Costa de Marfil: mochilas escolaressolares para hacer los deberes

Fuente: A Fondo nº 1/2019/La Libre Afrique

«Una naranja. Un avión»: Marie-France Amondji Ngbessoo, de 8 años, descifra su libro de texto entre insectos que giran en la luz producida por su mochila escolar… y solar. En Allepilla, a cien
kilómetros al norte de Abiyán, en este pueblo de campesinos que cultivan cacao, café y productos alimenticios, 400 personas, incluyendo 150 niños, viven sin electricidad y con una sola bomba de agua.

La escuela de Marie-France está a 5 km a pie de la aldea. Cada mañana alrededor de las 7, unos 20 niños salen del pueblo a pie para estar en clase a las 8. Regresan a casa al final del día cuando cae la noche en África Occidental. Los únicos medios de iluminación son las linternas de aceite y las que funcionan con baterías. Así que, para el nuevo curso, la ONG Yiwo Zone recaudó dinero para ofrecer carteras solares a los niños. La base de funcionamiento es sencilla:
la mochila está equipada con una placa solar que carga una batería durante los viajes de ida y vuelta a la escuela. Cuando está completamente cargada, la batería puede alimentar una lámpara LED durante tres horas.
La idea proviene de Evariste Akoumian, un vendedor de equipos informáticos, víctima de una avería de automóvil que cambió su vida. Fue en 2015. «Iba a Soubré y tuve una avería al atardecer. En ese momento, los niños volvían de la escuela. Me dije: debemos darles luz para que puedan estudiar. ¡No es normal que los niños en el campo no puedan hacerlo!». Aunque Costa de Marfil se enorgullece de tener una tasa de electrificación del 80% en el país, miles de aldeas y pueblos no tienen acceso a la electricidad.
«Los niños de estos lugares son pobres. Llevan sus cosas de la escuela en bolsas de arroz o plástico. La idea era matar dos pájaros de un tiro: les damos una mochila y la lámpara que la acompaña. Además, la mochila es de ellos: así que papá o mamá no vienen a coger la lámpara mientras estudian para cocinar o para hacer pequeños trabajos», dice Akoumian.
Su empresa Solarpak tiene solo unos años, pero ya ha vendido 55.000 mochilas escolares, planea vender 60.000 en 2018 y las exporta a Gabón, Madagascar, Burkina Faso y a ONG de Francia y Alemania. Está desbordado por la cantidad de encargos y espera que le concedan pronto una financiación de organizaciones internacionales para aumentar la producción, establecer una unidad de ensamblaje en Abiyán e importar más paneles solares.
Una mochila se vende a 13.000 F CFA, unos 20 euros. «A primera vista no parece tanto, pero es mucho dinero para estos campesinos que no lo tienen», dice la presidenta de la Yiwo Zone, Anna Corinne Menet Ezinlin. «Aquí, en este pueblo, algunos ni siquiera tienen suficiente dinero para pagar los libros escolares o incluso las cuotas escolares y, aunque normalmente la escuela es gratuita, siempre hay una cuota de inscripción o de cotización para los comités escolares». Algunas jóvenes como Lucienne, de 13 años, no asistieron a la escuela el año pasado debido a que su madre no tenía dinero,
padece una enfermedad que le impide trabajar. Ahora está contenta y dice: «Antes era más complicado.Ahora con la mochila es más fácil». Este año, el curso escolar comenzó tarde debido a los problemas de organización de la escuela y la falta de fondos de los habitantes. El jefe de la aldea, Jean-Baptiste Kochi Okoma, dice: «Es difícil para los niños porque aquí no tenemos dinero suficiente».
Su hija Nethania, de 7 años, ha recibido una mochila, gracias a ella espera que este año las notas sean mejores porque aquí los niños están en desventaja. Con la mochila, espera que todos progresen.

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada.