados por los beneficios de las grandes fortunas, que por la salud de la población.
Es innegable que, en mayor o menor medida, los países africanos cuentan con insuficientes infraestructuras para garantizar una sanidad pública. De eso tiene una gran culpa el saqueo a que están sometidos desde hace décadas con el pago de la deuda externa, que prima sobre las inversiones en el bienestar de los pueblos.
A modo de ejemplo: entre 1970 y 2002 el África subsahariana recibió 294 mil millones de dólares en préstamos, pagó 268 mil millones y todavía debía 210 mil millones.
Hay que destacar que frente a la pandemia, todos los gobiernos africanos se han unido sin fisuras para señalar esta enorme falta de recursos para combatir el coronavirus y han solicitado la anulación de las deudas externas de todos sus países, tanto los altamente endeudados como los menos.
Las potencias occidentales y sus organismos internacionales, el G-20, el FMI, etc. han aplazado pagos, han reducido la deuda de algunos, pero no han condonado en la totalidad. Los presidentes africanos reclaman al menos la suspensión de pagos de intereses para todos sus países y han abierto una puerta que parecía tapiada desde que las potencias occidentales asesinaron a Thomas Sankara por buscar la unidad continental frente a la deuda odiosa.
Desmantelar el actual sistema económico
El Centro Africano para la Biodiversidad de Sudáfrica, ACBIO, publicó un estudio el día 20 de marzo que decía:
«El aire de la atención colectiva huele dulce, pero hay un agudo temor subyacente a una catástrofe inminente, así como la esperanza solapada de que tal vez sea éste un momento en que el actual sistema económico injusto, insostenible e insaciable pueda ser desarmado y neutralizado.»
El ACBIO, al respecto de todas las especulaciones sobre el origen del virus, se posiciona del lado de la medicina social afirmando que ni chino ni americano, que es más que probable que el origen de este virus pueda atribuirse a enemigos ya conocidos por los movimientos sociales africanos: «el aumento de las poblaciones urbanizadas, la destrucción de los ecosistemas, la pérdida de hábitat y de biodiversidad, el cambio de uso de la tierra como consecuencia de la urbanización, la agricultura industrial y, posiblemente, el cambio climático.»
La Medicina Social viene alertando desde el siglo XIX, de que las condiciones sociales de pobreza e injusticia provocan gran parte de la enfermedad y muerte prematura en el mundo. Uno de sus padres fundadores, Rudolf Virchow, afirmaba que «la mejoría de las condiciones sociales podría mejorar la vida humana con mayor éxito y rapidez que el progreso de la medicina».
Movilización de las redes sociales, cada lugar las suyas
El periodista congoleño Faustin Bimita Kinkufi escribió un hermoso relato al hilo de la pandemia. Cuenta que fue a Bandundu, con la asociación que preside, para informar a la población sobre la prevención ante la pandemia. Este importante desplazamiento de casi un día, desde Kinshasa, la capital, estuvo motivado por esta pregunta: «si el sarampión, para el que hay una vacuna, ha sido
capaz de diezmar la enorme población de Bandundu estos últimos meses, ¿cuál será el destino de esta comunidad, abandonada a su suerte como la mayoría de congoleños, frente a la pandemia de la COVID-19?».
Una vez allí, Faustin contactó con la autoridad y las emisoras de radio locales, incluso fue alojado en la casa del gobernador del Territorio de Massi-Maniba con quien también se entrevistó. Allí
la mayoría de la gente no se informa por medios digitales.
La brecha digital es la menor de sus preocupaciones. En este
contexto, cobra su sentido este proceder: ir en persona, hablar
en las radios comunitarias, en sus lenguas, estar al alcance físico y humano…
Sus intervenciones suscitaron un gran interés y Faustin se vio literalmente rodeado por los oyentes que acudieron a las emisoras de radio para conocerle, verle en persona y hablar con él. Las intervenciones de sus invitados, varios congoleños en la diáspora que hablaron en yansi y en lingala, versaron sobre medidas para combatir la covid-19, pero también sobre los ensayos con vacunas y la toma de conciencia. Los oyentes notaron que eran de los suyos, que no estaban dando lecciones con aires de superioridad,
desconocimiento y lejanía, y la sensibilización de la zona fue un
éxito. Así funcionan las «Redes sociales» de algunos lugares en la lucha contra la pandemia.
Sacando el 100% de rendimiento de las posibilidades con las que
cuentan..