Homo Stultus

Fuente:Portal Libertario OACA                                           Benjamín Lajo Cosido                                                                      22 Feb 2021 05:58 AM PST

Dicen que la estupidez es peor que la maldad. La humanidad es compleja no por  su naturaleza, si acaso por la naturaleza que nos hace en serie vírgenes y en blanco como patrón. Una vez aquí es cosa del titular y de su entorno que seamos lo que somos. Hace millones de años que la evolución está perfeccionando nuestro modelo, cuando se queda obsoleto y ya no sirve, para afrontar la existencia como quedan al descubierto las decisiones que adopta ante los desafíos y  estos le superan. Es muy probable que esté cerca a unas decenas de miles de años vista otro momentazo en que estemos actualizados como acostumbra a hacer la naturaleza, que transforme nuestra especie y el Homo Sapiens será entonces, un objeto de museo que la ciencia y la historia recuerden en los libros.

Ya lo presintió Nietzsche, aquello de que el humano es un puente no el fini. La cuestión es si seremos relevados por otro humano mejor, no sólo más preparado que cometerá sus propios errores que ya no serán heredados. Esa impotencia es la frustración que lo empeora todo. Creo que ese mal perder que humanizamos con sentimientos destructivos es otra de las consecuencias que provoca el miedo; la herramienta actual que todas las sociedades imponen a las voluntades que contradicen, pero esa tendencia en los últimos tiempos ha ido perdiendo eficacia. La agitación social que estamos viviendo ha existido siempre, pero nunca se recuerda que surge sin proclamas, banderas ni líderes. No es una agitación motivada por cuestiones territoriales y aunque mantiene su estatus predominante el poder político, éste desciende en todas ellas; su validez ya no goza de la credibilidad que tuvo. Por el contrario y contrapunto, aumenta más rápidamente la respuesta social como la fiebre aparece cuando nuestro cuerpo enferma. Ese síntoma social, a diferencia de los conflictos habidos entre humanos por las guerras, incluso las dos mundiales mal llamadas así. Fueron potencias quienes las provocaron y materializaron. España no intervino en ninguna, en las dos se mantuvo neutral. No se engañen creyendo que por pacifismo, sino porque no pudo. Es como el por qué se acaban apagando todas las revoluciones de la historia, que creo fue, por ejemplo, no haber estado antes revolucionados los individuos, a que llegue el día después y saber qué es lo siguiente que se debe hacer. La revolución no te hace revolucionario de la noche a la mañana, eso lo consigue cualquiera que en ese momento pase por ahí y por eso se acaba oyendo, -¿Y ahora, qué?-. mirando a los líderes visibles e icónicos, que les decepcionan sin remedio pasado mañana. Desilusionados, una y otra vez, porque los políticos faltan a la palabra dada, a su compromiso después de ser elegidos.. Líderes que nunca hacen lo que dicen, que  se aprovechan de su cargo en su propio beneficio, malversando, incurriendo en cohechos; robando en efecto y en efectivo.  Como para que no se erice el corazón, ¿no creen? No se queden en las tapas del libro, profundicen.

Estamos tan acostumbrados a la traición, tan insensibilizados a las tragedias, que en este momento de pandemia con centenares de muertes diarias, de personas, sólo preocupa lo mal que está la economía, los bienes. Lo peor no es morir, es  arruinarse y no salvar las fiestas ni los muebles. Pues nada, a ver si este verano se pueden levantar las restricciones… ¡Es terrible! Siento asco de lo que a estas bajezas se tiene que ver, pero no se olviden que es por culpa del rapero que haya tanto malparido y digan que son representantes de los ciudadanos, servidores, pero de ellos mismos, que durante toda la pandemia nos han representado como en un vergonzoso circo. Lo que ven con espanto y no comprendo por qué se extrañan y echan espuma por la boca y los sobacos, es a una juventud resentida que odia, seguramente, a su sociedad donde se puede morir en vida con total normalidad, vieja o nueva. No me extiendo por no enfermar antes de tiempo.

La pandemia no es una amenaza. Ante un espejo desnudos descubrimos cuán frágiles somos, con el problemón que envuelve todo lo demás, el del cambio climático que hemos obviado antes y después que es ahora. Ya no hay margen para debates ni turno de réplica.  Negar lo evidente sólo obedece a la estupidez porque se está viviendo en riguroso directo.  Somos responsables de que se propague la enfermedad si se lo ponemos fácil al bicho y también, tengámoslo muy presente, de las muertes debidas al comportamiento estúpido de otro. Porque ahora sabemos, además, que la pandemia que sufrimos viene de largo, de mucho antes que apareciera el virus, en este progreso que sin embargo retrocede. Virus que eran endémicos y que en condiciones naturales viven dentro de otros animales en perfecta simbiosis en sus espacios vitales que hemos invadido por la codicia humana que siempre antepone la economía a la vida. Menudo trueque más estúpido y suicida; los virus están saltando a otros animales, entre ellos nosotros, como nuevos huéspedes para mudarse y sobrevivir porque hemos alterado los ecosistemas según opinan los que saben no yo.

HOMO FUTURUS

La última teoría por la cual evolucionamos, la defiende la paleoantropóloga francesa Anne Dambricourt Malassé que ha revolucionado esa cuestión con un argumento original que sucede por un hueso pilar y clave que nace en el cuarto mes de embarazo, el primer hueso, justo en la frontera en la que el embrión se hace feto. Es la piedra angular sobre la que se edifica nuestro esqueleto. Un hueso con vida propia que se dobla un poco más cada vez que damos un paso evolutivo: Esfenoides, también conocido como la silla turca está debajo de nuestro cráneo, encajado donde nace la columna vertebral y se une a la base craneal. Durante treinta años se ha mantenido que nuestro bipedismo por el que nos erguimos para caminar se atribuye al entorno de la sabana donde la vegetación es alta, para poder otear, se pensaba que este era este motivo que los obligó a erguirse y así se produjo, pero estudios recientes han demostrado que ya comenzaron a erguirse estando en el bosque, aledaño a la sabana y que no abandonaron si no que alternaron ambos lugares, pues seguían haciendo vida en él para comer sus frutos y dormir fuera del peligro de las fieras. La relación que tiene la evolución a través del esfenoides se produce  al doblarse y es esta la razón por la cual somos bípedos. Otra prueba visible que se suma al descubrimiento lo expone tras haber observado que la mayoría de los niños tienen desalineados los dientes por el desajuste en la posición de la mandíbula que está cambiando su posición como consecuencia del último movimiento del esfenoides, que se dobló la última vez este peculiar hueso. La paleoantropóloga Dambricourt sostiene que empezó en la edad media y para ello comprobó calibrando los cráneos de ese periodo  comparándolos con actuales en colaboración de la ortodoncista infantil, Marie-Joshepe Deshayes, que también se había percatado de esta anomalía que llamó su atención por el alto porcentaje de niños que tenían problemas de alineación que atendió en su consultá sin imaginar qué era la causa, hasta que conoció el descubrimiento de la doctora Dambricoert a través de un reportaje publicado en una revista científica. Se puso en contacto con ella explicando su inquietud y ofreciendo su experiencia en el campo de la ortodoncia. Su aportación fue muy importante en la investigación.

Esfenoides

La teoría del entorno se desestima por el hecho de ser una causa indirecta la que supuestamente interviene, un elemento externo no es suficiente para modificar físicamente esta conducta de bipedismo en el humano y que dedujo en su día el paleontólogo estadounidense Donald Johanson, que descubrió el esqueleto de Luci, perteneciente al género homo afarensis en Etiopía en 1974. El esqueleto está casi completo y corresponde al de una mujer que yacía en el cauce seco de un río, casi desenterrado, posiblemente por la erosión de tres millones ciento dieciocho mil años que ya caminaba erguida y se observa ésta facultad en la forma de su pelvis; se cree que su manera de caminar no era tan desenvuelta como la nuestra, con un paso inseguro, menos estable y algo torpe, quizás por ser el principio del bipedismo humano.

¿Edad Media en el siglo XXI?

Hace unos años leí un libro que hoy refleja este presente, Entre el fracaso y la utopía. Los próximos veinte añoseditado por Bellaterra en 2010, del profesor de Historia Antigua de la Universidad de Burgos, arqueólogo y paisano, el burgalés ,José David Sacristán que reflexiona sobre lo acaecido en  la última década que hemos vivido y de la década recién estrenada. La cruda realidad científica del cambio climático y la gravedad que se deriva de la situación límite en la que nos encontramos, ya sin margen para la reflexión. Tampoco hay tiempo que perder en más cumbres sobre el asunto ya patente y evidente, que la comunidad científica mundial nos ha estado alertando de la urgencia  de hacer algo sin demora, advirtiendo en todas ellas con informes cada vez más críticos lo grave que era ya entonces la situación. Haciendo hincapié en la sobrecarga demográfica que ha ido acumulando el planeta, muy preocupante por la desproporción existente entre habitantes y recursos disponibles, insistiendo en que ya se han rebasado todos los límites. Es como sacrificar a las moscas para matar de hambre a la araña. Nos recuerda el profesor que nuestro planeta es finito, como sus recursos que de manera estúpida e irresponsable aún explotamos sin medida, desoyendo cada aviso de los científicos al igual que hacemos en esta pandemia del coronavirus que toman las decisiones los políticos y sus intereses como si no hubiera un mañana y eso ocurrió mientras tuvimos margen y ahora sin él. En lugar de no empeorar la mala salud del planeta dándole un respiro, seguimos ajenos a él. Dice José David Sacristán en su libro que estamos caminando por el filo de la navaja. A un lado, depende de nosotros una reacción de manera inmediata que al menos suavice todo lo posible el impacto y podamos sobrevivir. Al otro lado del filo, está envuelta en una espesa niebla algo que acojona de verdad; como nueva y oscura edad media que es posible que suceda si no reaccionamos a tiempo y en algún momento quedarnos a la deriva y perder todo. Como se despide en el libro su autor bajando el telón. Se acabó la comedia, fin de la función.

Benjamín Lajo Cosido

memorialista

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