Fuente: Iniciativa Debate/José Manuel Lechado García 1
Como suele pasar, el desastre más grande del mundo no nos preocupa lo más mínimo hasta que llama a la puerta de casa. Entonces se desata el pánico y, también como suele pasar, lo que para unos es crisis, para otros es un negocio. Que se lo digan a los fabricantes de papel higiénico. Está claro que el coronavirus 19 presenta al menos un síntoma claro: hace que el personal se cague de miedo.
Desde que empezaron a circular las noticias sensacionalistas sobre la epidemia (enero de 2020) hasta hoy (mediados de marzo) no han pasado ni dos meses. En este tiempo los científicos han aprendido algunas cosas sobre el covid-19 y actúan con la prudencia que caracteriza el oficio. Virtud que no ha abundado de igual manera en los medios de comunicación, las redes sociales ni menos aún los gobiernos.
Porque aparte de la diarrea sobrevenida, si en algo ha sido pródiga la infección ha sido en teorías conspiratorias. Por apuntar algunas: