Fuente: A Fondo num .01/2017/Javier Domínguez Reguero. (Wiriko.org)El griot es una figura importante en todas las culturas de África occidental. Es un depósito de tradición oral.
Es un narrador de historias. Cuenta la historia como lo haría un poeta, un cantante o un músico ambulante.
Sona Jobarteh, una joven gambiana desafía los cánones griot tradicionales. De bandera lleva su kora, el arpa de 21 cuerdas originaria del África occidental. «La kora transciende muchas cosas a pesar de que es culturalmente un instrumento muy específico de un lugar. No hay muchas músicas a las que no se pueda incorporar. Me hace sentir plena, cálida y me da mucha emoción», explica Sona.
En la cultura griot la poesía, el canto o la música llevan siglos transfiriéndose de padre a hijo pero en la familia Jobarteh, que tiene el derecho hereditario para la práctica de la kora, Sona tenía decidido su medio de expresión. «Mi cultura no hace distinción de género pero es cierto que no es algo común que las mujeres
toquen», explica la músico que siempre tuvo el apoyo de sus más cercanos. Sona Jobarteh aprendió a tocar la kora gracias a su hermano, Tunde Jegede, que actualmente dirige el African Classical Music Ensemble. La tradición musical familiar incluye a su abuelo, su padre y a su primo, Toumani Diabaté.
«La música era algo natural para mí. Nunca pensé en componer pero tampoco tuve que luchar por ello. Estaba en mis manos dedicarme a ello. Cuando crecí llegó un momento en el que tuve que abordar el hecho de que estaba tomando la kora como algo a lo que quería dedicarme profesionalmente. No como un pasatiempo», dice.
Sus inicios estuvieron marcados por el ángulo feminista de su música. «Yo no quería que se me viese sólo por una cuestión de género. Yo quería ser simplemente una persona que tocaba la kora». Sin embargo, abanderó temáticas relativas a las mujeres cuando se dio cuenta de «cómo la música afecta e inspira a otras. Cada vez me
siento más cómoda con esa etiqueta». Jobarteh cree que el hecho de que toque la kora siendo mujer siempre impactará al público, sobre todo en África, acostumbrado al virtuoso masculino. «No fallará la presunción de que no sonará igual que si la tocara un hombre. Pero lo impactante es que la audiencia sea testigo de que no hay diferencia y olviden las ideas preconcebidas», puntualiza. Al subirse al escenario en un mundo predominantemente masculino, la músico lanza un mensaje para cambiar el discurso de que la mujer sólo uede
llegar a conseguir un éxito específico. Sus composiciones, envueltas de sonidos occidentalizados hacen que su música cuente con un ritmo más cercano al jazz, al funk. Una fórmula que extiende los límites de la cultura griot.
Su primer álbum, Fasiya, en 2011, es una muestra que equilibra costumbre e innovación. Ahora trabaja en un nuevo álbum y ya se ha adelantado el single: Gambia. Un tema para celebrar los 50 años de la independencia del país del oeste africano. «Con este nuevo proyecto busco un nuevo sonido dentro de la música mandé. Es una
nueva forma de tocar la kora que hará que la gente mandinga reconozca su cultura pero también acerque a los que no están familiarizados con ella», explica. Pero su nuevo trabajo no es el único proyecto que la gambiana tiene en su mente. Con la ayuda de su padre ha abierto una escuela de música en Gambia.
«Estudiantes de música de todas partes pueden acudir a Gambia a prepararse manteniendo los estándares académicos a los que están acostumbrados», apunta Sona sobre unos programas ideados para occidentales y africanos.
Texto completo: http://www.wiriko.org/musica-artes-escenicas/sona-jobarteh/
Para escuchar su música: https://www.youtube.com/watch?v=Ig91Z0-rBfo