Tenemos que estar preparados para grandes y multitudinarias olas de…

Fuente: https://www.sinpermiso.info/textos/tenemos-que-estar-preparados-para-grandes-y-multitudinarias-olas-de-protesta-entrevista                                                                                                                 Frances Fox Piven                                                                                                     29/05/2020

Tenemos que estar preparados para grandes y multitudinarias olas de protesta. Entrevista.

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Frances Fox Piven, experta de larga data en movimientos sociales, habla de cómo organizar a los desempleados en tiempos de coronavirus, el futuro del movimiento encabezado por Bernie Sanders y por qué es necesario romper las reglas e interrumpir el funcionamiento normal de la sociedad para lograr cambios sociales. Marc Kagan le entrevistó para Jacobin.

El 23 de abril de 2020, unos 26,5 millones de estadounidenses se encontraban sin trabajo, y la Reserva Federal de San Luis (en el estado de Missouri) ha estimado que 47 millones de personas podrían estar desempleadas para fines de junio, con una taza nacional de desempleo que alcanzaría el 32 por ciento. La Congressional Budget Office —la agencia federal que informa al Congreso en materia de presupuesto y economía— prevé que esta cifra se mantenga por encima del 9 por ciento hasta finales de 2021, y quizás más allá. Decenas de millones de personas más habrán agotado sus ahorros, y por tanto estarán enfrentándose a crecientes deudas personales, desalojos y ejecuciones hipotecarias. Y todo ello aunado a los ya existentes problemas ocasionados por la precariedad económica que acompaña al neoliberalismo de manera esencial. Como es habitual, la crisis perjudicará más a los trabajadores pobres, a las personas de color y a los jóvenes.

Ante semejante situación de crisis, ¿qué estrategias y tácticas pueden emplear los activistas y trabajadores para construir su poder social y político? Históricamente, los desempleados se han organizado en redes de ayuda mutua en momentos de crisis, pero también para exigir importantes cambios políticos, a menudo con la acción directa como herramienta central. Marc Kagan ha entrevistado a Frances Fox Piven, autora de Poor People’s Movements (Movimientos de pobres), que describe proyectos políticos del pasado al tiempo que explora las posibilidades de ahora. Fox Piven es una escritora prolífica, que, además de practicar desde hace mucho tiempo el tipo de rebeldía que suele defender en sus escritos teóricos, es una eficaz cabildera—por ejemplo, se le atribuye un papel central en la aprobación de la National Voter Registration Act de 1993, que amplió efectivamente los derechos de voto de la ciudadanía estadounidense. Esta entrevista ha sido editada para facilitar su lectura y adecuar su extensión a este espacio.

MK: ¿Podrías hablar de los esfuerzos previos de los desempleados y sus aliados en la sociedad civil en tiempos de crisis económica? ¿Hay puntos en común que debamos tener en cuenta en la actualidad?

FFP: Por supuesto que sí. Cuando un gran número de personas están desempleadas, se desesperan. La realidad del desempleo, de la necesidad y el hambre no es exactamente lo que lleve a las personas a protestar, pero si ellas piensan además que tienen unos determinados derechos que se están coartando en un momento de crisis, es muy probable que protesten.

Mucho antes de que hubiera algo que se pudiera llamar capitalismo, hubo protestas contra el hambre. Por ejemplo, cuando fallaba la cosecha, se protestaba; las personas se apoderaban de los suministros de alimentos que no les pertenecían, y a menudo los distribuían de acuerdo con lo que consideraban un sistema justo y equitativo. Las protestas contra el hambre se basaban en la idea de que las personas tienen un derecho a la vida, y que existía una reciprocidad implícita en toda comunidad o sociedad, lo cual permite explicar la ira y la valentía con que la gente se adueñaba de los alimentos.

Aunque no por ello hay que pensar que la gente siempre protesta al sufrir carencias—si uno cree que su penuria es inevitable y justificada, entonces pasará hambre en silencio; también pasa eso.

Por lo tanto, tienen que pensar que no es inevitable y tienen que pensar que no tiene justificación, y tienen que pensar que pueden corregir la situación de alguna manera. Esto último, de que es posible remediar un mal social, es muy importante. En tiempos de depresión económica, o ante una mala cosecha, había entre quienes protestaban muchas personas que ya habían sido pobres y pasado hambre anteriormente, pero el hecho de ver a muchas personas más que están pasando por lo mismo alienta anímicamente a los miembros de una comunidad que siempre han sido pobres.

MK: ¿Entonces el desempleo a gran escala hace que se ponga en duda la ideología según la cual el individuo que sufre desempleo y pobreza es el único culpable de su situación?

FFP: Sí, por lo general tiene ese efecto si es un fenómeno generalizado, si el colapso económico afecta a muchas personas y si determinadas instituciones que se consideran importantes y sólidas dejan también de funcionar. Fue importante en la década de 1930 que los bancos cerraran sus puertas—fue una suerte de símbolo de la crisis que enfrentó el capitalismo estadounidense.

MK: ¿De qué manera es importante que la clase media y, en este caso, las pequeñas empresas y los contratistas se vean perjudicados por problemas sociales que suelen afectar solo a los pobres? ¿Cómo hace que la respuesta sea diferente?

FFP: Creo que ayuda en la medida en que puede terminar de animar a que salgan a la calle muchas personas que ya habían pensado en protestar, porque son justamente estos sectores más privilegiados los que generalmente desprecian a los pobres y a quienes pasan hambre y que ahora también lo están pasando mal; entonces sí, puede ayudar. Y, a fin de cuentas, tanto para los pobres de las ciudades como para los que viven en zonas rurales, las personas que llamamos de clase media son los modelos a seguir; y si el modelo, el ciudadano ejemplar, también se encuentra en una situación desesperada, se hace evidente que el problema no soy yo ni mi familia ni mi comunidad, sino que es un problema sistémico.

MK: Sin embargo, ¿acaso no es relevante el que esos grupos partan de una ideología distinta sobre el gobierno o cómo las personas deberían actuar ante una crisis?

FFP: Hay todo tipo de disposiciones ideológicas que funcionan en tiempos de desastre y agitación social. Las ideas de la clase media siempre están ahí, y determinados líderes de la clase media, como pastores, sacerdotes o rabinos, el vicepresidente de un banco o el editor del periódico local siempre andan sermoneando a las personas. Siempre se les regaña y se les pretende inculcar los valores que supuestamente conducen al éxito en una sociedad capitalista.

Lo que sucedió en la Gran Depresión es que aparecieron líderes de diversa índole. Los comunistas estadounidenses fueron muy importantes en las protestas masivas. Sus consignas denunciaban el desempleo y decían que deberíamos percibir salarios incluso sin trabajar. Encabezaron las huelgas contra el pago de alquileres que se extendieron por Nueva York y otras ciudades importantes. Devolvían los muebles a los apartamentos desalojados por la policía. Pero no solo fueron los comunistas—los líderes religiosos locales a menudo se convertían en líderes de los desempleados, o líderes de poblaciones rurales que se reunían para luchar contra las ejecuciones hipotecarias de las granjas y que amenazaban a los organizadores de las subastas, de modo que los propietarios originales solían recuperar sus propiedades a precios bajos.

En efecto, sin duda la gente puede proponer y adoptar las ideas que justifican su resistencia, sin importar que la clase media, el clero o los maestros hayan insistido desde siempre en la importancia del ahorro y la obediencia.

Acción directa de los desempleados

MK: Una forma de respuesta durante la Gran Depresión fue la acción directa; otra consistía en abogar por programas sociales o ayudas ante el gobierno. ¿Podría decirnos cuáles considera que son las ventajas o los inconvenientes de cada estrategia?

FFP: A los burócratas del New Deal —la gente que el presidente Franklin Roosevelt hizo traer a Washington— no les hacía falta que las bases populares les informaran que necesitaban asistencia económica o una moratoria sobre los desalojos. Era obvio, y en cualquier caso había programas sociales en otros países, particularmente en Europa. Así que tenían modelos que les indicaban qué hacer en una emergencia tan extrema como fue la de la Gran Depresión. La pregunta no era tanto qué hacer, sino si harían lo que claramente había que hacer, si se verían obligados a hacerlo. Y fue la acción directa lo que los obligó a hacerlo.

MK: ¿Crees que de otra manera no habrían hecho esas cosas?

FFP: Creo que no las habrían hecho con el mismo alcance ni en la misma medida. Habrían hecho algo. Hasta Hoover hizo algo. Se estaban haciendo muchísimas cosas, pero nada que se pudiera comparar con el enorme programa de ayuda urgente que entró en vigor en 1933 bajo la presidencia de Roosevelt. Era importante sacar ese dinero para preservar el orden social en las ciudades. Tenemos registros de archivos de funcionarios locales que escriben a los comités del Congreso diciendo: «O envían dinero ahora o tendrán que mandar tropas más adelante».

MK: Vimos manifestaciones algo menos intensas de este tipo de agitación social durante la llamada Gran Recesión. ¿Qué podemos aprender de la respuesta política de Washington y de la respuesta popular que se dio en el movimiento Occupy?

FFP: Creo que no hubo mucha respuesta en forma de protesta a la Gran Recesión, la recesión de 2008. Creo que aquello a lo que respondía el fenómeno de Occupy no fue principalmente el malestar ni la pobreza individuales, sino la desigualdad extrema: en eso se centraron los lemas que se referían al 99 por ciento—la riqueza extrema en comparación con la penuria y la angustia generalizadas. Occupy fue un movimiento que logró muchas cosas, pero no se pareció al movimiento que condujo al proyecto del New Deal de la década de 1930. Fue un movimiento muy hábil en comunicaciones, y tuvo un impacto importante en el discurso político estadounidense. Antes de Occupy, el tema de la desigualdad extrema no solía formar parte del debate político en Estado Unidos. Occupy puso este tema sobre la mesa, y ​​seguimos hablando de él. Por ello, ​​deberíamos estar muy agradecidos por lo que hicieron.

La agitación social da resultados

MK: Para encontrar ejemplos de los modelos a que nos estamos refiriendo, para hacer frente a una crisis económica, ¿acaso nos tenemos que remontar casi cien años?

FFP: No, no lo creo. Creo que lo que permite que los movimientos políticos populares provoquen cambios institucionales es que desobedecen, le plantan cara a la autoridad, rompen las reglas, interrumpen los procesos institucionales normales. Y vemos mucho de eso, no solo con respecto a los problemas económicos.

El Movimiento por los derechos civiles no se centró principalmente en cuestiones económicas (aunque había muchas insuficiencias materiales en una región sureña –históricamente agrícola— que se encontraba en vías de modernización industrial) sino en una falta de derechos políticos y especialmente de los derechos de voto. Los que participaron de ese movimiento desobedecieron, hicieron protestas, entorpecieron la vida normal, se apropiaron de determinados espacios y se negaron a marcharse. Y al hacer todo eso, no se los podía ignorar. Así las reivindicaciones de los de abajo logran que el resto de la sociedad les haga caso, y la lucha emancipatoria que llevaron a cabo los afro-americanos fue ejemplar en ese sentido.

Pero hay más ejemplos así, como Act-Up. Act-Up hizo que el sector sanitario de los Estados Unidos dedicara atención y fondos al SIDA. Y lo hicieron con talento, humor, ingenio y enormes reservas emocionales. Esto es lo que hacen los movimientos sociales. Sin ellos, y sin apasionadas convicciones, pero también sin la agitación social que provocan, no creo que ninguno de los grandes avances sociales de la historia de Estados Unidos se hubiera logrado.

Elecciones y movimientos

MK: Durante el año pasado, hemos visto cómo decenas de miles de personas, y especialmente personas jóvenes (una parte de la sociedad a la que el neoliberalismo ha hecho tanto daño) han participado de manera entusiasta en la campaña de Bernie Sanders. Ahora que la campaña de Sanders ha terminado, y en medio de la presente crisis, que está destruyendo aún más sus perspectivas de vida, ¿qué consejo les darías a los jóvenes y a los trabajadores en general?

FFP: Que sumen fuerzas con otras personas que compartan sus ideas y reivindicaciones y que se hagan oír de la manera que sea, que entorpezcan el normal funcionamiento de la sociedad civil. Ahora bien, yo siempre he creído en la importancia de hacer política electoral. Nunca he estado de acuerdo con la tajante distinción que a veces hacen los activistas entre el activismo y la política electoral. Creo que se necesita una especie de punto de apoyo electoral para que los movimientos sociales sean todo lo efectivos que pueden ser.

Así que tengo la esperanza de que Biden ponga en su programa al menos los elementos básicos de la campaña de Sanders. Yo era partidario de Sanders, por supuesto, pero ahora la realidad político-electoral es la que es, y creo que ahora tenemos que concentrarnos en hacer más fuertes los movimientos de protesta que surgirán inevitablemente a medida que las condiciones socioeconómicas siguen empeorando en Estados Unidos.

El actual índice de desempleo es aproximadamente el que se alcanzó durante la Gran Depresión. Esta es la realidad. Por lo tanto, hay que comenzar a pensar, por ejemplo, en hacer huelgas contra el pago de alquileres, huelgas masivas de este tipo, en que se plantee que si alguien no tiene suficiente dinero para pagar el alquiler, se le ayuda a justificar el no pago, y en que se defienda a la gente contra los desahucios. Este es el tipo de activismo que la gente debería estar haciendo ahora.

MK: Al comienzo de esta conversación, dijiste que los movimientos sociales no siempre son inevitables, que surgen a partir de ciertas mentalidades o ciertos factores. ¿Crees que han de darse unas determinadas condiciones para que esta crisis genere una respuesta en forma de movimiento social?

FFP: Creo que habrá una respuesta en forma de movimientos sociales no solo porque estos son en general inevitables, puesto que es imposible oprimir eternamente a la gente, sino porque la corrupción y la incompetencia de Trump y su gobierno son tan evidentes. Este gobierno tiene muy poca legitimidad entre el pueblo estadounidense. Puede que la gente acepte que se les gobierne así cuando las cosas van más o menos bien, pero conforme la gente empieza a sufrir las consecuencias de la incompetencia de este régimen, creo que los movimientos se realizarán de manera ineludible. ¿Te imaginas? El pueblo estadounidense está a punto de echarle la culpa a este gobierno por la pandemia del coronavirus. ¿Y por qué? Porque son responsables. Esto nunca ha sucedido que yo sepa—es increíble.

Y creo que tenemos que estar preparados para grandes y multitudinarias olas de protesta.

Frances Fox Piven

Es profesora de ciencias políticas y sociología en el Graduate Center de la City University of New York.

Fuente:

https://jacobinmag.com/2020/05/frances-fox-piven-coronavirus-crisis-unemployment

Traducción:Paul Fitzgibbon Cella

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